miércoles, 29 de diciembre de 2010

La huida


Estoy cansado de estar siempre huyendo, dice Don Draper, el gran Don Draper, el personaje del año sin duda, por delante del combativo Assange y del no menos brillante Zuckerberg. Don Draper está cansado, se nota. La cuarta temporada de la serie más adictiva que uno recuerda te deja en un estado de dependencia emocional desconcertante. Don Draper, repito, personaje del año. No sólo lo hemos visto borracho, drogado o dormido. También lo hemos visto con lágrimas en los ojos, lo hemos visto con muchas mujeres, lo hemos visto con sus hijos, lo hemos visto nadando. Sus secretarias le aman, le renuncian, le mueren. Don Draper puede con todo, huye siempre hacia adelante, sin mirar por el retrovisor. Veo estos capítulos finales de la cuarta temporada en Buenos Aires, en este Palermo Hollywood a 35 grados con pileta y bife de chorizo. Llego huyendo del frío europeo en busca del calor del sur. Un calor infernal, dice la prensa local. A mí no me lo parece. Ni sudo. Mi cuerpo anda con déficit de calor. A diferencia de Don, yo no estoy cansado de huir. De hecho, no creo que sea una huida, apenas un nuevo desplazamiento, un nuevo cambio para seguir siendo uno mismo pero en otro lugar. Este lugar es Buenos Aires y este país es Argentina. Un país que no descansa ni en vacaciones. Una ciudad ruidosa y enérgica que cada día es un poquito más mía. Han sido dos años de Carcelona y me temo que es hora de terminar con este blog y con esta determinada manera de vivir un retorno que ha sido apenas una pausa en el camino.

No es de extrañar que en el vuelo Barcelona-Buenos Aires me acompañe EL JUEGO DEL OTRO, otro magnífico libro que los amigos de Errata Naturae nos han brindado en este agonizante 2010.

"Al fin y al cabo, no es totalmente desdeñable la idea de que un diario real, que suponemos como un reflejo "verdadero" de unos hechos, se convierta en un paño ocultador; al tiempo que un segundo diario, un diario falso, es decir, una ficción, restituya la realidad de forma tan "verídica" como podría hacerlo el primero."

domingo, 12 de diciembre de 2010

apuntes sobre animales, encuentros y autopistas


Son las 5 de la tarde de un sábado de diciembre. No hay mucho movimiento por los alrededores de Plaza España. En las taquillas del Mercat de les Flors recojo mi entrada. La publicidad, ya lo sabemos, engañosa, prometía comunicar telefónicamente el lugar de encuentro. Tuve que llamar yo dos veces para comprobar que el punto de encuentro es el propio Mercat de les Flors, a donde hubiera ido en cualquier caso. Somos tres espectadores. Una joven nos pregunta cómo nos llamamos. Forma parte de la obra, asegura. Al poco rato aparece un hombre con el pelo engominado, vestido de traje y con guantes que nos pide que le sigamos. Damos la vuelta al edificio y entramos al Mercat por una puerta lateral. El hombre misterioso nos confisca los bolsos y carteras. No ofrecemos resistencia al asalto. Quizás porque vemos un cuerpo de mujer tumbado en el suelo debajo de un coche rojo. Subimos a ese coche rojo que está aparcado al lado de otro coche rojo en el centro del Mercat, convertido ahora en una especie de nave industrial. El conductor nos pregunta de dónde somos. De Valencia, de Barcelona, de Venezuela. En Venezuela hay chicas guapas, acota el poco ingenioso chófer. Eso dicen, responde la venezolana. Nos ponemos en marcha. Damos vueltas alrededor del Mercat en obras. Por algún rincón salen un hombre y una mujer que ejecutan un baile que es más un duelo que es más un reto que es más un cortejo que es más algo que no sé que es pero que me gusta. Lo que más me gusta es verlo desde dentro del coche. Esa ventanilla de atrás se convierte en una pantalla por la que pasa esta película de época protagonizada por "un fuera de la ley en busca de su pasado y una ex-bailarina exótica". Hay también "una señorita que aparece de vez en cuando", leo ahora en el programa. El que se escapa termina solo. El chófer va cambiando de música y en algún momento viajo hacia la infancia y llego hasta esos domingos en la autopista, sentado yo en el asiento de atrás del Audi 100 de mi padre, viendo el paisaje e imaginando otros mundos en los que soy un hombre intrépido y no un aburrido hijo obediente. El viaje interior me lleva a pensar en por qué no nos han llevado a un espacio abierto, donde todo encajaría mejor. Puede que me equivoque pero diría que la pieza está pensada para otro espacio. En esas cavilaciones ando cuando, de repente, la señorita se abalanza sobre el capó y se desliza encima nuestro. La chapa cruje. Miramos a ambos lados. El fuera de la ley va a la suya. La ex-bailarina exótica rememora mejores épocas. Es como Rebelde sin Causa pero sin James Dean. Por algún motivo que no entiendo cambiamos de coche. Nos entregan un antifaz de fieltro. Nos lo ponemos. Alguien abre la puerta del coche y nos hace salir suavemente. No vemos nada. Bailamos pegados, como en la canción, con un desconocido. Creo que es un hombre el que me dirige en este baile a ciegas. Preferiría a la ex-bailarina exótica pero no puedo escoger. El que se escapa termina solo. Se detiene. Escuchamos un sonido. Sospecho que nos están tomando fotos. Regresamos al auto. Ahora, por fin, salimos del Mercat. Un peatón se nos cruza en el paso de cebra. Lo miro atentamente. Dudo de si forma parte de la pieza o no. Me fijo también en una señora que pasea el perro. No tiene pinta de bailarina. Poco antes de llegar al edificio de la Guardia Urbana nos detenemos. Bajamos del coche y recibimos un sobre con esta foto y una advertencia: sean discretos en lo que cuentan. Pues mire, no, lo contaremos todo, o casi. Porque ya está, terminó esta pieza breve con momentos inspiradores, otros prescindibles (esos elefantes, ejem), acabó esta propuesta que ofrece una interesante búsqueda de nuevas perspectivas para el espectador, un híbrido de cine-teatro-danza que me ha dado algunas ideas que quizás cristalicen en algo...

Regreso a mi estudio y regreso a mi melancolía. Me sienta mal el invierno. Busco distraerme con algún libro y todos los libros me llevan al mismo lugar. El que se escapa termina solo. Esta frase me persigue. El que se escapa termina solo.

FRESCA
de Ricardo Zelarayán

El que se escapa termina solo. Días, a la larga dentelladas, y el aire no se tiñe como el agua.

Nadie pasa de largo y nadie se aguanta tampoco.
Traicionera canción de piedras que se desmoronan. Vaya canto a la soledad. Humo negro en noche aún más negra que borrachea en el tiempo, sola al fin, suelta y olvidada como una noche cualquiera.

Se siente en los tobillos, el sueño, humo, tiempo, hace pasar los trenes, las carretas lentas, culebras, babosas, lombrices ciegas.

Las distancias cortas de los cabellos que pudieron escaparse de la piedra traída de los pelos y de la maldición dicha sin ganas, estropeada y cariada.

No más ilusiones perpetuamente iluminadas por el sol. La siesta aplana. El filo es filo.

El cuerpo... o se quiebra o se queda. Aplastado ahí nomás. Cálculo o maldición no alcanzan a salir de boca e' bagre apestado.

Sonrisa, un humo de tantos sobre un vértigo de borrachera y el humo rápido.

Guiñada oscura de los dos ojos cobardones. Grito blando. Y ni aguja ni aguijón suicida.

Cuerpo de puro salto, gritito, cuerpo blandito. Mordida sin pausa, serrucho melodiando siempre.

Traición merodea, traición melodea, traición empuja a pura uña. Y queda el arranque nomás. El arranque de arrancar todo. Borrar, pasar el trapo alegremente entre la serenata de los sapos y el humo silencioso sobre el agua.

La fresca al fin, a fresca. La flor que no se horca nunca.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Dicen que no se puede detener la revolución


Llego antes de tiempo al Mercat de les Flors. Hace mucho frío en la calle. Tomo un chupito de ron en un insólito bar de la calle Lleida. Regreso justo a tiempo. Nos esperan. Me piden firmar un papel que exime a la organización de lo que me pueda pasar. Yo sólo vine a ver una pieza de danza. Yo sólo me apunté a ver una obra pensada para un entorno específico: Dance! You can't stop the revolution. El protocolo sigue ajeno a mis elucubraciones. Una joven muy sonriente me pide la chaqueta y algo que me defina que cargue encima. Abro mi bolsa. Le dejo el CD de los Saicos que me ha regalado Chang esta mañana -según él, el punk nació en el Perú, que lo sepáis-. Dejo también una mini-libreta que iba en la carpeta que me entregaron en Sao Paulo al inicio de la Balada Literaria. En esa carpeta colocaron también un pequeño frasco con un líquido anti-resacas. Ya se sabe que la literatura emborracha. El tercer objeto que deposito es un pequeño dibujo de Maximiliano Rossini, "Ejercicios para no extrañar", uno de los regalos más exquisitos que me han hecho y que hoy sábado, mientras escribo estas líneas, tiene más sentido que nunca. Ejercicios para no extrañar. Me hacen falta esos ejercicios. La joven sonriente mete el CD, la libreta y el dibujo en una bolsa de plástico y la cierra herméticamente. Me asegura que al finalizar la obra me la entregará. Me fío de su sonrisa y me pongo un casco como los que se pone uno cuando visita un edificio en construcción. El Mercat de les Flors está en obras y quizás ésa sea la razón de este ciclo que transcurre en el barrio del Poble Sec, un barrio que se está poniendo de moda en Carcelona. Somos sólo 5 espectadores. Los 5 bajamos por unas escaleras llenas de polvo hasta las entrañas del Mercat. Allí nos recibe un señor muy poco simpático que nos hace sentar al lado de una plataforma que desciende amenazadora. Uno por uno entramos en una sala adyacente y nos colocamos un disfraz de conejo bastante ridículo. Vestidos de esa guisa salimos a la calle y nos montamos en una furgoneta. Una espectadora bolivariana comenta que esto es más divertido que Secuestro Express. El conductor no dice ni mu y da una vuelta por el barrio hasta dejarnos al final de una calle en cuesta. Bajamos de la furgoneta y recibimos un reproductor mp3 con sus correspondientes auriculares. Los 5 espectadores le damos al play en el mismo instante y el conductor y su furgoneta desaparecen. Nos sentamos en unas escaleras. Me toca ser el primero en hacer el numerito y salir corriendo calle abajo como un conejito asustado. Si me viera alguien, pienso, pero hago lo que me piden. Decido que seré un espectador obediente. Al rato me siguen los otros 4 espectadores convertidos en conejitos. La gente en la calle nos mira con poca cara de sorpresa. Otra despedida de soltero de guiris borrachos. Otro numerito del Ayuntamiento. Ya nada sorprende en Carcelona. Menos que nada 5 personas vestidas de conejo caminando por la calle Blai. Sólo algunos niños nos señalan con el dedo y alguna chica sonríe. Mientras tanto la voz del mp3 habla susurrando y recita consignas new age sobre la piel o la calle bastante simples. Me entra la sensación de que me toman el pelo. Estamos frente al Molino. Allí nos piden que nos separemos y que caminemos por el barrio. Que visitemos a algún amigo. Tenemos 7 minutos para eso. Me acerco a la Tieta donde quizás haya alguien conocido. Veo mucha gente y no me atrevo a entrar. El papel de payaso nunca me gustó. Después de reagruparnos nos entregan una bandera y caminamos como si fuéramos una manifestación de un partido que se presenta a las elecciones. Al rato llegamos a un apartamento. Subimos, dejamos la bandera, nos quitamos el disfraz y en la terraza entramos en una especie de cohete desde el que supuestamente saldremos disparados hacia quién sabe donde. Ligeros temblores y nada, nueva decepción. Salimos del chapucero cohete y ni una triste maceta ha cambiado de sitio. Estos daneses, los de la obra. tienen mucho morro. Has cambiado de piel, me dice la voz, aprovecha, continúa, o algo así. Voy a continuar, sí, ni que sea para recuperar mis objetos. Claro que el problema no es de ellos sino del programador que los ha traído del norte y que se ha gastado un pastón en una obra que no es más profunda que una gimkama de barrio ni más significativa que una visita guiada en el Bus Turísitic, sólo que aquí vas a pie y vestido de conejo. Como bien escribió José Antonio De Ory, ¿ante quién responde toda esa gente (entre ellos yo mismo) que revolotea entorno a la gestión cultural? ¿quién evalúa a los gestores? ¿hace falta programar esta obra? Está de moda sacar al teatro del teatro o hacer danza sin bailar pero no nos equivoquemos, lo que un espectador sensible quiere no es hacer cosas sino sentir cosas. Quiere experiencias. Quiere momentos que valgan la pena. Esta obra se vende como un diálogo motivador entre las voces interiores y las acciones exteriores. Ja ja ja. Un viaje para sentir, para hacer y para conocernos. No insulten mi inteligencia. Aguantarle el perro durante 10 segundos a un señor cualquiera no me hace sentir nada. Llámenme insensible si quieren. No necesito que unos daneses me enseñen el Poble Sec. Lo conozco bastante bien. No me gusta el rol de espectador pasivo pero me gustan aún menos las obras pajilleras con pretensiones místicas. ¿Hace falta devaluar más la palabra revolución? No puedes poner un título así y luego hacer esta fantochada ¡Que vuelva el Living Theatre! La cosa termina en un bar cerca del Lliure donde acabamos viendo nuestro propio rostro proyectado en un almacén de cajas. En fin. Esto es lo que hay. Las vanguardias artísticas europeas son así. El balneario europeo cada día más aburrido. Que alguien nos rescate.

Quizás estaría bien volver a leer a Peter Brook

Convertir un espectáculo en una experiencia.
Hacemos teatro para provocar la mirada del observador, y lo primero que tiene que hacer el teatro es despertar en nosotros el deseo de seguir mirando.
Cuando una obra de teatro es mala es porque lo único que muestra es “espectáculo”. Eso significa que se enfrentan dos mundos totalmente distintos: los intérpretes con sus propias ideas y sus convicciones a un público formado por una serie de personas reunidas al azar. Eso ha dado lugar a una división arquitectónica entre el público y el intérprete a la que podríamos llamar el “teatro de dos salas”. Esa división es una expresión exterior de algo mucho más esencial: no existe el deseo profundo de compartir plenamente la experiencia.
No podemos pretender que un público, una mezcla heterogénea, normalmente con pocas cosas en común, entre a formar parte de pronto en un acontecimiento compartido. Necesita pasar por un proceso. Lo que se pretende con ese proceso es aproximar lo “interior” y lo “exterior”. Convertir un “espectáculo” en una “experiencia”.


La libertad implica salir de los teatros.
El acto de entrar en el edificio de un teatro conlleva toda una estructura de asociaciones y prácticas que conforman en gran medida la experiencia que tendrá lugar a continuación. Estas asociaciones disuaden a un gran número de jóvenes de pisar un teatro. Un experimento nuevo debe tener lugar en un sitio neutro que no se convierte en teatro hasta que se desarrolla el acontecimiento vivo.

La ilusión del teatro y la realidad del juego.
Y, como cuando vemos un partido de fútbol, no es necesario que eso que llaman “ilusión” lo absorba por completo. Nadie puede estar más absorto por un acontecimiento que cincuenta mil aficionados al fútbol y, sin embargo, en ningún momento se olvidan de que están en un estadio, de que hay gente a su lado. No desconectan y piensan que los han transportado a una tierra de nunca jamás. La característica, a lo largo de los siglos, del teatro a la italiana es que el público es invitado (aunque pocas veces funciona) a participar en un juego distinto, que consiste en fingir que ellos mismos y su mundo han desaparecido por completo y que este otro mundo que ve en el escenario es totalmente real. Pero el teatro no es otro mundo: el juego es el juego.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

arte, política y urubús


Coincidió mi breve viaje a Sao Paulo con la Bienal de Arte. La edición 29. Una edición política y polémica. Nada como la censura para conseguir páginas en los medios. Primero lo político. Roberto Jacoby es un artista y sociólogo argentino que, entre otras cosas, acuñó en los ochenta el concepto "la estrategia de la alegría". Desconozco en qué consiste dicha estrategia. Treinta años más tarde, Jacoby es invitado a una Bienal que presupone que no puede separarse el arte de la política. Jacoby organiza una brigada argentina de apoyo a la entonces candidata, hoy presidenta, Dilma Rousseff y se arma el pollo. Como cuenta en "arde Sao Paulo", la propia organización decidió que esa Brigada era "demasiado" política. ¿En qué quedamos? Algo parecido le sucedió a Nuno Ramos, un artista paulistano que optó por colocar a tres urubús (unos pajarracos no muy agraciados) dentro de una red y entre varias esculturas de gran tamaño. Ya antes de inaugurarse la muestra los animalistas estaban protestando. Finalmente, rompieron la red y sacaron a un urubú en medio de un jaleo tremendo inmortalizado en este video. Lo de los animalistas no tiene nombre. Cuando no tocan los cojones con los toros, lo hacen con las ballenas y cuando no con los urubús. Eso sí, en los asados, barbacoas o churrascos comen carne tan tranquilos. Porque resulta que el bueno de Nuno no los secuestró de un supuesto edén en donde volaban libres y alegres los urubús, sino que simplemente los cambió de jaula. De un parque en Sergipe a una bienal en Sao Paulo. De hecho estaban mejor en Sao Paulo ya que su jaula, queridos animalistas, era 30 veces mayor. No sólo eso. El pobre Nuno, desde ya pido que le nominen al premio del artista más animal friendly del hemisferio sur, se trajo a la persona que los ciuda e incluso al veterinario! Nada de eso sirvió para aplacar la ira de los irascibles animalistas, seguramente de mal humor por no poder hacer glamping ese fin de semana en el Parque de Ibirapuera. ¿Qué es el glamping? El último pasatiempo de los ecopijos o ecololós, que diría Caparrós. Jacoby y Nunes fueron censurados. El tercero en discordia, Gil Vicente, se salvó por los pelos. A este artista brasileño le acusaron de incitación al terrorismo y al magnicidio por una serie de magníficos dibujos en los que se refleja él mismo apuntando con una pistola a personajes como el Papa, la Reina de Inglaterra o Lula da Silva. Por alguna misteriosa razón el amigo Vicente no fue censurado, de momento, y gracias a eso pude hacer como la mayoría de los visitantes de la Bienal, básicamente interesados en utilizar las obras como escenografía para sus fotos de viaje, y tomarme una foto con la obra que acompaña estas líneas.

Durante mi largo viaje en avión desde Carcelona, estuve leyendo un excelente libro de Nicolas Bourriaud, Radicante, donde escribe cosas como éstas, que quizás le sean de utilidad a animalistas y compañía qué se preguntan si lo de los urubús es o no arte.

"¿Es arte o no lo es? La pregunta, que encanta a los aduaneros de la cultura y excita infinitamente a los juristas, se reduce por otra parte a un interrogatorio policial: ¿cuál es su derecho de entrada al territorio artístico?; ¿tiene documentación, autorizaciones oficiales? Sin embargo podría formularse diferentemente: ¿qué es lo que, al atravesar el espacio-tiempo del arte, constituye una presencia real? Este objeto nuevo, introducido en la burbuja del arte, ¿genera actividad, pensamiento o no? ¿Tiene una influencia en dicho espacio-tiempo y, si tal es el caso, qué tipo de productividad? Estas son las preguntas que hay que hacerle a una obra y que me parecen más pertinentes. Si este objeto existe, si se mantiene, si cuenta, si coordina, si produce... ¿Pasa algo, algo ocurre? Rompamos con los reflejos del policía y del legislador, y miremos el arte con el ojo del viajante curioso, o del huésped que recibe en su casa a comensales desconocidos."

martes, 16 de noviembre de 2010

Unos días en el Brasil


Marisa Monte canta que sim son tres letrinhas, todas bonitinhas, fáciles de decir. Tiene razón. La samba tiene razón. Brasil tiene razón. Todos deberíamos entrar en modo Brasil en en algún momento, a menudo, siempre... Es fácil decirlo sentado en este improvisado cine al aire libre que han montado en la playa de Perequé, en la isla de Ilhabela, en el exhuberante litoral de Sao Paulo. Y es que parece que me persigan los festivales culturales de todo tipo. ¿O soy yo el que los sigo? Estoy en Brasil invitado por la gente de la Balada Literaria. Decido llegar unos días antes y relajarme en las aguas del Atlántico con minha namorada y ¿con qué me encuentro? Con un festival de cine en la isla. Y de repente, aquí estoy, sentado a apenas 10 metros del agua, viendo Simonal, un documental sobre un gran cantante de MPB de los años sesenta que cayó en desgracia en los setenta por un turbio asunto con managers y militares, que intentó relanzar su carrera en los ochenta, para terminar muriendo solo y despreciado por sus compañeros de generación en los noventa. A él debemos la versión definitiva de uno de los temas que definen el modo Brasil. Cantemos!: moro num país tropical, abençoado por Deus, e bonito per natureza... Y sí, uno tiene sensación de pisar un territorio único en el que todo el mundo puede ser irredentemente hedonista. Como este gordo inmenso que come en la mesa de al lado ataviado únicamente con un sunga azul que apenas contiene toda su descomunal humanidad. A su lado, su mujer le acaricia la barriga sin pudor, mientras deglute un enorme pescado que, ¿cómo no?, se llama Namorado. La escena es calcada a una de la Gran Bouffle, la gran película de Marco Ferreri sobre 4 amigos que se van a una casa a comer hasta morir. Pues bien, en este restaurante, el mejor de la isla, según nos dicen, aceptan a este señor semidesnudo y aceptan a esta otra señora vestida para la Ópera. Todo vale en Brasil. Lo importante es ser feliz. O al menos intentarlo. Y en eso estamos, circulando por la carretera que bordea la costa, extasiados ante un paisaje sinuoso que cambia a cada curva, esquivando perros adormilados y señoras cargadas con bolsas, escuchando a Charly García y dudando de que la alegría no sea sólo brasileña.

Ya en la noche, como aperitivo a la Balada, leo Unos días en el Brasil, el diario de un viaje de Adolfo Bioy Casares a Rio de Janeiro con motivo de un congreso literario. El breve diario viene acompañado de un posfacio de Michel Lafon que quizás use para amenizar la mesa redonda a la que me han invitado a hablar.

Sensación de una huida perpetua, de un insoportable e incomprensible (y sin embargo apetecible) desplazamiento: Bioy no sabe desde el primer minuto por qué aceptó la invitación, no tiene nada que decirles a los otros invitados, rechaza las amistades obligadas y los ejercicios impuestos, odia la retórica vacía, no quiere hablar en público (¡es "escritor por escrito"!), multiplica los actos fallidos, no logra seducir a ninguna mujer ni interesar de verdad a ninguna estrella literaria; apenas llega a algún lugar del mundo empieza a preguntarse por qué no prefirió "no hacerlo" y quedarse en casa. La reunión literaria como colmo de irrealidad, como triste trampa fantástica...

lunes, 8 de noviembre de 2010

Bolaño en la Balada Literaria de Sao Paulo


Cierta inquietud previa a un nuevo viaje. El viernes vuelo a Sao Paulo. Brasil me llama de nuevo. Segunda invitación en este inolvidable 2010. Esta vez para presentar "Os críticos também choram", el particular homenaje que Margarita, Leo, José Tomás, Jordi y yo le dedicamos a nuestro admirado Roberto Bolaño. Como bien afirma Ignacio Echevarría, queda mucho por decir de Bolaño, es inagotable. Los amigos que organizan la Balada Literaria piensan lo mismo y nos invitan a la quinta edición de su encuentro literario. Me hace especial ilusión presentar nuestra mesa redonda de ficción en Sao Paulo, ciudad en la que viví casi un año, desde abril de 1999 a marzo del 2000. Muchos buenos recuerdos de una urbe que fue mi puerta de entrada a América del Sur. Aún recuerdo el impacto del trayecto en taxi desde Gurulhos a Moema, un día laborable a primera hora de la mañana. Viajar a Brasil es siempre un placer y si además uno va a hablar de Bolaño, la alegría y el honor es doble. El 2666 se publicó en mayo en Brasil y, por tanto, es ahora que los lectores brasileños están conociendo esta obra maestra. La revista Bravo, una de las de referencia en el ámbito cultural, publicó un artículo sobre la novela que tituló "difícil de robar, óptimo para leer", relacionando el pasado como ladrón de libros del propio Bolaño, del que habla en Los Detectives Salvajes, con su pasión por la literatura. Según parece, Roberto Bolaño nunca pisó territorio brasileño. Lo más cerca que estuvo de Brasil fue cuando le paró un penalty a Vavá, cuando éste estaba concentrado en Quilpé junto con Garrincha, Pelé y los demás integrantes de la selección brasileña que ganó el mundial de futbol de 1962. Roberto Bolaño llegó a declarar que ésa fue su mayor hazaña en la vida, detenerle un penalty al gran futbolista Vavá.

Este pasado fin de semana terminé con la lectura de El Tercer Reich, una novela que muy posiblemente Roberto no hubiera publicado si siguiera vivo pero que, leída ahora, y a pesar de ser demasiado larga y a ratos reiterativa, da algunas claves de su obra posterior y permite disfrutar de otro de esos personajes femeninos fascinantes que siempre esconden más de lo que muestran, la inolvidable Frau Else. En un blog que me han recomendado estos días, encuentro estas citas de la novela.

"¿Qué hice? Poca cosa. Miré mi juego, incapaz de concentrarme, luego dormí una siesta poblada de pesadillas hasta las seis de la tarde. Cuando desde el balcón observé que la gran masa de los bañistas emprendían la retirada hacia los hoteles y los campings, bajé a la playa. Es triste esa hora y son tristes los bañistas: cansados, ahítos de sol, vuelven la vista hacia la línea de los edificios como soldados de antemano convencidos de sucumbir; sus pasos cansinos que atraviesan la playa y el Paseo Marítimo, prudentes pero con un deje de desprecio, de fanfarronería ante un peligro remoto, su peculiar manera de meterse por calles laterales en donde de inmediato buscan la sombra, los conducen directamente -son un homenaje- al vacío."

"Seguí con la naturaleza del juego, no recuerdo exactamente cuántas estupideces dije, entre ellas que la necesidad de jugar no es otra cosa que una suerte de canto y que los jugadores son cantantes interpretando una gama infinita de composiciones, composiciones-sueños, composiciones-pozos, composiciones-deseos, sobre una geografía en permanente cambio: como comida que se descompone, así eran los mapas y las unidades que vivían dentro de ellos, las reglas, las tiradas de dados, la victoria o la derrota final. Platos podridos."

"No soy un poeta, sonreí. Me intereso por las cosas cotidianas, incluso por las desagradables..."

"¿Y cuántos, incontables, Grupos de Combate se inmolaron por retrasar al enemigo en todos los frentes? Nadie se pone de acuerdo. Sólo la memoria que juega lo sabe. Vagando por la playa o acurrucado en mi habitación yo invoco los nombres y éstos llegan a raudales y me tranquilizan."

lunes, 1 de noviembre de 2010

Off papa festival


Se va caldeando el ambiente ante la visita papal. La factura de lo que costará la llegada del líder de esta peligrosa secta aumenta día a día. Algunos prefieren tomárselo a risa, la mejor opción sin duda, y preparan una serie de actividades alternativas. Se trata del Off papa festival. Es un festival multidisciplinar, que incluye instalaciones, street-art, presentaciones de libros, huelgas, alquiler de balcones, psicomagia y espiritismo, entre otros eventos lúdicos para toda la familia. Yo me he apuntado a dos. El jueves 4, a los pies de la torre Agbar, se producirá un ataque psíquico masivo cuyo objetivo es dejar impotente al Papa. Mientras escribo esto, ya son 2188 personas las que nos hemos apuntado en Facebook y es que, según cuentan, se trata de juntar nuestras mentes y cuerpos hasta provocar una fuerte descarga eléctrica que lo deje importente. Afirman también que el efecto será irreversible y se extenderá a todo el sacerdocio, poco a poco, miembro a miembro. Yo, por si acaso, iré, a ver qué sucede. Al día siguiente, en la FNAC, los amigos de Blackie Books presentan LA TOURNÉE DE DIOS, la novela de Jardiel Poncela en la que es Dios y no el Papa quien visita España. El inefable Antonio Baños y el no menos grande Leo Bassi ejercerán de maestros de ceremonias de esta fiesta única o rito sorpresa que nadie debería perderse. En algunos bares del Raval se anuncian lecturas poéticas del bando del alcalde, una joya literaria que pronto se estudiará en las universidades. Por mi parte, haré una modesta aportación a la programación proyectando en mi casa El Padrino III, una de las películas donde se muestra más claramente como funciona esta multinacional mafiosa llamada El Vaticano. Los interesados en teatro no deberían perderse una lectura de YO SATÁN, de Antonio Álamo, un excelente texto que pasó algo desapercibido en España pero que en Caracas fue premiado como el mejor montaje del año en el 2007.

A propósito de esto, el antipoeta Nicanor Parra le dedicó unos poemas...

POEMAS DEL PAPA

1
Acaban de elegirme Papa
soy el hombre más famoso del mundo

2
Llegué a la cumbre de la carrera eclesiástica
ahora puedo morirme tranquilo

3
Los cardenales están molestos conmigo
porque no los saludo como antes
¿demasiado solemne?
es que soy el Papa, caramba

4
Mañana a primera hora
me traslado a vivir al Vaticano

5
Tema de mi Discurso:
Como Triunfar en la Carrera Eclesiástica

6
Felicitaciones a diestra y siniestra
todos los diarios del mundo
publican mi fotografía a primera página
algo que no se puede poner en duda
me veo mucho más joven de lo que soy

7
Nada de que admirarse
yo desde niño quería ser Papa
trabajé como fiera
hasta que se cumplieron mis deseos

8
¡Virgen del Perpetuo Socorro!
olvidé bendecir a la muchedumbre

martes, 26 de octubre de 2010

el tamaño de la moral


Hace un año, mientras preparaba las jornadas sobre narcocultura, recibí este consejo-advertencia de Andrés Duque: Marc ¿has visto "Breaking Bad"? Es una maravilla, no he hecho más que pensar en esa serie mientras buscaba películas para el programa, porque es la respuesta gringa a la narcocultura. Te la recomiendo ampliamente, te reirás y sufrirás... Ayer terminé de ver la tercera temporada. Y sí, lo confirmo, me he reído, y he sufrido como pocas veces se sufre viendo una serie. Me preocupa Walter White. Me preocupa mucho. No es un tema de identificación con el personaje, su vida no puede ser más alejada de la mía: un profesor de química de instituto, cuarentón, con un hijo paralítico y un cuñado en la DEA. Si alguien no sabe de qué va y se lo resumen así, cambia de canal, o de dvd, al instante. Pero no, hay que ver Breaking Bad. Hace falta sumergirse en esta Albuquerque rodeada de arena y con ese aroma decadente insoportable. ¡Si Los Cuates de Sinaloa le dedicaron un narcocorrido! Hace falta entender a Walter White cuando se le diagnostica un cáncer terminal y decide convertirse en un productor de metanfetaminas. Son muchas humillaciones que ha soportado el bueno de Walt. Ha llegado la hora de ser malo. Nada que ver con la sexy Nancy Botwin de Weeds. Aquí el humor es más bien negro, negro oscuro. El resentimiento social acumulado desemboca en violencia. Una violencia a veces física, hay algunos muertos (mexicanos la mayoría), pero sobre todo una violencia emocional, verbal, una ristra de humillaciones cotidianas que padece una clase media cada vez más asqueada de su vida miserable. ¿Y la moral? Háblale a Walt de moral y ya verás que te responde. Desconozco si el escritor Carlos Velázquez ha visto Breaking Bad. Apostaría que sí. Coahuila no queda tan lejos de Albuquerque. Quizás Carlos pensaba en Walt cuando, durante una mesa redonda literaria en la Universitat de Girona, le espetó a Pola Olaixarac: ¿qué es la moral? si quieres, vamos aquí atrás y te enseño la mía, que es de este tamaño (ahí el lector debe imaginar un movimiento de manos que acompaña las últimas palabras). Seguramente nada tengan que ver ambas actitudes, la de Walt y la de Carlos, y quizás tenía argumentos la argentina para levantarse de la mesa indignada. Sea como fuere, esta anécdota fue tema de acalorada tertulia durante los momentos lúdico-festivos del Fet a Amèrica, un encuentro que nos dio la oportunidad de saber cómo escriben, y como beben, algunos escritores latinoamericanos, a algunos de los cuáles admiramos mucho, como es el caso de Yuri Herrera. Quizás el problema sea escribir textos obtusos como éste y que te feliciten por ello. Quizás sea yo el que esté imbuido por el espíritu de Walt. Quizás todo sea un problema de vanidades. O de escritoras pretenciosas.

En la actualidad, la revolución sexual presenta el sentido original que le dio Copérnico. Copérnico escribió Revolutionibus Orbium Coelestium, el tratado de las revoluciones significando por esto la manera fija, reiterada, inamovible, en que los planetas trazan sus itinerarios alrededor del sol. Nombre de lo estable y permanente por excelencia, la revolución tuvo en sus inicios el sentido etimológico y científico de un status quo cósmico. Este sentido fuertemente conservador del términosólo se vio modificado posteriormente por el quilomberismo jacobino francés. La supuesta revolución sexual de los 70s es una falacia que sólo en la actualidad adquiere su verdadero sentido, esto es: su sentido de conservación como modalidad por excelencia del capitalismo. El sexo es un sistema estable de formas egoístas que giran alrededor del sol de la vanidad. El espíritu de intercambio de la promiscuidad propone una nueva versión del mito fundacional de la democracia: hacer el ejercicio de suponernos iguales debe, por definición, trascender las barreras de la actividad privada, las meras contingencias íntimas. Sólo ahora, despolitizada de zanahorias teleológicas, completamente fría y pura, la revolución sexual retoma el sentido verdadero de las revolutiones de Copérnico -el instinto conservador de la vanidad como triunfo estético y moral de la democracia.

De las teorías salvajes, de Pola Olaixarac

martes, 19 de octubre de 2010

Es que esto es Carcelona


Hace unos días apareció publicado en El Mundo el artículo que adjunto a continuación. Me hizo reír bastante ya que:
1. Yo solía ser fanático de las películas de Woody Allen, al punto de ir el primer viernes de estreno y si podía, a la primera sesión, la de las 4. Desde la infame Vicky Cristina Barcelona, decidí que ya no vería ninguna más. No reniego de los grandes momentos que nos hizo pasar Woody pero el abuelete simpático debería entender que ya le ha llegado la hora de dedicarse a la petanca o a sus ligues y no a manchar su reputación.
2. Fui durante un par de años adolescentes miembro del club de fans de Bruce Springsteen de Carcelona. Recuerdo una tarde de sábado en un local de la Sagrera donde nos encontrábamos para intercambiar discos piratas o para meternos con su mujer, la ínclita Patty Scialfa. No sé en qué momento dejé de escuchar sus discos. Quizás cuando me di cuenta que llevaba años tocando la misma canción.
3. Felipe González nunca fue santo de mi devoción. Seguramente debido a que crecí en un entorno "convergent" donde los socialistas se me presentaban como aquellos que creían en el comunismo a la carta, o sea lo mío es mío y lo de lo demás es de todos. Felipe es como el Rey Juan Carlos, se ha sabido construir una imagen campechana y dicharachera que le va de maravilla en su faceta de ex-presidente e ideólogo de todo a cien.
Asi que, a pesar de alguna divergencia con el tal Sostres (la parte final ejem), estoy de acuerdo en que nada bueno se puede esperar de una ciudad que idolatra a estos tres personajes.

Es que esto es Barcelona

Estuvo ayer Felipe González en Barcelona presentando su nuevo libro, un soporífero tostón sobre Europa, en medio de una extraordinaria afluencia de público. Barcelona mantiene este tipo de euforias con algunos personajes. Felipe González es uno de ellos. Otro es Woody Allen; sus películas son vistas en mi ciudad más que en cualquier otra capital europea. Con Bruce Springsteen el delirio es también extremo, y más desde que tiene el detalle de dirigirse en catalán al público que asiste a sus conciertos. Se trata siempre de ídolos relativistas, que creen en todo y en nada, y que basan su discurso en que lo mismo vale una cosa que la otra. El socialismo de Felipe es el que robó y secuestró y mintió y nos espió; las películas de Woody Allen difunden una idea muy pobre de la vida y aún más barata del amor; Bruce es un camionero que grita, se tira botellas de agua por encima y juega a resbalar de rodillas por los escenarios. Sus conciertos de tres horas son insoportables.


No son éstas las únicas fascinaciones de Barcelona, la ciudad que lleva más de 30 años gobernada por socialistas. Cuando Arafat murió y se siguió el rastro de las cuentas bancarias que recogían la solidaridad internacional con Palestina, éstas estaban todas desviadas a Suiza e iban a parar directamente a los bolsillos del ex terrorista. La ciudad que, en términos relativos y absolutos, más había contribuido al fenomenal engaño fue, por supuesto, Barcelona. La misma ciudad que batió el récord de participación en las manifestaciones contra la globalización y la Guerra de Irak, y también en la que más gente se desnudó en medio de la calle para atender los caprichos de aquel fotógrafo degenerado y chiflado.


También somos la capital de la cloaca antisistema, desde el consejero de Interior hasta los delincuentes que asaltan propiedades ajenas, ocupándolas, o tiendas para robar pantalones tejanos. La autoridad no tiene ningún prestigio.


Entre la grosería de Springsteen, el cinismo tan espeluznante de Felipe y estas recientes películas de Woody Allen que quieren convencernos de que sólo podremos ser felices acostándonos con dos a la vez, sean tíos o tías, era de prever que la degradación sería imparable. Todo va tomando estética como de fiesta del barrio de Gràcia, cenas en la calle con manteles de papel y cerveza caliente en vasos de plástico, olor a hierba prohibida y jaleo de madrugada cuando como fin de fiesta algunos okupas queman containers y se lían a pedradas contra la Policía.


La situación es, en su conjunto, tan demencial que dan ganas de encerrarse en Via Veneto y no salir nunca más. Cuando tengo que explicar lo que le pasa a mi ciudad, que, por otro lado, es hoy la capital gastronómica del mundo o la que cuenta con los mejores oncólogos del momento, esta ciudad mía igualmente capaz de brillantez y de vulgaridad, suelo recurrir a la mítica sentencia de un antiguo socio que teníamos en la República Dominicana. Un día, paseando entre sinuosos cuerpos de biquini escaso por Punta Cana, le pregunté: «Oye, Rubén, ¿no crees que aquí las chicas van un poco sueltas?». Y con la mirada puesta en una que pasaba, me respondió: «No es que sean putas, es que esto es el trópico».

lunes, 11 de octubre de 2010

la estrategia doméstica


Todo empieza con una llamada. Quiero ver "Tragedia de los comunes", digo. ¿Qué día?, preguntan. El miércoles, respondo, si es que hay sitio. Claro, no te preocupes. Anota la dirección, me dice la voz al otro lado del teléfono. Calle Valencia... Perfecto, contesto, allí estaré. Llega el miércoles y a media mañana, recibo otra llamada. Mira, eres uno de los dos impostores, me hace saber la voz. No puedes decírselo a nadie. Tu objetivo es que no te descubran. ¿Tienes una camiseta negra? Pues llévala puesta. A las 8 en la calle Valencia. Me quedo pensando todo el día en qué significa ser un impostor. A las 7.40 recibo un sms: "la otra impostora se llama cristina". Empiezo a ponerme nervioso. Llego cinco minutos antes. En la puerta, gente conocida, Rubén de Teatron, Pablo, de Sismo. Luego me entero que también están los organizadores. Subimos por la escalera y entramos en un apartamento no muy grande, coqueto. Mi amigo David ya espera en el sofá con una copa de vino. Hace unos días le dije que vendría a esto y se apuntó también. Su presencia me tranquiliza. Somos 8 personas en la sala y una computadora desde donde salen las instrucciones para jugar. Empezamos. No cuento más. Es el primer día de La Estrategia Doméstica, un nuevo festival que ha nacido en Carcelona. Quim Pujol y Sergi Faustino, los padres de la criatura, han decidido regalarnos esta estupenda idea que se ha desarrollado en diferentes domicilios particulares de la ciudad. De 8 a 15 espectadores hemos sido invitados a compartir espacio con creadores que buscan algo más que un espectáculo. El segundo día, por ejemplo, la cita es en un local en el barrio de Poble Sec. Allí unos asturianos nos hablan de fantasmas a los que les gusta el mar y de cerditos en crisis de pareja. Todo muy bizarro pero también muy familiar, casi autoreferrencial. El tercer día termino en un piso de l'Eixample viendo un documental de Mónica Muntaner. Finalmente, el sábado comparto vermut y buena música con Javi Alvárez y sus colegas. Más allá de la calidad o interés de cada una de las propuestas, lo más interesante ha sido lo que ha sucedido alrededor. Antes de empezar, con el ritual de la llamada, de la reserva, de las pistas en algunos casos. Luego el momento de extrañeza al entrar a una casa ajena. El vino, siempre presente. La tertulia posterior entre los ejecutores y el público, a menudo mezclados unos con otros, sin una distinción clara entre quién era quién. Paralelamente, se han organizado unos almuerzos caseros en La Poderosa con una posterior charla a cargo de especialistas. Todo ello en un ambiente informal, casero, cercano, con rigor pero sin pretensiones ni pedanterías. Una experiencia que me ha hecho pensar en las obras que monta Manuel Orjuela en su apartamento en Bogotá, en las zonas temporalmente autónomas de Hakim Bey, en la ONG de Nelson Garrido, etc. Estrategias similares, complicidades parecidas, actos de resistencia necesarios en estos tiempos en los que todo es demasiado previsible y aburrido.

Quim y Sergi, gracias y felicitaciones. Cierro con una reflexión de Pániker, de su Cuaderno Amarillo.

Una persona creativa actúa, no persiguiendo un objetivo, sino precisamente para averigüar cuál es el objetivo a perseguir. Así, de entrada, una persona creativa nunca sabe lo que quiere. Pero se trata de acertar. Se trata de trascender la disociación entre los medios y los fines, aproximarse, en medio del azar, a la gracia. ¿de qué manera? ¿Cuáles son las condiciones del acierto? Lo decisivo es alcanzar la cota de no-alternativa, que es el resultado de conducir las propias opciones hasta el límite. Nada de imperativos éticos, nunca creí en los imperativos éticos; se trata de llevar la libertad hasta el acorralamiento, hasta una situación de no alternativa, conciliando el valor (courage) con el desinterés...
...Digamos pues que la libertad está en el tao, dejando en libertad al instinto en un marco de desprendimiento. Entonces no necesitas deliberar; entonces aciertas. Comprendes que para tomar decisiones no es preciso dar muchas vueltas; lo indispensable es adelgazar, eliminar condicionamientos, ganar libertad. Una vez soltado el lastre, una vez alcanzado el nivel adecuado de desprendimiento, se deja que actúe el instinto y que las piezas actúen por sí mismo.

martes, 5 de octubre de 2010

Antisistema somos todos


La palabra antisistema lleva días apareciendo en la prensa catalana. Es un colectivo imaginario formado por okupas, antiglobalizadores, anarquistas e incluso -Intereconomía dixit- vegetarianos, los cuáles, como todo el mundo sabe, son muy peligrosos ya que al follar menos -se pierden el poder afrodisíaco de la carne de cerdo- están más nerviosos que la mayoría y, añado yo, también por los animalistas -esa nueva especie de alto peligro que ha surgido últimamente- a los que se les pega la agresividad perruna, de tanto cariño que les profesan. Lejos quedan los tiempos en los que una madre orgullosa les decía a su amigas: "mi hijo es okupa", como quien dice es ingeniero o es abogado. Eran los tiempos, no tan lejanos, en los que algunos hijos de altos cargos del Ayuntamiento lo eran también. Bueno, eran okupas del modelo Carcelona, o sea de diseño, de los que okupan pero llevan la ropa a lavar a casa de la mamá porque en Carcelona, incluso a los okupas se les exige rigor estético y ropa limpia. Que una cosa es ser okupa y otra ser un guarro. Que si el Sónar ha sido designado icono turístico de Catalunya no es por la música, no nos equivoquemos, es por el estilazo de los que participan del tinglado. Desde mi amigo David Puente y sus ya míticos disfraces hasta las guiris tatuadas que pasean orgullosas a sus angelicales retoños colocadas de mdma. Los que van al Sónar no son antisistema, claro, son gente con criterio musical y mejor gusto para la ropa. Los antisistema, según nos cuenta la prensa del régimen, o sea casi toda, vienen de toda Europa a destrozar las calles de Carcelona. Es el cuento de siempre. La culpa es de los de fuera. Ya sea los madrileños centralistas, los extremeños gandules o los moros ladrones, siempre el recurso fácil: somos tan buena gente, tenemos ese carácter tan solidario y abierto que vienen de afuera a joderlo todo. Ahora nos quieren convencer de que el espíritu de libertad que se vive en Carcelona -palabras del alcalde enamorado- hace de efecto imán sobre estos alborotadores de la Internacional Destructora de Mobiliario Urbano Es más fácil, y tranquilizador, creerse ese bulo y no pensar que a gran parte de la población le sobran los motivos para estar cabreada. Los que quemaron el coche de la Guardia Urbana vendrían a ser el ala radical, los hooligans, los "Boixos Nois" de un colectivo, los antisistema, al que cada vez más gente pertenecemos. Si se confirman los pronósticos y menos del 50% de la población vota en las próximas elecciones, entonces el sistema ya no tendrá ni legitimación.

Lo explica muy bien Gregorio Morán en La Vanguardia,

La huelga ha demostrado que incluso sabiendo que el combate estaba amañado, la indignación del personal ha subido tantos grados que siguen a unos sindicatos cuya credibilidad supera, por ínfima, la de la clase política. Nuestro barómetro social está que se sale. Con una juventud diezmada por un paro sin precedentes y sin otra alternativa que la emigración, ya me dirán ustedes cómo enfocamos lo de los antisistema. ¿Quién fue el ingeniero de la palabra que se inventó la denominación antisistema? La verdad es que hay que estar ciego o negarse a la evidencia para no detectar que fuera del sistema hay cada vez más gente. ¿No les parece más que una encuesta el hecho de que cada vez que se produce una manifestación de jóvenes en Barcelona, sea por lo que sea, se acaba en quemas, saqueos y destrozos? ¿Acaso olvidan que en esta ciudad hubo un tiempo en que se quemaban iglesias? En las horas libres que les dejan sus múltiples ganapanes institucionales sería bueno que los historiadores de Catalunya explicaran al personal qué era eso de La rosa de fuego, además de literatura para rastas.

Hagamos un cálculo somero. ¿Los del sistema quiénes son? Los trabajadores fijos de empresas con garantía de que sus jefes seguirán con suculenta tasa de beneficios -de no ser así, irán a la calle, y sin trámites, con la nueva política económica-, también los funcionarios o quienes les han creado un hueco en las variadas administraciones, los tertulianos y la gente dedicada al mercado financiero. De seguro que me olvido de algunos. Pero dudo mucho que los demás sean del sistema. Pónganse a pensar, porque el sistema está que sea cae, con una base de sustentación enganchada por las hipotecas.

Que Barcelona tenga el mayor y más agresivo volumen de jóvenes antisistema debería obligarnos a reflexionar si no estamos viviendo en una ficción de sistema, que cada vez suma menos y margina más. Es posible que alguien descubra un nuevo hallazgo del premio Groucho Marx de Sociología Urbana Aplicada y resulte que los mandan de fuera, porque nos tienen envidia, o que son la última operación de sabotaje de los servicios de Madrid para menoscabar nuestro irresistible camino hacia la independencia. ¿Se han dado cuenta de que buena parte de la inteligencia asentada y dependiente de las fuentes nutricias de la administración autonómica se ha vuelto independentista? Han descubierto, dicen, lo de las dos Españas de Machado. Un hallazgo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La Mercè, patrona de las cárceles


Como bien recuerda en su muro de facebook Oscar Fontrodona, la Merced es la patrona de la Instituciones Penitenciarias. El 24 de septiembre es, por tanto, un día para los funcionarios de las prisiones, un día para los reclusos, un día de celebración en las cárceles. No sorprende entonces que esa cárcel de oro y diseño conocida como Carcelona también celebre su fiesta el mismo día. Todos los carceloneses sin excepción salen a la calle ese día atraídos por los innumerables actos festivos y gratuitos. Algunos, los más intrépidos, se acercan a las Ramblas con ánimo aventurero o humor antropológico para comprobar in-situ que incluso los quioscos con animales han sucumbido al caballo del guiri Atila. El arquitecto Oriol Bohigas nos lo cuenta: han sido sustituidos por "unos chiringuitos asquerosos, insultantes, inciviles, que acabarán destruyendo los paisajes aún válidos de la Rambla y que demostrarán que esa Barcelona ilusionada por el diseño, la dignidad del espacio urbano, el tono civilizado de la ciudad, ha muerto aplastada de tristeza, aburrimiento, mal gusto e incivilidad". Me sorprende el tiempo verbal que usa Bohigas. Eso no pasará. Ya ha sucedido. No tiene remedio. Para consolarme voy al cine a ver una peli de época, lo que en Carcelona quiere decir de los ochenta, o sea antes del pelotazo mental de los Juegos Olímpicos. Se trata de El Gran Vázquez, un biopic (cómo me gusta esta palabra) sobre un personaje sensacional: vividor, pícaro, ácrata, libre, un tipo genial como pocos que consiguió vivir siempre cómo le dio la gana. Hacen falta más Vázquez en esta Carcelona cada día más aburrida. Hacen falta más tomas de edificios como la sucedida ayer, en plena Plaza Catalunya. Un edificio que perteneció a un banco y que en los últimos 7 años ha sido vendido y vuelto a vender hasta alcanzar el módico precio de 110 millones de euros. Las viviendas más lujosas de Carcelona se construirán allí pero mientras tanto, mientras dure esta ocupación, podemos ir todos a disfrutar de las estupendas vistas de la ciudad desde su terrado. En la misma plaza, otro grupo de gente se ha puesto el traje de baño (¿se habrán inspirado en Belo Horizonte) para protestar contra los paraísos fiscales. Con 4 millones de parados, lo extraño es que no surjan más iniciativas como ésta, ni que sea por aburrimiento. Tal vez ya no quedan ganas ni de divertirse. Tal vez la mejor opción sea emigrar. Muchos lo estamos pensando.

Esta semana tenemos el placer de contar con Juan Gelman en Carcelona. El martes recitará sus poemas acompañado al bandoneón por Rodolfo Mederos y el jueves hablará con sus lectores en nuestro pequeño auditorio. Toda la agenda aquí. Y todo mi pensamiento en esta frase de Cecilia Pavón: "Sentir (con mayúscula) es algo muy complejo que debe diseñarse y llevarse a cabo con delicadeza y rigor". ¿Será verdad? ¿Seré capaz? Preguntas...

ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites y me despiertas en la mitad del día para acostarme en mi recuerdo y eres furia de mí paciencia para mí dime qué diablos hago por qué te necesito quién eres muda sola recorriéndome razón de mi pasión por qué quiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme a tus huesitos y eres única patria contra las bestias el olvido
Juan Gelman

jueves, 23 de septiembre de 2010

la doble moral y los toros


El mismo Parlamento que hace dos meses decidió prohibir los toros con argumentos supuestamente "animalistas", o sea la crueldad, la sangre y todas esas zarandajas, que ya bien replicaron Javier Marías o Manuel Delgado, ahora decide proteger los Correbous en aras de una tradición milenaria catalana. Si la tradición es española entonces es salvaje y bestia. Si la tradición es catalana entonces se trata de un acontecimiento extraordinario, propio de las raíces más profundas de Cataluña. Como cantaba Peret, es preferible reír que llorar. Y es preferible leer a Fernando Savater que a Salvador Cardús.

La prohibición, que entrará en vigor en enero de 2012, es para Savater "un recorte de libertad moral". Y añade: "Los parlamentos no están para resolver cuestiones morales. Lo que hay que establecer es un marco legal dentro del cual quepan distintas posturas. Podría haberse instituido una regulación restrictiva, pero no prohibitiva. Se condena una de las morales en nombre de otra. Y eso es lo que hacen las teocracias. Esta es una cuestión de tipo religioso; en los grupos más activos de oposición a las corridas de toros hay una especie de fervor religioso, como es el caso de los que se pintan y se ponen banderillas o van a insultar a los que van a la plaza".

UPDATE 24/09/10

Puro teatro

Si por ventura existieran aún, en algún lugar del mundo, almas cándidas y con el corazón limpio, seguro que hace unos meses hubieran clamado al unísono: "¡Qué país, qué agallas, qué modernidad!". Y hubieran aplaudido a los políticos catalanes por llevar a su Parlamento el debate sobre el sufrimiento de los animales. Enla atmósfera solemne propia de las instituciones, distintas voces se pronunciaron sobre la oportunidad o no de prohibir las corridas de toros, y se preguntaron si es legítimo que el hombre pueda hacerle daño a la bestia en el marco de una representación que forma parte de manera íntima de la tradición de un lugar. Se votó.

Se prohibieron las corridas de toros.

Podía haberse dicho, por tanto, que la fuerza de la palabra y de los argumentos triunfó sobre el ruido estrictamente partidista y las querencias identitarias de los diputados. Se estuviera de acuerdo o no, se tuvieran dudas o se amara la fiesta como la aman los taurinos, hay que reconocer que el Parlamento catalán supo escenificar la vieja ceremonia de los ciudadanos libres

que discuten sobre un espinoso asunto y finalmente se pronuncian tras defender sus razones. Y las razones que se impusieron fueron las que defendían que el animal no debe sufrir de manera gratuita.

Dos meses después, el mismo Parlamento vota para que sigan celebrándose los correbous, otro festejo que hace sufrir

a los toros pero que a diferencia del otro, forma parte de la tradición catalana.

Las almas cándidas y de corazón limpio que habían creído que aquellos debates se referían de verdad al sufrimiento de los animales, y solo a eso, podrían pensar ahora que para nada, que fueron puro teatro. ¿Cómo es posible que la misma Cámara que prohíbe las corridas de toros apruebe la celebración de los correbous? ¿No había sido la cuestión central la del dolor de los animales? Pues no, no se trataba de eso, nunca se trató de eso. Así que tienen razón los que sospecharon desde el principio: no ha sido la Cataluña moderna la que ha discutido sobre los toros, sino la provinciana la que ha manipulado un debate para librarse de unas corridas porque las considera españolas.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cuando la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual


Para cuando me levanto ya han hecho el paripé de la ofrenda floral a Ramón de Casanovas, el numerito musical del Parc de la Ciutadella y apenas queda la manifestación de la tarde con su correspondiente pelea final con los polis. Recuerdo hace años, cuando aún era joven e ingenuo y creía en patrias y naciones, que un once de septiembre se me ocurrió acercarme al Centro y, subiendo por las escaleras mecánicas del metro de Plaza Catalunya, las que salen frente al Zurich, fui recibido con una ristra de pelotas de goma que esquivé gracias a certeros movimientos de cintura. Hoy me quedo en casa y gracias al Facebook y al ínclito David Barba me acuerdo de esta canción de George Brassens que en su día versionó Loquillo: La Mala Reputación. Es 11 de septiembre, fiesta nacional en Catalunya, y como cae en sábado, me compro el ABC, un periódico de derechas, bastante facha en realidad, pero que ofrece este día un aceptable suplemento cultural: el ABCD. Un suplemento en el que nunca saldrá Jimmy Jump, este personaje inclasificable del que se ríen en España mientras en Argentina, o al menos en Radar, le dedican dos páginas a todo color con imágenes de sus memorables hazañas. Jimmy Jump y su barretina. Una barretina casi imposible de comprar en las tiendas de Carcelona en donde lo que vende son los sombreros mexicanos, las camisetas de Custo y las bailarinas de flamenco. Una barretina que paseó Dalí por el mundo. Una barretina que hoy luce de montera el torero catalán Serafín Marín a modo de protesta o reivindicación sobre la catalanidad de los toros. Es 11 de septiembre y suenan Els Segadors en el Nou Camp y yo me quedo callado y tarareo mi canción.

LA MALA REPUTACIÓN
por Georges Brassens

En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural.

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me pudo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.

Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla doy al señor
Y he aplastado el perseguidor
Eso sí que sí que será una lata
Siempre tengo yo que meter la pata
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Tras de mí todos a correr
Salvo los cojos, es de creer.

Ya sé con mucha precisión
Como acabará la función
No les falta más que el garrote
Pa' matarme como un coyote
A pesar de que no arme ningún lío
Con que no va a Roma el camino mío
Que a le gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Que a le gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Tras de mí todos a ladrar
Salvo los mudos es de pensar.

sábado, 4 de septiembre de 2010

te la vas a comer doblada


A veces me pasa. Sobre todo últimamente. Me pasa: de repente, estoy en Rosario. Aunque físicamente esté en Carcelona, estoy en Rosario. Debe ser uno de los misterios de Rosario, de los que habla César Aira. A veces coincide que estoy de verdad en Rosario, o sea que estoy en realidad allí, en los términos que normalmente se usan para explicar lo que realmente sucede -a pesar de que lo que no sucede puede ser tan real como lo que sucede. Ya lo sabemos. Cada uno crea su propia realidad-. Pero, ¿y la verdad? Ay, la verdad. El caso es que uno de esos días en que estoy de verdad en Rosario, también está el señor Toni Puig, teórico del modelo Carcelona. Un señor que se dedica a ir por el mundo explicando las maravillas de la marca Carcelona. Un señor al que definen como “gurú” (lo pongo en comillas porque el corrector del word no admite la palabra) de las ciudades. Un señor que inventó el concepto marca ciudad. Tremendo invento, pienso, mientras me cuentan que el gurú se enorgullece de su pasado libertario -fue unos de los fundadores de Ajoblanco- en la misma charla en la que afirma, encantado de haberse conocido, que una ciudad con caca de perro es ideal. Dejo aquí el link donde un porteño le contesta con cifras e inteligencia. Y es que mientras el gurú viaja a costa del herario público carcelonés para decir sandeces como ésta, sus congéneres del Ayuntamiento, esos que buscan “la excelencia”, llenan la ciudad con carteles en los cuáles se pide a los guiris que por favor: “please, do not defecate”. O sea, que quede claro, una ciudad con caca de perro es ideal pero una ciudad con caca de guiri es un asco. Obvio. Ahora entiendo lo del modelo Carcelona. Se trata de la primera ciudad que se ve obligada a poner carteles para que sus turistas, esos que llegan a Carcelona por “su encanto natural” como dice el gurú, no caguen en la calle. Lo peor de todo es que cuando no están cagando están de “balconing”, y el balconing, cuando sale mal, deja el suelo incluso más asqueroso que después de una cagada. Por la sangre y las vísceras, claro. Por suerte, otra gurú, la hermana de la princesa, Telma Ortiz, está de gira por China, con el loable objetivo de conseguir turistas chinos para nuestra cada más vez más sucia ciudad. Los chinos escupen en la calle, eso sí, pero visto como está el patio, es un mal menor. Lo explica de maravilla Antonio Baños en el Pravda, quiero decir en Público. Força Telma!

A los rosarinos se la quisieron meter doblada. No se dejaron. Lo sé. En Rosario prefieren los misterios a las marcas, las pinturas a los spots y los artistas a los diseñadores. Y luego llega Aira y escribe esto.

“... Y como si la palabra (nunca) se materializara frente a él, vio avanzar hacia la escalera a un ser inexplicable.
Era una negra. Una negra africana, corpulenta, sensual, con unos pies enormes (parecían patas de rana para nadar) la mota voluminosa, los ojos negrísimos entrecerrados, los labios gruesos como dos almohadones, las caderas de dos metros de diámetro, el bamboleo casi demasiado fluido. Metía miedo. Era la supermujer salvaje.
¡Una negra en Rosario! ¿Sería una becaria? En la Argentina no hay negros, y en Rosario menos. Y sin embargo, aquí estaba. De pronto Giordano, hacia quien se dirigía la negra como una marea, pensó que nunca antes había visto a una negra, a un negro en general, salvo en las películas, o en fotos, o viajando; nunca en la realidad. Y lo asombroso era que él sentía anticipadamente que la conocía, que él también podía hablarle, responder, acordarse.
- Hola Alberto.
- Hola Sam... dra.
Por un momento, estuvo a punto de decirle Zambomba, que era el apodo con que la llamaban a sus espaldas. Era Sandra, por supuesto, Sandra, que además de ser la única negra que conocía, era una distinguida colega suya y su mejor amiga. Formaba parte de un grupo de tres monjas misioneras que habían venido de Costa de Marfil hacía años, habían aprendido el idioma, adoptado la nacionalidad, colgado los hábitos, y se habían hecho rosarinas (aunque una de ellas vivía en un pueblo a cierta distancia). Las tres se habían casado, Sandra con un músico de rock, y un año antes de estos sucesos habían fundado una editorial. Eran jóvenes, entusiastas, y laboriosas. Y Sandra descollaba en teoría literaria, pero, humilde como era, se declaraba discípula de Giordano.”

sábado, 28 de agosto de 2010

sucio, seco y pesado


Sao Paulo me recibe con un 12% de humedad relativa en el aire. El porcentaje más bajo del 2010, leo en la Folha de Sao Paulo. El invierno más seco que se recuerda. Seco, sujo e pesado, dice el titular. La nota afirma que esta semana los paulistanos experimentan lo que significaría vivir en el Sáhara. Hay 23 grados de diferencia entre la temperatura mínima, 11 grados, y la máxima, 34. El mínimo saludable de humedad relativa es del 60%. Estamos casi en alerta roja tras cinco días por debajo del 30%. Un 12% equivale a fumarse 4 cigarros en un día, para que nos entendamos. Las autoridades han recomendado no hacer actividades al aire libre entre las 10 y las 5 y dejar el auto en casa. No ha tenido mucho éxito el consejo. Ayer viernes se registraron 152 km de embotellamiento. Así miden los atascos aquí. Por kilómetros. Me despierto con la boca reseca, pastosa, desagradable. He dormido casi 11 horas después de una noche final en Argentina sin apenas descanso. Este clima desértico de Sao Paulo me hace recordar al de 1999, cuando desembarqué por primera vez en América Latina. Recuerdo que hubo una serie de incendios y que padecí una de esas plagas bíblicas que yo pensaba sólo sucedían en la Biblia o en las películas de Hollywood. Langostas. Una plaga de langostas en Sao Paulo. Esta vez no hay tantos bichos pero el clima es una mezcla de desierto con tubo de escape. Infernal sería una buena palabra. Apocalíptico, otra. En Sao Paulo todo es extremo. Como la feijoada, ese plato que se cocina los miércoles y los sábados y que obliga a una siesta posterior para recuperarse. Como he dormido tanto, en lugar de siesta me voy al cine y me trago de postre Reflexões de um liquidificador, una divertida comedia negra sobre una batidora que habla con una abuela con carácter. Las autoridades aconsejan beber líquidos para no deshidratarse y aquí estoy yo, en el cine, viendo como usan la batidora para todo menos para un jugo, que es lo que me pide el cuerpo. Una película trash que muestra otra Sao Paulo y que incluso viaja a Guarujá, lugar donde me comí una de mis primeras feijoadas en ese mi primer agosto americano, junto a mi ex-biógrafo de guardia, el gran Abel, al que echo de menos en ésta que también fue su ciudad durante un tiempo. Son los minutos de la basura -que dirían en la NBA- de un viaje veraniego e invernal que ya toca a su fin. Un mes de fiestas literarias, festivales teatrales, asados argentinos, desplazamientos secretos y aniversarios felices. Un mes que confirma aquello de que norte es sur. Un mes que termina con nuevos proyectos en marcha: algunos tal vez se queden por el camino, otros quizás se ahoguen en el Atlántico pero seguramente sobrevivirán los auténticos, aquellos capaces de erizarnos la piel y emocionarnos nuevamente.

Todo esto del clima de Sao Paulo vale para el día. De noche se olvida. Y es que Sao Paulo es una ciudad para disfrutar de noche. No sé si J.P. Zooey conoce Sao Paulo. De hecho, no sé quién se esconde bajo este "Salingeriano" pseudónimo. Sólo sé que Sol Artificial es un gran libro.

"La tala de árboles en el Amazonas, el deshielo de los glaciares, el calentamiento global, el agotamiento de la capa de ozono, la extinción de los osos panda y otros juguetes de Greenpeace; el desierto que crece, el retiro de la metafísica, la muerte de Dios, las mujeres cada vez más infieles, nada de esto acabará con la humanidad. El verdadero cambio climático ocurre en la noche.

Noche es el estado actual del mundo para el cual son necesarias tecnologías que ayuden a mirar: las luces eléctricas, el televisor, el monitor de la computadora, los carteles publicitarios, los rayos lumínicos en los boliches. Éstas son tecnologías de la noche que abren la mirada, aunque a veces lo hagan "de día". La noche es el estado del mundo actual. El sol ha dejado de ser hace ya mucho tiempo la luz que da forma al mundo. Vivimos en una noche constante iluminados por luces artificiales que abren un mundo sin lugar para las sombras.

En estos tiempos nocturnos el mundo se nos abre explosivamente. Los rayos catódicos que paralizan el cuerpo en el sofá y lo destripan en la pantalla, los píxeles que liquidan formas heredadas durante milenios, los fríos neones de las crisálidas camas solares, las intermitentes luces bailables que facetan cuerpos que jamás se ven enteros, los carteles publicitarios que pronto serán simples espejos que nos ofertarán nuestra propia imagen: no son meridianas formas de la luz. Son más bien explosivos puestos en los cimientos emocionales del individuo de barro.

El modo en que la noche abre al mundo es el terrorismo emocional. Y es raro que aún el ojo no haya estallado como un grano de sal en el interior de un reactor nuclear. El terrorismo emocional presiona las emociones hasta el extremo de convulsionarlas. Y esta sobreestimulación de la noche fuerza al hombre a una nueva adaptación.

El terrorismo emocional es sólo un momento del cambio climático que producirá la extinción del individuo. Las emociones son objeto del terrorismo porque todavía responden a un tipo de subjetividad individual. Una vez deshecho totalmente el individuo en el océano informático ya no sufrirá los efectos explosivos de la noche. El desacople entre clima y humanidad es la causa de que el individuo se sienta desamparado y aterrorizado. En poco tiempo se adaptará, y no será ya individuo. Habrá creado, al fin, un nuevo día submarino. Con un sol artificial."

martes, 24 de agosto de 2010

Bienvenidos al tercer mundo


El Mundial sigue en boca de todos los argentinos. En cualquier conversación, tarde o temprano, sale el tema. Estarán contentos, dice el taxista, ¿lo celebraron mucho?, pregunta el escritor, felicitaciones, te suelta el periodista. Detecto cierto resquemor en estos comentarios, una fingida solidaridad. Finalmente ayer lunes, tomando cerveza con Mauro y Mercedes en una terraza de Palermo Hollywood, confirmo mis sospechas: no gustó mucho la victoria de España. Como casi siempre, los que mejor reflejaron el espíritu del momento fueron los de la revista Barcelona; una solución europea para los problemas argentinos. Lo leemos en la portada. Crisis, desocupación, miseria, despidos, baja de salarios, fin de los planes sociales, violencia, ajuste, sumisión al FMI y éxitos deportivos: los países más pobres de la tierra saludan a los españoles. BIENVENIDOS AL TERCER MUNDO. La revista Barcelona -lo leo en Gazpacho, otra revista, ésta creada por el CCBA- nació en el 2003. Fueron tres amigos y colegas, Ingrid Beck, Mariano Lucano y Pablo Marchetti, los que urdieron el pacto de una publicación que cada 15 días analiza con humor la realidad política de Argentina. Mientras escribo estas líneas recibo un sms de Maito, excitada con la nueva exhibición de rosarino, que bien podría ser una portada de Barcelona: Messi es catalán, no hay nada que hacer. Tendremos que ir a Rosario a averigüarlo.

La cita, no podría ser de otro modo, es del gran escritor Fogwill, fallecido el sábado. Lo vi apenas una vez, hace unos meses, durante un memorable desayuno literario en Casa América Catalunya. Tenía razón, hacen falta malos poetas, ni que sea para reírse de los reyes, sobre todo del Rey de España. Brindemos por ellos.

Llamado por los malos poetas

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
malos. Dos, cien, mil malos poetas
se necesitan más para que estallen
las diez mil flores del poema.

Que en ellos viva la poesía,
la innecesaria, la fútil, la sutil
poesía imprescindible. O la in-
versa: la poesía necesaria,
la prescindible para vivir.

Que florezcan diez maos en el pantano
y en la barranca un Ele, un Juan,
un Gelman como elefante entero de cristal roto,
o un Rojas roto, mendigando
a la Reina de España.

(Ahora España
ha vuelto a ser un reino y tiene Reina,
y Rey del reino. España es un tablero
de alfiles politizados y peones
recién comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).

Y aquí hay torres de goma, alfiles
politizados y damas policiales
vigilando la casa.

A la caza del hombre,
por hambre, corren todos, saltan
de la cuadrícula y son comidos.

Todo eso abunda: faltan los poetas,
los mil, los diez mil malos, cada uno
armado con su libro de mierda. Faltan,
sus ensayitos y sus novela en preparación.
Ah.. y los curricola,
y sus diez mil applys nos faltan.

No es la muerte del hombre, es una gran ausencia
humana de malos poetas. Que florezcan
cien millones de tentativas abortadas,
relecturas, incordios,
folios de cartulina, ilustraciones
de gente amiga, cenas
con gente amiga, exégesis, escolios,
tiempo perdido como todo.

Se necesitan poetas gay, poetas
lesbianas, poetas
consagrados a la cuestión del género,
poetas que canten al hambre, al hombre,
al nombre de su barrio, al arte y a la industria,
a la estabilidad de las instituciones,
a la mancha de ozono, al agujero
de la revolución, al tajo agrio
de las mujeres, al latido
inaudible del pentium y a la guerra
entendida como continuidad de la política,
del comercio,
del ocio de escribir.

Se necesitan Betos, Titos, Carlos
que escriban poemas. Alejandras y Marthas
que escriban. Nombres para poetas,
anagramas, seudónimos y contraseñas
para el chat room del verso se necesitan.

Una poesía aquí del cirujeo en la veredas.
Una poesía aquí de la mendicidad en las instituciones.
Una poesía de los salones de lectura de versos.

Una poesía por las calles (venid a ver
los versos por las calles...)

Una poesía cosmopolita (subid a ver
los versos por la web...).

Una poesía del amor aggiornado (bajad a ver
poesía en el pesebre del amor...)

Una poesía explosiva: etarra, ética,
poéticamente equivocada.

En los papeles, en los canales
culturales de cable, en las pantallas
y en los monitores, en las antologías y en revistas
y en libros y en emisiones clandestinas
de frecuencia modulada se buscan
poetas y más malos poetas:
grandes poetas celebrados pequeños,
poetas notorios, plumas iluminadas,
hombres nimios, miméticos,
deteriorados por el alcohol,
descerebrados por la droga,
hipnotizados por el sexo
idiotizados por el rock,
odiados, amados por la gente aquí.

En las habitaciones se buscan.
En un bar, en los flippers,
en los minutos de descanso de la oficina,
entre dos clases de gramática,
en clase media, en barrios
vigilados se buscan.

¿Habrá en la tropa?
¿En los balnearios, en los baños
públicos que han comenzado a construir?
¿En los certámenes de versos?
¿En los torneos de minifútbol?
¿Bajo el sol quieto?
¿A solas con su lengua?
¿A solas con una idea repetitiva?
¿Con gente?
¿Sin amor?

No es el fin de la historia, es
el comienzo de la histeria lingual.

Todo comienza y nace de una necesidad fraguada en la lengua.
Falsifiquemos el deseo:
Te necesito nene.
Para empezar te necesito.
Para necesitar, te pido
ese minuto de poesía que necesito, necio:
quisiera ver si me devuelves el ritmo de un mal poema,
que me acarices con sus ripios,
que me turbes la mente con otra idea banal,
y que me bañes todo con la trivialidad del medio.

Y en medio del camino, en el comienzo
de la comedia terrenal, quiero vivir
la necedad y la necesidad
de un sentimiento falso.

Se necesitan nuevos sentimientos,
nuevos pensamientos imbéciles, nuevas
propuestas para el cambio, causas
para temer, para tener,
aquí en el sur.

Y arriba España es un panal
de hormigas orientales:
rumanas, tunecinos,
suecas a la sombra de un Rey.

Riámonos del Rey.
De su fealdad.
De su fatalidad.
De Su Graciosa Realidad.
La realidad es un ensueño compartido.
La realidad de España
es su filosa lengua pronunciando la eñe
y su mojada espada pronunciando el orden
del capital y la sintaxis.

¡Ay, lengua:
aparta de mí este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,
suturada de chips, y cubre
nuestras heridas con el bálsamo de los malos poemas..

lunes, 16 de agosto de 2010

la playa de la plaza


En Belo Horizonte te piden disculpas por la falta de playa. Te hablan de la buena comida, de las anchas avenidas, del buen clima casi todo el año, pero, lo sentimos, repiten sin que nadie les haya pedido explicaciones, la playa queda a más de 400 kilómetros. Belo Horizonte es una ciudad del interior de Brasil que sorprende por su aparente tranquilidad. Las calles están limpias, se puede caminar a altas horas de la noche, nadie se mete con nadie. Es una ciudad donde, eso sí, se bebe mucho. Se bebe incluso en las librerías, como la estupenda Quixote, el mejor lugar para una cerveza a media tarde. En Belo Horizonte organizan un Festival de Teatro cada dos agostos. A comienzos de año, el alcalde quiso cargárselo con un decreto y se encontró con la respuesta de un grupo de mujeres que pelearon por él y lo recuperaron para la ciudad. El conflicto hizo que un festival que se produce durante un año tuviera que montarse en apenas dos meses. Les ha salido bastante bien a pesar de todo. Y es que las mujeres tienen carácter en esta ciudad sin mar. Y el alcalde, como el de Carcelona, tiene la mano suelta para los decretos y las prohibiciones. A finales del año pasado decretó la prohibición de organizar actos públicos en la Plaza de la Estación. Se trata de una plaza emblemática de la ciudad, frente a la antigua estación de tren, hoy reconvertida en museo. Los ciudadanos de Belo Horizonte no están de acuerdo con la prohibición y han creado un divertido movimiento de protesta que lideran algunas mujeres como la dj, perfomer y agitadora cultural Paloma Perentoni, que nos lo cuenta a Mario Duarte y a mí entre canción y canción. Paloma nos explica que ahora sí, Belo Horizonte, tiene playa. Al menos los sábados, cuando cientos de jóvenes llegan con sus trajes de baño, sus cervezas, sus tambores y se tumban al sol encima del cemento. Hacen una colecta y contratan un camión que les suelta manguerazos de agua. Varios vídeos dejan constancia de ello. Esto sí es intervenir el espacio público y lo demás son tonterías. Paloma baila como sólo bailan los brasileños: dándolo todo. Eso explica, esa aparente pasividad y ese ritmillo lento con el que, por ejemplo, te atienden en los bares o restaurantes. Devagar. Guardan las fuerzas para el baile. Y ahí estamos, bailando con los Mundo Livre S/A. Derroche de energía. Comunión total entre el escenario y los de abajo, que cantamos y saltamos como si nos fuera la vida en ello. Y es que los viejos rockeros nunca mueren. Ni squiera los que hacen Samba de combate, como esta banda de Pernambuco que cierra la noche del sábado del festival.

El tema del baile es un tema muy serio en Brasil. Como también lo es para Sebastián, el protagonista de "Ya sólo habla de amor", de Ray Loriga.

"Estaba a punto de bailar con Mónica, pero no era un buen bailarín, y lo sabía, o al menos lo recordaba, con la claridad que recordaba el resto de las cosas que no era. No estaba entre los bailarines, de eso estaba seguro, lo cual era tanto como no estar entre los vivos, como ser ya, en ese mismo instante, un fantasma...
... Si un hombre no es capaz de bailar con la mujer que ama, con la mujer que, al menos, intuye que ama, o a la que quiere y debe amar en cualquier caso, por más que no pueda amarla, es que sus días carecen ya de sentido y no hay por qué pedir más pruebas, una vez se confirma que la muerte que se imaginó en la infancia, lejana e imposible, se aproxima galopando."

miércoles, 11 de agosto de 2010

El efecto Paraty


Nada le molesta más a Ramon que tener que justificar su modo de vida. A los habitantes de Paraty les cuesta aceptar que su conciudadano no sea ni un millonario ni un mafioso, sino apenas alguien que rechaza la maldición bíblica que reza "te ganarás el pan con el sudor de tu frente". Ramon alquila su apartamento en Barcelona y con esa renta de serie B vive feliz en el trópico. Tiene una mujer, un hijo y un pequeño barco en el que a veces, cuando le provoca, saca a pasear a algunos turistas despistados. Hace diez años que llegó a Brasil y pasó por un período de crisis durante el cuál regresó a Carcelona, consiguió un trabajo e intentó vivir como sus amigos de la infancia, al poco tiempo se dio cuenta de que su lugar, su alma y su piel estaban en otra parte, en este pueblo de mar donde los inviernos significan apenas un jersey para no resfriarse. Paraty es una de esas ciudades para soñar. La belleza de su centro histórico, sus calles empedradas -con piedras de verdad, como las pusieron hace 500 años, incómodas para caminar, donde los zapatos se rompen y los pies lloran- y un clima benigno la convierten en una suerte de lugar idílico para vivir. Al profundizar un poco, uno se da cuenta de que en las fantásticas casas del Centro no vive nadie, que los festivales terminan un día y que alrededor de este mini-escenario se ha desarrollado una ciudad con los mismos problemas y falta de servicios públicos de las grandes urbes. Pero claro, estas frases son reflexiones superficiales de un turista accidental con pretensiones literarias. Durante los cuatro días que transcurre la Flip nada de esto importa y uno cena feliz en una de esas casas y duerme aún más contento en la posada de María Della Costa y se toma una caipirinha relajado frente al mar y está bien que así sea porque, como diría la folclórica, me lo merezco! En la Flip uno divide el tiempo entre risas con poetas locos, cervezas con periodistas ilustrados y bailes con escritoras sobrevaloradas. Beleza!

En el bar del escritor, al lado de la playa, leo VIAJAR SIN VER, de Andrés Neuman, y me quedo embobado en el recuerdo.

"Tomo té en una mesa. La luz rueda por el pasillo. El líquido y la tarde me hacen feliz de pronto. Esta serenidad en mitad del vértigo, esta certeza que no tiene lugar, ni país, ni causa, que puede sorprendernos en cualquier parte como la caricia de un desconocido en la nuca, esta alegría provisional y a su modo ridícula, es el recuerdo más valioso que me llevaré del viaje."
"Cuando nos resulta imposible una mirada exhaustiva y documentada sobre un lugar, sólo nos queda el recurso poético de la inmediatez: mirarlo con el asombro radical de la primera vez. Con cierto grado de ignorancia y, por lo tanto, de avidez inaugural."