jueves, 9 de agosto de 2012

Carcelona en El Librero

Escriben en El Librero... "Tanto él como Caellas, economista de formación y director teatral por vocación, comparten la desolación de quien está enamorado de alguien que le hace daño. Ambos observan a su ciudad, señalan sus defectos y detrás de cualquier constructo teórico está el deseo de reconciliarse con la Barcelona que recuerdan o que prefieren. Lo que Delgado llama “reapropación capitalista de la ciudad”, Caellas lo convierte en el móvil de cada pequeña crónica. Carcelona nació como un blog y se reconvirtió en libro con muchísimo material inédito que conserva el humor negro, la mirada antipática. Una de las virtudes del libro está en ese tono, pues el autor parece estar sentado en una plaza o en la terraza de algún bar viendo el mundo derrumbarse, pero sin soltar la prensa ni la cerveza. Así, Caellas reúne teorías muy especulativas con datos duros de los medios más tradicionales de Cataluña como quien quiere usar las propias armas del enemigo para destruirlo. Carcelona es un libro local en términos espaciales, pero su aproximación teórica aplica para cualquier ciudad entregada a intereses ajenos a los del propio ciudadano. Aunque su edición física tiene distribución precaria, otra opción –bastante más económica, además– es comprarlo en el portal www.sigueleyendo.es, sin fronteras ni intermediarios."

domingo, 15 de julio de 2012

Carcelona skater

Por Maximiliano Tomas para La Nacion Cualquiera que haya viajado en la última década a Barcelona sabrá que se trata de una de las capitales mundiales del skate. Durante el día e incluso la noche, la explanada del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) es uno de los territorios skaters por excelencia: los pisos lisos y las rampas de acceso al lugar se convirtieron en un parque de prácticas involuntario, generado por el uso que los jóvenes hicieron de él. Pero a fines de 2005, el gobierno de la Generalitat aprobó la Ordenanza de Civismo y Convivencia que, entre otras disposiciones, incluyó la de sancionar con multas que van de los 750 a los 1500 euros la práctica del skateboarding en los espacios públicos. Para el escritor Marc Caellas, autor del ensayo Carcelona, esa fue apenas la manifestación más transparente de la "dictadura del civismo" catalana: "Que sean rebeldes, si quieren, pero en su casa, porque cuando lo son en la calle la ensucian. Protesten, si no tienen nada mejor que hacer, pero que no tiren papeles al suelo. En la Carcelona del diseño y de los escaparates, la imagen es lo relevante". Así y todo, la puja entre las leyes municipales y la apropiación del espacio por los ciudadanos no es algo que se resuelva tan fácilmente. El MACBA sigue llenándose de skaters que le dan a esa zona del barrio del Raval una fisonomía única. Y cada vez que en la explanada irrumpe un móvil de la Guardia Urbana, los skaters se sientan sobre sus tablas y se ponen a charlar distraídamente: como no están patinando, no pueden ser sancionados. (...) siga leyendo acá

sábado, 14 de julio de 2012

Carcelona friends: POSTECONOMÍA

Escribe Antonio Baños Asalto a los bienes comunales “La apropiación del territorio se ha dado también sobre el tejido urbano. El espacio público ha sido víctima del proceso posteconómico. La calle, la plaza, las vías y sus límites: el vado, la acera y la cuneta está sufriendo un doble proceso de privatización, o mejor dicho, de despojamiento de su condición de espacios públicos. Por un lado, tenemos el gran proyecto securatista, una cruzada ideológica lanzada en múltiples frentes con una intención disciplinaria. El exterior es un lugar peligroso que debe ser sobre-expuesto a la mirada de la cámara de seguridad. Permanentemente grabado, recreado una y otra vez para limpiarlo de impurezas. El viaje a través de dicho exterior, el desplazamiento y el tránsito en general, son a la vez promocionados y condenados: ensalzado el turista y condenado el inmigrante. Revive la oposición entre el peregrino y el bandolero que moldeó la idea de camino y viaje durante los años oscuros. La asociación entre movimiento y peligro se condensan hoy en la figura del terrorista suicida, doble metáfora sobre el peligro del exterior a la vez que del exterior peligroso.”

jueves, 28 de junio de 2012

Carcelona y la educación en España

Santiago García Tirado escribe en sigueleyendo.es este análisis de Carcelona que supera todas mis expectativas. Carcelona es una obra a la que le sobran motivos para ser considerada sexy. Entre ellos, el olfato con que Marc Caellas ha seleccionado citas de otros autores. Podría extenderme hablando del libro, de Barcelona, de la grima condal, pero ya me he explicado antes en otros sitios. Advierto: quien se acerque al libro pensando en encontrar un digest sobre la ciudad se va a llevar un buen chasco. El precio irrisorio de su versión digital es otro elemento que puede inducir a equívocos. El repertorio de temas, el acumulo de datos y referencias a hechos recientes, la destreza con que Marc Caellas condensa en muy pocas páginas un más que solvente análisis de la ciudad, dotan a la obra de un atractivo irresistible. Se acaba en el culmen del placer, y ni siquiera consuela fumarse un cigarrillo. Hoy Carcelona me ha llevado al tema de la Educación, en general, la de la Carcelona original y la del resto de la cárcel ibérica. A su estado de desintegración actual, antes de haber llegado nunca a nada. Todo a cuenta de una cita que recoge en el primer capítulo, Carcelona rules. Marc Caellas cita a Foucault, y Foucault cita la educación. Yo me paso el día hablando de educación. Trabajo en educación, de ahí que (han acertado) sea uno de esos seres melancólicos con déficit prematuro de libido y tendencia a llorar por los rincones. Foucault dice ahí (y no dejen de tomar nota de la atemporalidad con que se expresa): “Cierto significado común circula entre la primera de las irregularidades y el último de los crímenes: (…) es la anomalía; esto es lo que obsesiona a la escuela, al tribunal, al asilo o a la prisión.” El análisis es válido, por encima del tiempo transcurrido. El diferente, el de comportamiento extraño, el que no sigue a la masa tiene que ser sometido, domesticado: educado. El problema que encuentro en la actualidad es que los estados han ido afilando sus herramientas hasta alcanzar niveles de sofisticación y cinismo alarmantes. Yo soy miembro de la comunidad educativa de un estado. Luego tengo que confesarme: Soy agente de una descomunal y soberana estafa llamada “Educación Española”. Les explico mis funciones: entro a clase, conecto la luz, paso lista, explico un tema (pongamos: “diferencias entre los morfemas flexivos y derivativos”, un peliculón), me aseguro de que nadie ha sufrido una crisis hepática en los últimos 50 minutos, despido la clase, apago la luz. Un compañero o compañera los recibe en otra clase, y así hasta siete veces en un día. Los padres agradecen esta labor social, ya que en esas cinco horas sus chicos han estado bajo custodia y no ha habido que preocuparse de ellos. Fuera de esa digna contribución al orden social, mi trabajo consiste en asistir a reuniones, rellenar impresos, explicar a los padres cuando vienen a consulta que su hijo o hija es normal, adolescente con lo que eso implica, pero normal. Y así colmo de alegría a cada una de esas familias. Ya está. La escuela que surgió en los primeros años de democracia, con su habilidad para crear debate, potenciar entre los alumnos el espíritu crítico, enseñar la importancia del respeto a la opinión ajena, dotar a los estudiantes de herramientas para elaborar juicios propios (y no juicios dirigidos), todo eso ha quedado en el camino. Como lastre inútil. Unos le dieron prioridad a los aspectos utilitarios de la educación (lo que tiene salida laboral, lo técnico y/o científico); otros, a la eliminación de cualquier concepto que no fuese materia examinable. Ética, debate, información abierta, análisis: todo sonaba ya a subversivo. A rojo. A enemigo de la patria. Su patria. Y así de gozosos hemos llegado hasta aquí, a este año 2012 que Foucault ni hubiera llegado a columbrar. El año en que el alumno diferente ha dejado de ser un peligro porque está debidamente narcotizado; el profesor diferente, amordazado y advertido; el colegio diferente por fin desahuciado y puesto bajo control. Es un clima maravilloso para seguir operando la involución fascistoide, reduciendo costes, hipotecando el futuro de generaciones, y todo ello con cargo a una crisis de la que nos quieren convencer de que llegó una tarde de primavera, irremediable como una gripe. Pero la hipoteca es otra. Es la hipoteca de una ciudadanía sin criterio, que no ha ejercitado el sentido de la discrepancia. Que ni se plantea una rebelión, porque ni sabe que la rebelión es posible, y es plausible. Toda una generación que pasó por nuestras aulas y a las que ya ni se les planteó la posibilidad de un espíritu crítico. Es el saldo de 35 de años de democracia en los que la Educación fue huyendo de sí misma hasta olvidar su función. Y eso es lo que sobrecoge de Carcelona, que habla de una ciudad que es epicentro y síntoma de algo más grande, mucho más preocupante, que se llama España. Un país donde, ya ven, se golpea duro y a continuación se amenaza a la ciudadanía para que siga su camino, y en silencio. Lo otro, el derecho a la discrepancia, es cosa de alborotadores, insociables, violentos. Es cosa de los distintos. Y que una parte tan grande de la población acepte que esto es así, porque no puede ser de otro modo, significa que los que enseñamos hemos cumplido muy bien nuestro trabajo. Marc Caellas también cita a Thoreau: “Bajo un gobierno que encarcela injustamente a cualquiera, el verdadero lugar de un hombre justo es también una prisión”. Ahí lo tienen, implícito, el próximo paso que nos espera en esta maravillosa España Democrática. Educación Española hace pueblos felices.

lunes, 4 de junio de 2012

guiris listillos

Gracias al subversivo que se esconde en Tienda Derecha, me entero de las actividades de este súbdito de la reina de Inglaterra. Parece ser que, ante la falta de oferta "oficial" (el tema no debe gustar a los artífices de la marca Carcelona) el tal Lloyd les cuenta a los guiris interesados su visión de la Guerra Civil. La noticia sale publicada en El Periódico. Barcelona condena al turismo de la guerra civil a la clandestinidad CARLES COLS BARCELONA Berlín tiene el Museo de la Stasi, que exhibe de todo, incluso esos sobrecogedores tarritos en los que la policía de la RDA guardaba prendas con el olor de los sospechosos por si un día sus perros sabuesos tenían que seguir un rastro. Israel está que se sale con la exposición que ha organizado con el material que el Mosad empleó para capturar a Adolf Eichmann, como la jeringuilla con la que le mantuvieron sedado para sacarle con disimulo de Argentina. Del Museo de la Guerra de Londres no puede decirse más una cosa: hay que ir. Barcelona, a su bola como siempre, no tiene ningún museo que retrate los años en los que la ciudad fue la portada de la prensa de más de medio mundo. No. No fueron los Juegos Olímpicos. Fue la guerra civil, un gancho turístico que Barcelona ignora para alegría y estupefacción de personas como Nick Lloyd, un geógrafo de Manchester que se ha reconvertido en uno de los poquísimos guías de la ciudad que organiza rutas por las trepidantes historias que sucedieron en la capital entre 1936 y 1939. Esto es, pues, un relato sobre lo que hace Lloyd para ganarse la vida y lo que no hace Barcelona no se sabe muy bien por qué. Plaza de Sant Felip Neri, que conserva aún las cicatrices de los bombardeos. JOSEP GARCIA Más informaciónJunto a un hotel de lujo, una placa recuerda a NinUn local de la calle Guifré acoge a los héroes del aireLa Tranquilidad, el local que rifaba pistolas StarTags: Barcelona Edición Impresa Versión en .PDF Información publicada en la página 42 de la sección de cv Gran Barcelona de la edición impresa del día 03 de junio de 2012 VER ARCHIVO (.PDF) Unos ocho millones de turistas visitan cada año Barcelona. La arquitectura lisérgica de Antoni Gaudí y el gótico local de corta y pega son sin duda las principales atracciones. Pero ocho millones son muchos millones y, entre ellos, como atestigua Lloyd, muchos vienen en busca del eco de las emociones que vivió en la ciudad George Orwell, por ejemplo. Homenaje a Catalunya, una obra tan extraordinaria como molesta, es para esos viajeros poco menos que el mapa del tesoro. «Esta semana he tenido a un grupo de canadienses el miércoles, y el viernes a unos escandinavos», repasa Lloyd. En fechas anteriores, un poco todo. Exbrigadistas internacionales, hijos y nietos de exbrigadistas internacionales, holandeses, australianos, un par de veces albaneses y, ocasionalmente, catalanes. Lloyd, hay que reconocérselo, se ha montado un buen negocio gracias a la incapacidad de los catalanes de echar la vista atrás sin pelearse. Tras 20 años en la ciudad, ha sacado sus propias conclusiones. «Barcelona solo tendrá un museo sobre la guerra civil si todos las partes interesadas, que son muchas, aceptan que tendrán que ceder en sus puntos de vista», sostiene. Es más o menos lo que intenta hacer Lloyd cada vez que recibe a un grupo. Si los visitantes llegan fascinados por el anarquismo que Orwell retrata en las primeras páginas del libro («por primera vez en mi vida me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas... parecía una ciudad en la que las clases adineradas habían dejado de existir»), Lloyd subraya en algún momento del paseo los desmanes del anticlericalismo. Solo una selección de las portadas que la prensa internacional dedicó a esa cuestión en 1936 merecería ya una sala en exclusiva en ese inexistente museo de la guerra civil. Los rojos crucifican a las monjas, exageró en portada el sensacionalista Daily Mail. Barcelona, sin embargo, prefiere conformarse de momento solo con darle unas pocas pinceladas al lienzo de lo que aconteció en sus calles. Se pueden visitar un par de refugios, alguna batería antiaérea, el Fossar de la Pedrera... Efectivamente, en esencia solo recuerdos de la resistencia de la ciudad ante el fascismo y muy poco de cómo la retaguardia terminó por degenerar en un brutal pandemonio. De hecho, el propio Orwell ha sido víctima de ello mucho más allá de lo imaginable. De entrada, en vida tuvo serios problemas para publicar Homenaje a Catalunya porque los editores de izquierdas consideraban que era una obra inconveniente. Cuando murió en 1950 aún no se habían agotado los 1.500 ejemplares de la primera edición. Después, el libro funcionó con ventas millonarias en todo el mundo, pero en Catalunya no se publicó la versión sin censuras hasta... (un breve suspense no está de más aquí en este párrafo)... el año 2003. MONUMENTO OPINABLE / Aunque sea solo una casualidad, ese es el año en el que Barcelona demostró hasta dónde está dispuesta a llegar en el recuerdo de su pasado más reciente. No muy lejos, sería la conclusión visto el monumento que se inauguró en abril de ese año en la Gran Via en recuerdo a las víctimas de los bombardeos que sufrió la ciudad durante la guerra. Se titula Encaix. Está a la altura del interés con el que el Museu d'Història de Catalunya despacha el capítulo dedicado a la guerra civil. Vean, visiten y opinen. Encontrarán el breve repaso sobre esa contienda bélica como un subapartado dedicado al primer tercio del siglo XX titulado Los años eléctricos. Así las cosas, Lloyd y poco más es lo que Barcelona ofrece para recordar a pie de calle aquellos novelescos pero reales tiempos en los que el Hotel Continental daba cobijo a «periodistas extranjeros, sospechosos políticos de todas las tendencias, un aviador estadounidenses al servicio del gobierno, varios agentes comunistas -incluido un ruso muy gordo de aspecto siniestro, de quien se decía que era un agente de la OGPU, conocido por el sobrenombre de Charlie Chan y que llevaba al cinto un revólver y una pequeña granada-, algunas familias de españoles acomodados que parecían simpatizar con los fascistas...» o cuando «en una ventana próxima a la penúltima letra O del enorme rótulo del Hotel Colón había una ametralladora capaz de barrer la plaza con mortífera eficacia» para dar caza a los anarquistas durante los convulsos incidentes de mayo de 1937. Son dos fragmentos de Homenaje a Catalunya, sin duda una mirada parcial de todo aquello cuanto ocurrió, pero como mínimo una mirada que, desde el punto de vista turístico, Barcelona, con ocho millones de visitantes al año, se resiste todavía a ofrecer.

jueves, 17 de mayo de 2012

Carcelona digital

Es un honor formar parte de la colección Husos, en sigueleyendo.es Gracias Cristina, Txiqui, Óscar y al resto de la banda Carcelona digital ya disponible

martes, 1 de mayo de 2012

volver a carcelona

Mi amigo Ginés Alarcón me entrevistó pocos días antes de partir hacia Kosovo. Éste es el resultado. Vale la pena darse una vuelta por su Torpedone Capri. Marc estaba ayer en Bogotá, donde ha dirigido Las Listas en el Festival Iberoamericano de Teatro, pero luego volaba a Caracas. Es difícil seguirle la pista, así que aprovechando su última visita a Barcelona, quedamos para charlar sobre Carcelona (Melusina, 2011). El blog que luego se convirtió en libro. Un ensayo que despeja dudas, lúcido y divertido, entre los que creemos que algo va mal en la mejor ciudad del mundo. Esta semana estará disponible en formato digital en Sigueleyendo.es Vuelves a Barcelona, pero solo dos semanas… Como no estuve cuando se presentó Carcelona, y mi hermana está embarazada, me apetecía venir. Pero a los cinco días ya me estaba arrepintiendo porque podría estar en una playa tocándome los huevos. Carcelona ha tenido buena acogida… La verdad es que sí, ha habido buenas reseñas, excepto en la prensa generalista, porque es precisamente lo que uno critíca. Pàmies… Pàmies me daba un colleja. Él decía que a tí mismo se te podrían aplicar algunas de las cosas que criticas. Claro, que yo me podría exigir más. Pero venía a decir que el libro le gustaba hasta que criticaba a los de su gremio. Me pareció un poco gratuito, pero hablándolo con amigos, después de leer el artículo, tenían ganas de leer el libro o sea que… La idea del libro parte de tu blog Carcelona, ¿cómo empezó? Después de casi seis años en Caracas, a los cuatro días de volver a Barcelona empecé el blog. El nombre me lo inspiró mi hermana Mónica. Ya se había utilizado por colectivos anarquistas, pero ella me lo recordó: “Esto es Carcelona”. Y el primer post fue a raíz de un viernes que fui a jugar a fútbol sala con mis antiguos colegas. Entonces me acordé de mi infancia marista. Y a ellos los quiero mucho pero se han convertido en muchas de las cosas que… Se han convertido en ciudadanos. Son muy convergents. Hicimos un referéndum en el vestuario y de ocho, cinco votaban a Convergència. Y lo decían tranquilamente, lo cual me parecía sorprendente en gente de 35 años. Porque en mi entorno nadie más tenía ese perfil. Y luego encontraste un hilo para ir explicando cosas. El estilo de foto, texto y fragmento literario, mezclando autobiografía y ciudad, lo empecé en Bogotá, con el blog Inquietudes. Luego lo apliqué a Barcelona, con el matiz de que quiero a mi ciudad, pero vista casi como un extranjero. Además venías casi del Caribe, de la locura latina. Caracas es Caribe, aunque no esté físicamente, culturalmente es Caribe. Venezuela debería estar en los mapas junto a la República Dominicana. Tiene más en común con las islas que con Sudamérica. Quizá la parte andina de Mérida, pero en general, el país en sí, con lo bueno, esa inmediatez caribeña, el hedonismo, y con lo malo, el caos y el desorden, es Caribe. ¿Esa parte negativa del caos no la echas de menos en Barcelona? Por supuesto. Me irrita el orden extremo de aquí. La voluntad de querer controlarlo todo. En el libro hay una cita de Josep Pla que dice que no se puede higienizar todo. Lo importante es que las cosas fluyan. Si se estancan las aguas, se pudren. ¿Ésa es la idea de fondo? ¿El exceso de control? Es una mezcla de excesos, también de buenísmo, estilo socialista, esa idea en plan ONG de que todos podemos hacer algo y limpiar nuestra culpa. Si reciclas ya eres un buen ciudadano y no tienes que pensar que quizás el tema no es reciclar sino por qué cada semana hay que comprar un envase o un teléfono nuevo. Nadie se para a pensar que en lugar de reciclar la botella de Coca-cola, lo mejor sería ir cada día con la misma para que nos la volvieran a llenar. O la gente que pide un carril bici como si eso les fuera a solucionar la vida y sigue teniendo coche. Es esta idea de quedarse siempre a medias, de quedarse tranquilos: Somos civilizados. Esa patraña del seny, de ser assenyats, que se dice aquí. Tú eres crítico con muchas cosas, pero la mayoría de la gente valora que la ciudad esté más limpia, que las carreteras estén en buen estado, que el transporte público funcione… No tienen nada de qué quejarse mientras nosotros nos indignamos. ¿Tiene sentido? Para mis amigos de Caracas o de Bogotá les parece como una pose, porque la ciudad es como dices tú, pero cuando uno se para a pensar en que el metro sea tan perfecto, te preguntas si en cada parada hace falta que haya cinco ascensores. Y ahora te das cuenta de que hay que recortar en sanidad para sostener eso. El otro día iba con mi padre por los Túnels de Vallvidrera y flipé. Parece una película futurista. ¿Hace falta ser tan perfectos? Me dijo que hay un Teletac que detecta cuánta gente hay en el coche. Si van tres pagas menos, y yo decía, ¿pero qué hay que hacer? ¿saludar? Es un invento tan sofisticado que la concesionaria seguirá cobrando para amortizarlo. Es el progreso… Es un falso progreso. Cada vez más gente no tiene trabajo, o duerme en los cajeros, que lo quieren tapar pero lo notas, y hay un mal rollo general que se percibe si vives aquí. A mí lo que me gusta de vivir fuera es que cuando vengo a Barcelona la disfruto más. Barcelona es fantástica para quince días. Siempre gana en las encuestas porque es la ciudad perfecta para ir de visita. ¿A qué crees que se debe este mal rollo de la calle? Lo que hace feliz a la gente en realidad no es el buen estado de la carretera, sino tener una buenas relaciones personales, follar bien, poder tomarse unas copas con los amigos sin pensar que no llega para pagarlas, o el preguntar a alguien en la calle y que no te mire mal porque se piensa que le estás vendiendo algo. Son estos intangibles que aquí cada vez están peor. La no felicidad general de la gente se contagia. Quizá en el Caribe, con esa locura tropical, hay más margen para perderse, pero aquí como ya lo tienes todo, has de llenar las horas, ser el buen ciudadano, el buen marido, y al final acabas… Lo que te hace estar incómodo es que a cada hora del día hay una exigencia. Parece que estés programado para ser de una forma. Por la mañana ver al Cuní o quien toque, llegar al trabajo, saludar a todos, bajar a las once a tomar el café con tus compañeros de oficina con los que no tienes nada en común, y no hablar de nada porque todos están pendientes de si le van a quitar el puesto a uno o a otro. Luego irte a comer esos menús, que en su día eran buenos, pero ahora es como hacer comida mala a propósito, en plan yankee, comer para alimentarte. Luego está el perfil catalán que, comparado con otras regiones de España o del extranjero, también es particular. En una entrevista para Rockdelux, David Rodríguez, de Beef, decía: “Cataluña me parece una paletada. Es una sociedad retrógrada y reaccionaria; España en general me lo parece, y el mundo cada vez más, pero Cataluña me da rabia porque es de donde soy. Se ha perdido el olor a fritanga y la vida en la calle; han sustituido la alegría de vivir por la alegría de ser de un sitio”. Eso conecta con la farsa nacionalista. Que en Barcelona es doble, porque es Barcelona y es Catalunya. La idea de ciudad-marca. Barcelona debe ser de los pocos sitios de España donde no hay tapas. También es cierto que nos referimos a una parte y la tomamos como un todo, que sería Gràcia, Eixample, Raval. Luego cuando voy a casa de mi abuela en Nou Barris veo otras cosas. Yo vivo en Gràcia, y queda algún bar, pero luego vas a la Barceloneta, al Leo, típico bar español de mierda, y haces fotos… Claro, antes de que sea una reliquia. A ver, yo soy catalán, y no voy a dejar de serlo, ni por este libro ni por vivir mil años fuera, pero hay un modo de ser que aquí se confunde. Por ejemplo la perversión del nacionalismo. En España siempre ha habido bromas sobre el caracter de los catalanes o de los andaluces, que precisamente es su riqueza. Y antes se hacía con total naturalidad, se decía que somos tacaños y secos, y lo somos, igual somos más pragmáticos, o trabajadores, que también sería discutible. Pero ahora es una crítica política, de enfrentar. Buena parte de esta culpa es de los propios políticos. Y de los medios de comunicación. Te das cuenta de lo influenciables que somos, cómo gente tan inteligente no sale de ese círculo. Luego están los medios de aquí, si no sales de TV3 o Catalunya Ràdio te encierras en el establishment. En TV3 dedican mucho tiempo en los informativos a los políticos. Yo en otros países no he visto tanto minutaje dedicado a los políticos. Si sumas la información del Barça llenas medio telediario. Y es lo mismo por la mañana, por la tarde y por la noche. Lo sorprendente es que esto acabe afectando a las relaciones personales. Intentas salir un miércoles y te dicen que no, que mañana hay que trabajar. ¿A alguien le ha pasado algo por ir a trabajar durmiendo cuatro horas en lugar de siete? Si lo haces cada día, vale, pero parece la gran transgresión. Se ha perdido la espontaneidad. En Caracas sales a la presentación de un libro y acabas en un fiestón a las 4 de la mañana por las dinámicas que se crean. Aquí nos autocensuramos: “Vámonos a casa, que ya es tarde”, es como si la gente fuera con el freno de mano. Pero si te dejas llevar por esa inercia te alejas de Europa y entras en el descontrol latino… Caracas es el extremo opuesto, porque es una ciudad muy explosiva, pero hay soluciones intermedias, como Buenos Aires, o Sao Paulo, donde hay cierto equilibrio entre el pragmatismo europeo y la espontaneidad latinoamericana. Copito de nieve es un referente de Carcelona… La historia de Copito es un disparate desde el inicio, que lo capturen en la selva y luego lo sienten en una silla del Ayuntamiento. O cuando le obligaban follar para que se reprodujera. Juan Terranova hizo una reseña del libro y explicaba que, cuando fue a ver a Copito, lo encontró lanzando lechugas contra el cristal que le separaba del público. Bueno, yo lo he visto lanzando su propia mierda. Claro, es que de Copito hay imágenes sonriendo, pero después de tanto tiempo llegó un punto en el que debía estar hasta los cojones. Los gorilas (por algo venimos de ellos), tienen una capacidad de raciocinio que el tipo ya debió entender muchas de las cosas y estaba harto de follar, tener hijos y que le dieran yogures desnatados. Toda esa tontería… Es un síntoma. Que también lo hubo con la orca Ulises, las dos celebrities animales que hemos tenido aquí. La orca, por suerte, no cabía en la piscina, y la traspasaron a los Miami Dolphins. ¿Aquí se vive mal? No, a mí cuando me preguntan de fuera digo que yo he intentado siempre pasarlo bien. ¿Hay algo que se pueda hacer más allá de criticar? Lo jodido es que no sé qué se puede hacer. Porque te dirán que criticar está muy bien, pero hay que aportar algo. Lo que se puede hacer es que cada uno, con su actitud, cambie las cosas. Yo en el libro intento obligar a plantear cosas. En algunos casos recomiendo a gente a quien se le debería hacer más caso. Más allá de eso, sobre qué se puede hacer, se trata de educar el pensamiento crítico. Pero es algo que no toco en el libro porque se me escapa y hay que analizarlo bien. Es el tema de la educación pública, como el catalán, que yo soy catalanoparlante y me parece bien, pero eso tapa otras cosas. En los informes Pisa, que no sé qué credibilidad tienen, España sale mal parada y Catalunya peor. ¿Sabes que el quinto nombre de mujer más común en Catalunya es Josefa? Cuando ves que en los referendums solo el 8% de los ciudadanos van a votar te preguntas a quién le importa realmente esto. El otro día Lucía Litjmaer me decía que Barcelona era como una de esas fiestas en las que llevas muchas horas, vas al baño y cuando sales te das cuenta de que estás borracho y toda la gente interesante ya se ha ido. Pero la fiesta sigue y te quedas, y eres consciente por un momento de que es un coñazo, pero qué vas a hacer. De todas las ciudades en las que has estado, ¿en cuál te has sentido más cómodo? Es que yo tengo una incomodidad general, a mí me gusta moverme. Me sentí muy a gusto en Caracas, pero cuando empecé a sentirme a disgusto me fuí y no volvería a vivir allí. Bogotá tiene el problema de la altura. Casi todas las ciudades tienen sus cosas en realidad. No he encontrado la ciudad ideal. Igual no la vas a encontrar nunca. No, pero me iré moviendo mientras tanto. Mi lugar creo que ha de ser aislado, en una isla del Caribe o en el continente, pero al lado del mar, y compaginar eso con alguna ciudad cerca, seis meses en cada sitio. Y quince días en Barcelona. Exacto, para decir hola a mi mamá, que no le gusta viajar. Ése es mi plan, y ya tengo varios lugares localizados. Carcelona (Melusina, 2011) marccaellas.com @mcaellas

jueves, 29 de marzo de 2012

violencia en Carcelona


Me cuentan que la huelga general ha sido un éxito. Algunos querrán desviar la atención de esta protesta ciudadana hablando de la violencia, de los violentos, los anti-sistema. Vean este vídeo y quizás entiendan algunas cosas.

"No ver la realidad es una región de la violencia, quizá la más peligrosa y contagiosa. El 29-M fue, de hecho, un intento colectivo para que un Gobierno observara la realidad. Una realidad absolutamente violenta: la desaparición del Estado de bienestar, la columna vertebral del Estado de derecho. No hay uno sin otro. Y uno está desapareciendo."

El artículo completo, del gran Guillem Martínez, se puede leer acá.

sábado, 24 de marzo de 2012

Teatro vs literatura


Margarita Valencia y Jaime Andrés Monsalve me entrevistaron para Radio Nacional de Colombia. Mañana domingo a las 8 a.m. sale al aire.

EL TEATRO NO PUEDE SEPARARSE DE LA LITERATURA

Este domingo nos acompaña en Los Libros el director teatral y autor Marc Caellas, presente en el Festival Iberoamericano de Teatro con la obra "Las listas".

Nacido en Barcelona en 1974, Marc Caellas es director teatral, bloguero y gestor cultural, aunque él prefiere autodenominarse "activista" cultural. Empezó a escribir su blog "Carcelona" en 2009, después de haber pasado varias temporadas entre Caracas y Bogotá. Al regreso a su ciudad natal, los relatos breves con citas y fotos que conformaban su página web hicieron parte de su primer libro, llamado igual que el blog y editado de manera independiente. “Carcelona es una cárcel mental, es un parque temático, es una cárcel de oro”, asegura.

A pesar de que su libro se inicia con descripciones alegres y un tanto positivas respecto a la ciudad española, página a página va presentando su propia mirada de este epicentro mundial como quien rompe el vidrio de una vitrina y pone al desnudo sus maniquíes. “Barcelona tiene este tema con la moda, y los diseñadores y con lo fashion -asegura-. Si un día sales desarreglado a la calle te sientes mal, porque estás afeando este entorno tan impoluto, porque te han convertido en un extra de esta ciudad de parque temático maravilloso a orillas del Mediterráneo. Allí cualquier cosa hay una norma”. Esa crítica de lo cotidiano y de lo social fue lo que llevó a la editorial Melusina a llevar el blog de Caellas al papel.

El autor catalán es también director de teatro, y eso lo ha traido a la edición número 13 del Festival Iberoamericano de Teatro, donde ya ha prsentado antes obras como “Haberos quedado en casa, capullos”, en codirección con Manuel Orjuela. Caellas acoge el diálogo teatral y lo mezcla con el oficio de escritura, no ya como autor solitario sino como alguien que está en constante diálogo con su entorno. “A mí me interesa mucho la vinculación de la literatura con el teatro, la fuerza de la palabra en la escena, que es un tema que parecía que en los últimos años se había abandonado por culpa de la vanguardia, pero que por fortuna se está recuperando”, comenta.

Caellas dirije este año “Las Listas”, comedia del autor J. D. Wallovitz que se aproxima a la dicotomía presente en el concepto de artista, que se presentará el próximo lunes 26 de marzo a las 8:30 p.m. y el martes siguiente, a las 6:00 p.m. y a las 8:30 p.m. en la Sala Estudio de la Biblioteca Julio Mario Santodomingo.
Este domingo 25 de marzo las 8:00 de la mañana, Marc Caellas es el invitado de Los Libros por Radio Nacional. Allí nos contará sobre todas estas uniones entre la dramaturgia y la literatura.

Los Libros es el espacio de literatura, autores, mercado editorial y fomento a la lectura de Radio Nacional, conducido por Margarita Valencia y Jaime Andrés Monsalve.

domingo, 11 de marzo de 2012

Encierro de huesos


Desde Bogotá, alejado de los barrotes de mi ciudad natal, paso el domingo leyendo y escribiendo.
Hoy, además, husmeando en bibliotecas ajenas, "descubro" a un poeta, Carlos Héctor Trejos Rejes, quién en su corta vida (apenas 30 años) escribió textos como éste.
Lo de los muros (ver imagen) tiene su coña...

ENCIERRO DE HUESOS

No quiero más muros al frente.
He golpeado todos
Y ninguno se viene a pique.
Quiero ver qué hay al otro lado de ellos.
No quiero seguir encerrado
(lo he estado desde niño).
El frío me destroza
Lanzo gritos y sólo consigo que me aturdan,
No se abre la puerta.
A veces pienso que afuera no hay nadie.
Que sólo yo existo
Y mi hogar es justo donde me encuentro,
Sin embargo algo me hace esperar
El derrumbe de mis huesos.

miércoles, 29 de febrero de 2012

La marca Carcelona, en Rosario


He recibido buenos comentarios sobre Carcelona desde Rosario, Argentina. Allí también han padecido a los gurús del modelo, tipo Toni Puig, que viajan felices vendiendo su marca como si fuera crecepelo. Por lo que pude comprobar el año pasado, es cierto que hay algunas coincidencias, sobre todo en la política cultural, y sino piensen en los poetas convertidos en funcionarios... ay, la poesía!

En este blog copian estos párrafos del libro, que reproduzco (el subrayado no es mío)

Carcelona fue gestionada durante más de treinta años por publicistas camuflados de asesores. Señores que distinguen las ciudades-marca, como Carcelona o Berlín, de las ciudades genérico, casi todas las demás. Buenos liberales que defienden las marcas, asequibles para una élite, y no los genéricos, disponibles para todos los ciudadanos.

Sin sueños no hay política, afirman, sin aclarar que en los suyos siempre salen empresarios, los de las marcas, preocupados por el beneficio, el de su marca, descuidados con el coste social de vender la susodicha marca: la precariedad laboral, los bajos salarios, etc. Como buenos prestidigitadores sostienen que las marcas que triunfan tienen alma femenina, como si las empresas se crearan para hacer el bien y no para forrarse. Como buenos vendedores de humo, apuestan por el marketing y la comunicación. No importa lo que se haga, lo que cuenta es lo que se dice. Carcelona se gasta cada año millones de euros en campañas innecesarias que recuerdan a la ciudadanía que se han colocado nuevos semáforos, que el carril bici es para las bicis o que cuando llueve cae agua. Diseño y más diseño es la receta de estos asesores de la nada. Lo importante es la fachada, el envoltorio, el packaging. Lo de dentro, el contenido, no importa. Los que perpetraron elVisc a Carcelona sueñan que viven en Madison Avenue, son fanáticos de Don Draper y creen que la ciudad condal es la New York del siglo XXI. Es probable que no sepan ni les importe que una campaña así, pagada por todos los reclusos, es a todas luces ilegal, puesto que no informa ni de derechos ni de servicios, dilapida sin miramientos el erario público para promocionar al alcalde y a sus asesores pos modernos e incita a más guiris a visitar nuestro degradado y falso paraíso terrenal.[1]

[1] Caellas, Marc. Carcelona. Editorial Melusina. 2011. Páginas 62 y 63

jueves, 23 de febrero de 2012

Carcelona en Llegás


Ezequiel Alemián me entrevistó en diciembre para la revista Llegás, una publicación gratuita que circula por los teatros y demás antros de perdición de la ciudad de Buenos Aires. Copio a continuación lo que salió.

Marc Caellas nació en Barcelona en 1974. Vivió en Londres, San Pablo, Miami, Caracas y Bogotá, y ahora vive y trabaja en Buenos Aires. Creador de propuestas escénicas innovadoras, en la Fundación Tomás Eloy Martínez puede verse estos días Entrevistas breves con escritores repulsivos, adaptación suya de un libro de relatos de David Foster Wallace, en la cual eligió trabajar con escritores en lugar de actores. Pero Caellas también acaba de publicar Carcelona, un texto polémico (originado en un blog), a mitad de camino entre el ensayo crítico y el panfleto contestatario, que al autor le sirve para llevar a cabo un vibrante ajuste de cuentas con la ciudad en que nació.

-¿Cuál es el estado de las cosas en la Barcelona de hoy que denunciás en el libro?
-Es algo que surge de la irritación. Por un lado me irrita bastante que en los lugares por los que viajo, cuando se enteran de que soy de Barcelona, todos me dice: “¡Ah, Barcelona, qué gran ciudad, qué maravilla!”. Como si uno fuese un afortunado. También me provoca irritación la campaña que todos los poderes fácticos de la ciudad han llevado a cabo durante los últimos 20 años para venderse y demostrar que sí, que efectivamente Barcelona es la mejor ciudad. Es la obsesión por vender lo que se llama la “marca” Barcelona, en parte para posicionarse en el mercado turístico, pero también para presumir. El catalán tiene un complejo de inferioridad con respecto a España, y con respecto a Madrid. Y ahora pareciera ser que con el tema de la ciudad, se ha logrado por fin superar a Madrid.
-Esa obsesión por hacer de Barcelona la ciudad perfecta, ¿de qué manera incide en la vida cotidiana de la gente?
-Uno de los grandes efectos negativos es el turismo. Barcelona es una ciudad muy pequeña, de apenas un millón y medio de habitantes, a la que se ha querido poner a competir a nivel turismo con ciudades como París o Londres, que son diez veces más grandes. Eso genera un altísimo nivel de concentración en muy poco espacio, que hace que la vida cotidiana del ciudadano se vuelva insoportable en muchas zonas. Toda la ciudad de organiza para el de afuera; desaparecen comercios tradicionales para ser reemplazados por comercios para turistas. ¡En Barcelona se venden más sombreros mexicanos que en México! Cosas así que parecen tonterías, pero que te van cargando. Otro tema importante es el tema de precios: la inflación que hubo en Barcelona es tremenda. Se manejan precios para Noruega, cuando se vive con sueldos de Portugal.
-¿En qué medida el hecho de haber vivido varios años en América latina te ayudó a ver tu ciudad de una forma renovada?
-Creo que después de haber viajado y haber vivido en otras ciudades, teóricamente incómodas o conflictivas, violentas, como Caracas, Sao Paulo o Bogotá, he llegado a la conclusión de que en ciudades más incómodas, o menos ordenadas, las relaciones personales son más auténticas. La perfección, la obsesión por que todo esté perfecto, agota. Es un stress. Por otra parte, me han señalado que en capítulo del libro que es sobre cine, critico las visiones de Barcelona de “los de fuera”, como la Woody Allen en Vicky Cristina Barcelona, y defiendo la de los locales, como la de Cesc Gay en En la ciudad. Creo en cambio que se trata de un factor reciente. Hace poco estuve viendo una película de Antonioni, El reportero, en la que Jack Nicholson pasa por Barcelona. Antonioni filma unas escenas en La Pedrera, como Woody Allen, pero de una manera totalmente distinta: incorpora la arquitectura a la película, no la usa simplemente como fondo. Entonces Barcelona era una ciudad gris, portuaria, con una energía propia, y Antonioni plasmaban eso. Ahora se ha convertido en un decorado, y eso es lo que vemos en la película de Woody Allen. A mí me ha hecho muy bien irme para luego regresar. Primero el blog y luego el libro surgen de la perplejidad de volver a encontrarme con mi ciudad después de cinco años de haber estado afuera.
-¿Cómo se dio el pasaje del blog al libro?
-Escribí el blog desde 2009, durante dos años, semanalmente. Cuando lo iba a cerrar, porque me venía a vivir a Buenos Aires, me escribió el editor de melusina, que me había seguido, y me preguntaba si yo también escribía en papel y me propuso hacer el libro. No trasladé el blog al papel, sino que a partir del blog repensé los temas y los volví a escribir: textos más largos, más ensayísticos, más investigados. Realmente, el 80% del libro son textos nuevos que escribí acá en Buenos Aires.
-¿Podés imaginar dónde puede darse un cambio en la situación que criticás?
-Una propuesta podría conectar con la del movimiento de los indignados: que haya una democratización real. Retomar de verdad la idea que comenzó en Porto Alegre, de desarrollar un presupuesto participativo, que no se quede en decidir si un semáforo lo ponemos aquí o allá. Pero el problema ya es no de Barcelona sino de España, donde se hizo una transición que fue un acuerdo de dos partidos. Ahora se necesita una segunda transición, una nueva constitución. El tema de PSOE y el PP ya no se aguanta más.

jueves, 16 de febrero de 2012

Carcelona en Staf


Sigo encontrando reseñas de Carcelona en la web, esta vez en Staf Magazine, una revista de arte y cultura pop...

CARCELONA

Corren tiempos de indignación general en los que todo el mundo habla, se informa y denuncia abiertamente las irregularidades sociales con las que convivimos a diario. Casi todo el mundo sabe que las redes sociales ayudan muchísimo a llegar a lectores en todas partes del mundo de forma inmediata. A diario leemos cantidad de publicaciones personales que contienen esas pequeñas quejas que nos gusta airear y compartir con todos aquellos que se sientan identificados.

En este caso les presento Carcelona, un libro que sale de la mente indignada de Marc Caellas y nos enseña la realidad vivida en su ciudad natal después de haber pasado algunos años viviendo otras realidades en ciudades latinoamericanas. Totalmente centralizado en la ciudad de Barcelona nos enseña todo tipo de incoherencias sociales con las que conviven los habitantes de esa gran “Cárcel”.

Restricciones creadas por leyes que limitan la convivencia y apagan la vida callejera con sanciones ridículas que pueden llegar a desesperar a más de uno. Desde las multas por usar las calles como servicios públicos hasta las producciones cinematográficas puramente publicitarias, en Carcelona no se salva nadie.

Un libro muy interesante para los que viven el día a día de esta gran ciudad y muy inspirador para los que simpaticen con las reflexiones viviéndolas desde su propio lugar.

lunes, 13 de febrero de 2012

carcelona en el teatro villaroel


Me cuentan que Res no tornarà a ser com abans, de Carol López, está siendo un éxito de público y crítica. Pude asistir a uno de los ensayos previos y apuntaba maneras. Lo más divertido para mí, y perdonen el egocentrismo, fue constatar que dos ejemplares de Carcelona estaban en escena durante toda la obra. Los dos personajes masculinos lo leen durante la función, en varios momentos. Andrés me aseguró que lo leía de verdad. Andrew confesó que le costaba concentrarse. Y es que, de alguna manera, me dio la impresión de que la obra ilustra bastante bien algunas de las ideas que desarrollo en el capítulo Carcelona love: la dificultad para sostener la pareja, el infantilismo narcisista, la insatisfacción femenina. Como se comprueba en la imagen que acompaña este texto, el tal Andrew prefiere leer Carcelona a tener sexo con su mujer Olalla...

Hablando de Carcelona love, faltó incluir este poema de Jaime Gil de Biedma...

Despiértate. La cama está más fría
y las sábanas sucias en el suelo.
Por los montantes de la galería
llega el amanecer,
con su color de abrigo de entretiempo
y liga de mujer.

Despiértate pensando vagamente
que el portero de noche os ha llamado.
Y escucha en el silencio: sucediéndose
hacia lo lejos, se oyen enronquecer
los tranvías que llevan al trabajo.
Es el amanecer.

Irán amontonándose las flores
cortadas, en los puestos de las Ramblas,
y silbarán los pájaros ?cabrones-
desde los plátanos, mientras que ven volver
la negra humanidad que va a la cama
después de amanecer.

Acuérdate del cuarto en que has dormido.
Entierra la cabeza en las almohadas,
sintiendo aún la irritación y el frío
que da el amanecer
junto al cuerpo que tanto nos gustaba
en la noche de ayer,

y piensa en que debieses levantarte.
Piensa en la casa todavía oscura
donde entrarás para cambiar de traje,
y en la oficina, con sueño que vencer,
y en muchas otras cosas que se anuncian
desde el amanecer.

Aunque a tu lado escuches el susurro
de otra respiración. Aunque tú busques
el poco de calor entre sus muslos
medio dormido, que empieza a estremecer.
Aunque el amor no deje de ser dulce
hecho el amanecer.

-Junto al cuerpo que anoche me gustaba
tanto desnudo, déjame que encienda
la luz para besarse cara a cara,
en el amanecer.
Porque conozco el día que me espera,
y no por el placer.

martes, 7 de febrero de 2012

follarse catalanas en Carcelona


Dice Juan Mal-herido que los madrileños siempre mojan en Carcelona. No sé qué tienen qué decir mis amigas catalanas al respecto...

CARCELONA, de Marc Caellas

Como anti-guía turística o callejero de jeremiadas se presenta este librito de Marc Caellas, donde la ciudad a debate es, claro, Barcelona.

A los que no somos de Barcelona y, por tanto, somos de sitios mejores, nos da algo de pereza constatar la evidencia de que esa ciudad es una puta mierda, toda vez que lo sabemos desde hace tiempo y sin necesidad siquiera de pasar una tarde en el Raval.

Los barcelonses, sin embargo, mientras se lo permita Melusina, sí encuentran tiempo y ganas de detallarnos los rigores invernales, vernales, estivales y otoñales de la ciudad de Vicky y Cristina, en una enumeración topográfica y leguleya de sus disparates sucesivos y de sus remodelaciones a peor, todo ello por culpa de esa fea burguesía de telar e imprenta, y de sus muchos hijos pijos, que tanto (se) aburren.

Marc odia Barcelona porque se prohíbe hacer muchas cosas, salvo ser del Barça y montar una editorial. Esto debería de haber dado en una urbe atlética y muy leída, pero ha dado en un par de tiendas de ropa Nike y en que publiquen a Paul Auster. Putadón.

Luego es que no follan, allí. No follarse catalanas es sin duda un problema, una confusión, de exclusiva responsabilidad masculina. Casi nadie de Madrid que va a Barcelona vuelve sin follarse a una catalana. Yo creo que es más fácil follarse a una catalana que follarse cualquier otra cosa. Dicen que el Primavera Sound de este año tiene un cartel insuperable, y que vayamos a ver a Wilco. Siempre vamos al Primavera Sound, y nunca nos importa si toca Wilco: enteraos.

En fin. Barcelona ya saben que es una de mis simuladas repugnancias en este blog. Odiar Barcelona desde cualquier otra ciudad del mundo es entretenido. Odiarla in situ, viviendo en ella, es -ya lo dije un día- pelín snob.

domingo, 5 de febrero de 2012

la cultura es basura en Carcelona


Gracias al siempre certero Pedro Strukelj conozco al señor Francisco de Pájaro, cuya serie "el arte es basura" va como anillo al dedo para ilustrar el artículo que copio a continuación. La cultura del casino o el paúperrimo estado en el que se encuentra lo que los políticos llaman la cultura, en nuestra decadente Carcelona.

Barcelona en el quirófano
por Agustí Fancelli

Tiene la palabra crisis efectos de anestesia global, de adormidera para soportar el trance de pasar por el quirófano y someterse sin dolor a la inevitable amputación. Contener el déficit parece la única e inapelable terapia. The rest is silence. Ni siquiera la cultura, tradicionalmente más levantisca, se atreve a decir esta boca es mía. Lluís Pasqual elimina del Lliure tres espectáculos, debido a un recorte de la aportación de la Generalitat de un 15%, el mismo que le ha tocado en suerte al Mercat de les Flors, obligado también a reducir su programación de danza. El Liceo, que ha sufrido idéntica sangría por parte del gobierno autónómico y se prepara para la que le va a caer por parte del Ministerio de Cultura, sube la apuesta y se lleva por delante tres títulos óperísticos, tres funciones del ballet de Montecarlo, un concierto, un recital y un espectáculo infantil. Los responsables políticos de la cultura contemplan este panorama con “preocupación”, se diría incluso con resignación cristiana. “Si no lo hacemos así, dentro de uno, dos o tres años tendremos la sensación de que tenemos unas instituciones que están en crisis permanente”, ha declarado el consejero de Cultura, Ferran Mascarell. Lo dicho, no hay terapia alternativa: para frenar la metástasis deficitaria no queda más camino que la intervención masiva en la mesa de operaciones. Segundas opiniones diagnósticas abstenerse. En cuanto a las secuelas que tan drástica medida pueda dejar en el maltrecho cuerpo cultural, ni una palabra.

En el otro plato de la balanza tenemos a una tal Sheldon Adelson, magnate estadounidense para más señas, con una fortuna estimada en 3.400 millones de dólares según Wikipedia, que baraja algún lugar de Cataluña para instalar un macrocasino y todo lo que cuelga de él —hotel, campo de golf, etcétera— al estilo del Venezia Towers que regenta en Las Vegas. Se estima —¿por quién?, ¿con qué datos?— que la movida puede dar trabajo a más de 200.000 personas, entre empleos directos e indirectos. El consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, se está moviendo entre bambalinas para intentar que caiga la breva, en dura competencia con doña Esperanza Aguirre, en tiempos ministra de Cultura, hoy presidenta de la Comunidad de Madrid.

¿Cuantos puestos de trabajo menos van a suponer los recortes en la cartelera de Barcelona? ¿Alguien se lo ha planteado? En realidad, para qué entretenerse a contarlos, cuando los recursos dedicados al sector no pasan del 1% del presupuesto, equivalente, según decía Marcos Ordóñez el otro día —e se non è vero, è ben trovato…— a lo que la sanidad catalana destina a subvencionar los antidepresivos para sus ciudadanos.

Algo decididamente no funciona cuando los responsables políticos de la cultura son incapaces de defenderla con un argumentario mínimo. Es obvio que estamos en un sector imposible de valorar por los arqueos de caja y que tiene que ver en cambio con una dimensión más inaprensible, pero no menos importante a la hora de generar beneficios sociales: la dimensión simbólica, sin la cual no se construye ningún imaginario colectivo. Barcelona es hoy una ciudad fatigada, en retroceso cultural, atemorizada por el futuro. Se conforma con ofrecer al visitante un gran escaparate con todas las marcas como es el paseo de Gràcia, pero le importa un pimiento si la oferta musical, teatral o museística mengua. En cambio se le alargan las orejas cuando oye hablar de un macrocasino o de cruceros como el Costa Concordia, masivamente atracados a su muelle. Somos el país de camareros que vaticinó Carlos Solchaga. Eso no significaría ningún desdoro, como no se cansa de repetir Ferran Adrià, si fuéramos capaces de acompañarlo con la mejor escuela de hostelería del planeta y la mejor oferta cultural y de ocio posibles. En cambio cerramos la Monumental y dejaremos que crezca un bosque en su interior, antes de instalar un nuevo centro comercial.

Algo no está funcionando en esta ciudad. Para salir de la crisis hace falta poder contar con un valor que no aparece en ningún balance: la confianza en que es posible salir del quirófano para gozar de una segunda vida. La cultura tendría mucho que aportar en la construcción de este imaginario, pero nunca podrá hacerlo si sus máximos responsables son incapaces de pensarla fuera de la cuenta de explotación.

domingo, 29 de enero de 2012

this is carcelona


En el blog de Luna Miguel aparece esta magnífica cita de un libro, Hilos de sangre, que tendré que leer algún día...

No fue un acto impulsivo; sé que tu poeta va por ahí hablando de mí, sé en qué cuidad vivo, una comunidad sin peso real que se desvive por los aderezos picantes de quién se acuesta con quién, por añadir algo de sarna a las fotografías de los vecinos. Todo quisque se echa sus horitas en despachos y oficinas, pero es sólo un interludio de la actividad propiamente dicha, la amalgama de copas, idioteces, actos culturales, transacciones, apuestas, drogas, sadomasoquismo chic y apologías de la bisexualidad liberal. Ahí tienes el secreto de Barcelona, es tan medularmente hortera y provinciana y el clima es tan suave que todos esos turistas maquillados de salmón vienen y vuelven convencidos de que les escamoteamos algo.
Gonzalo Torné

lunes, 23 de enero de 2012

carcelona-caracas


Sábado emotivo en la quinta paisaje, donde terminan los Palos Grandes, muy cerca de ese Ávila que nos sirve de referente en esta ciudad de la furia. Caracas, la gran Caracas a la que le canta Piero. En esa Caracas en la que viví quizás los mejores años de mi vida andan José Tomás Angola y Leo Felipe Campos, dos escritores, dos amigos, dos actores de este teatro de la vida en el que intentamos no desentonar. A ellos y al gran Jairo, el dueño del circo, les debo la gran broma final (o la penúltima), la fiesta interminable del sábado noche.

GRACIAS!

Copio a continuación el maravilloso texto que leyó José Tomás Angola (o fue Leo Campos?)

Marc Caellas, autor de El Quijote

Buenas noches.

Mi nombre es Leo Felipe Campos. En el diccionario enciclopédico de varones ilustres de Cataluña es posible encontrar una entrada para Marc Caellas. Justamente después de Andreu Buenafuente y Monserrat Caballé y antes de Pablo Casals y Carme Chacón, y si se están preguntando por qué en el Diccionario enciclopédico de varones ilustres de Cataluña, aparecen dos damas es que no han reparado en el hecho de que Carme Chacón fue la primera mujer Ministra de Defensa de España para lo que es menester tener un par de cojones, y en el caso de doña Monserrat Caballé… bueno, es una señora tan grande y kiluda que nadie se atrevió a sacarla del texto y decírselo. Comentaba antes de la digresión que nuestro aludido de hoy tiene una entrada en este diccionario eminentísimo que paso ahora a leer: Marcos Serafí Caellas, mejor conocido como Marc Caellas (Barcelona, 1974) Algunas fuentes documentales de poca seriedad sitúan su nacimiento, no en Barcelona, sino más bien en Puerto La Cruz, con más precisión: Lecherías, cerca del Centro Comercial Plaza Mayor, pero está demostrado que es muy difícil saber cuándo termina Barcelona y empieza Puerto La Cruz. Estudió de párvulo en el Institut per a nens fluixos de la Generalitat, una escuela gubernamental y gratuita creada para atender la condición especial de cierto tipo de niños… por cierto el nombre del colegio se traduce al español como Instituto para niños flojos. Caellas no estaba dado para los estudios de algunas materias académicas como las matemáticas, o la química, o la biología, o la historia universal, o la física, o la lengua, o la geografía, o la historia de España, o la religión, o la filosofía, o la cívica, o las ciencias sociales, o el latín, o el inglés, pero para todas las demás… tampoco. Eso es común leerlo en la biografía de personajes famosos. Donde sí en cambio brilló fue en asignaturas como futbol I, futbol II, futbol III y futbol IV y en el seminario “Yo quiero ser del Barca”. Se graduó con honores con una tesis que obtuvo mención publicación por su honestidad, severidad de investigación y calidad de redacción, titulada: “Me cago en tu puta madre, Mourinho”. Ni qué decir que extrañamente después de su graduación, Caellas nunca ha conseguido un trabajo honesto, jamás ha sido empleado en algún puesto legal, ni ha podido ejercer la profesión para la cual se preparó y que él mismo no tiene idea de cuál sea.

Pero ¿a qué viene toda esta introducción biográfica de nuestro invitado de honor? Pues a la sencilla razón de que hoy Marc Serafí Caellas, (ni que decir que a Marc le incomoda un poco usar su segundo nombre, Serafín, y no lo hace), hoy Marc demuele la escueta y poco justa entrada que le habían escrito para el Diccionario enciclopédico de varones ilustres de Cataluña al presentarnos su primer… libro. A los mal pensados quiero aclararles que no estamos hablando del primer libro que se lee, ni siquiera del primer libro que compra… nos referimos al primer libro que escribe. ¿Y qué podríamos decir de esta obra? En una observación de filología comparada o de crítica fenomenológica literaria diría que lo primero que noté del libro es que es… amarillo. Este dato que podría ser un poco vago adquiere significación cuando también anotamos que en su portada aparece la foto de un… mono. Pero no, no se distraigan con el hecho subliminal o de connotaciones freudianas oscuras. No es cualquier mono… es un gorila… un gorilita. ¡Y he aquí el dato que puede ayudarnos a desentrañar el misterio de este libro! ¡Es un gorilita albino! Bien, concluida mi crítica literaria ahora podemos hablar de lo que cuenta el libro. Lo primero que acusará un lector despierto, si es que sigue despierto al iniciar la lectura del libro, es su título: Carcelona… no Barcelona que sería lo obvio. Tras desechar, por las sospechas que nos siembra su entrada en el diccionario enciclopédico de varones ilustres de Cataluña, el hecho de que pueda ser un error ortográfico de nuestro autor, debemos inclinarnos entonces hacia la posibilidad de que Caellas nos esté diciendo algo. Conociendo el ego de todos los catalanes uno podría deducir que tal palabra, Carcelona, es un constructo entre el apellido del autor, Caellas, y el patronímico de la ciudad condal. De allí Carcelona. Pero la premisa se desmorona fácilmente pues inclusive Marc habría caído en cuenta de que el resultado de la fusión entre apellido y ciudad debía ser más bien Caercelona. No, no es por ahí, mis queridos contertulios, por donde debemos buscar. ¿Será más bien Barcelona como una cárcel?, ¿será de allí que viene este Carcelona enigmático? Cuesta aceptar que esa sea la idea que intenta transmitir Caellas. Para quienes hemos vivido en esta Caracas de la demencia, de las casas llenas de rejas, de los apartamentos encerrados tras puertas multilocks, de los carros con alarmas, trabegás, cortacorriente, trancapalanca, de las urbanizaciones con casetas y vigilantes con escopetas, de barras de seguridad, de policías acostados, de guardias nacionales con trajes militares, cascos y rifles rusos de guerra en cada esquina, cuando llegamos a Barcelona, la catalana, no es precisamente la sensación de una cárcel la que experimentamos. Para los turistas, para esos agradables y simpáticos visitantes casuales, que los catalanes tan cortésmente llaman guiris, Barcelona es el reino de la libertad humana. Es posible por ejemplo, mear en las calles. ¿Cuántas veces no se ven a estos educados alemanes meando en la vía pública? Eso es libertad, mis amigos. Libertad para que esos mismos alemanes puedan comer paella y sangría, sangría y paella todo el santo día. Eso es libertad. Es verdad que ya no hay corridas de toro en Barcelona pero eso es porque los catalanes, que son más listillos que los demás habitantes de la península, terminaron con el encierro del toro, sí, el encierro que es la palabra técnica en la tauromaquia para hablar de la fiesta. Es decir, el toro ahora está libre, ya no está en ningún encierro. Y aunque será un peso económico importante eso de tener de paro a tantos toros de lidia, al menos habla de la libertad. No les extrañe que en unos años veamos a los toros de taxistas por Barcelona puteando del alcalde, la ley antitabaco, de Rajoy, del Rey, de los impuestos y de los guiris, los agradables y simpáticos guiris que se mean en las calles.
Pero volviendo al libro de Caellas habré de decir que Carcelona sorprende por dos razones: la primera, por su simpatía, vamos, ¡su humor! Que el libro es en verdad muy divertido. Por ese humor entendemos que la cárcel a la que se refiere Marc es una cárcel mental que los catalanes llevan sin darse cuenta. Y pareciera que la única llave posible para los barrotes es la risa. La otra razón que sorprende es la rabia contenida de Caellas con la que se quiere cargar a medio mundo: al civismo del barcelonés, ahora impuesto por ley incluyendo la prohibición de los happy hours en los bares, de los graffitis y de los ruidos molestos, se quiere cargar a los dueños de mascotas que dejan que sus perritos caguen en las calles, a los genios del marketing que venden patatas a la brava con denominación de origen, a la escasez de hoteles donde ligar y las mujeres insatisfechas con caras de atletas sexuales, se quiere cargar a Vicky, Cristina, Barcelona, Bardem y Scarlett Johanson incluidos, al teatro catalán oficial lleno de cadáveres que no se han dado cuenta de que lo son, y a todos los periodistas de La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, Público, El País y El Mundo, opinadores de oficio, literatos frustrados, que convierten el padecimiento de algún problema de estreñimiento estomacal en una metáfora sobre el tráfico alrededor de Plaza Cataluña. Ni qué decir que el libro no ha recibido buenas críticas en esos periódicos.

Tras la lectura de Carcelona entendí por qué Marc ha vivido en Bogotá, Caracas, Miami, Buenos Aires y tan poco tiempo en Barcelona. De pasar períodos mayores en su ciudad natal se habría vuelto un asesino serial en la onda de Dexter o Hannibal Lecter. No dudo que Marc sufra de los mismos problemas que padecemos los sudacas cuando aterrizamos en Barajas y queremos entrar a España, donde nos miran como si fuéramos terroristas indígenas que venimos a vengar la muerte de Atahualpa o narcotraficantes avezados llevando doscientos veinte dediles en narices, culos, orejas y sobacos, pero en el caso de Caellas lo difícil que la tiene para regresar a Barcelona es porque debe estar en una lista como el único catalán apóstata que existe, el único traidor a una patria que constitucionalmente no lo es. No por nada es un peligroso ser que se ha metido con los símbolos más sagrados que tiene Barcelona: Copito, el gorilita albino, y Woody Allen.

Hasta aquí llega mi disertación para no abusar de ustedes, queridos contertulios. Es menester dejarlos en una voz más versada propiamente en la literatura, una voz culta, profunda, sabia, anciana, la voz de un geniecillo incomprendido pero geniecillo al fin. Los dejo ahora con José Tomás Angola.

Y para despedir quiero citar una frase de Marc con la suele referirse a su propio libro: No és tant dolent com sembla, en realitat és pitjor, frase que no les traduciré porque yo no sé catalán.

Buenas noches.

viernes, 20 de enero de 2012

Carcelona en BCN Mes


Sergi Bellver publica una crítica en BCN Mes. Se trata de un número especialmente dedicado a la ciudad de Barcelona y su pasado reciente. Edición en papel con 15.000 ejemplares gratuitos que ya se reparten desde hoy por casi 500 locales y en las diferentes sedes de la Universidad de Barcelona. En sintonía con el tema de este número, Sergi dedicó su columna Bloomsday Menu (página 21) a reseñar tres libros que tienen a la ciudad (y a la memoria) como protagonista, además de Carcelona, las novelas Paseos con mi madre, de Javier Pérez Andújar (Tusquets) y El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón (Seix Barral).

La carcelaria

Publicado por la editorial barcelonesa Melusina, que lleva ya más de una década mostrando su inconformismo y su independencia ética, el texto Carcelona, de Marc Caellas (nacido en Barcelona en 1974 y prófugo intelectual en distintas ciudades de América), se ha convertido en todo un guantazo en la cara de la Barcelona institucional. Al hilo de las reseñas en esta misma columna, y para cerrar un número dedicado a la ciudad, cabe señalar este personal ensayo de Marc Caellas como uno de los libros del año 2011, cuando menos en lo que se refiere a los que de veras han dejado un discurso detrás y una voz a modo de grieta en la uniformidad del ruido de fondo general.
Algunas de las patas de este banco presidiario son la liquidación de la izquierda, su prostitución de la escena cultural y la demostración del corto alcance que finalmente tuvo la Transi­ción para unas verdaderas libertades civiles. Con ello, no es de extrañar que prologue el libro un personaje como Pepe Ribas, el responsable de la mítica revista Ajoblanco y una de las conciencias que, por haber sido testigo de todo el proceso y parte de la resistencia a su empuje, mejor pueden constatar la deriva de esa Barcelona supuestamente modélica en un tenderete privado, en un parque temático, en un tanatorio de ideas y voces sobre el que pesa la losa de nuestra casta política y mercantil (acaso más hermanadas que nunca, al son de los tiempos), cada vez más homogénea (el enquistamiento secular de la derecha y la progresía más farisea parecen haber encontrado un filón en la vuelta de tuerca catalanista) e incapaz de tolerar la disidencia y dispuesta a aplastarla o, peor aún, a cubrirla de flores para convertirla en plañidera de sus propios intereses.
Vivimos así en una Barcelona en la que pronto estará reglamentado hasta el deseo, si no lo están ya las formas alternativas de pensar. Una Barcelona represora que limpia las plazas de personas libres y las ensucia de hielo sintético, que ya no recuerda el hervidero que fue antaño para gestar libertades civiles y en la que ahora la delación, la multa y la porra tienen más futuro que las iniciativas ciudadanas y la convivencia espontánea. Una Barcelona mercantilista, abierta de piernas para el turismo y la especulación pero que esconde de las cámaras a sus putas y a todo lo que huela a incorrección política. Una Barcelona conformista y biempensante, sobre todo, en la que la cultura se ha vuelto un reo obediente (el uniforme del recluso sigue las últimas tendencias, lleva un código de barras, una etiqueta en catalán, inglés y castellano y, por supuesto, no contiene chapas que puedan resultar ofensivas) al que sacar a pasear de vez en cuando por buena conducta, y no la forma natural de expresión que debiera quedarle al ser humano para proyectar y construir una vida otra. Una Barcelona impostada, en definitiva, que probablemente nos merezcamos, a fuerza de seny y prudencia, y sobre la que reflexiona y escribe Marc Caellas en este libro breve y afilado, como la lima que nos haría falta, de una vez, para escapar de una realidad urbana que se ha convertido en una cárcel de diseño, en una atestada prisión de marca en la que ya no parece posible la singularidad.

domingo, 15 de enero de 2012

carcelona escrita en el viento


Carcelona apareció por este blog Aprovecho la cita para volver a recomendar este imprescindible libro, Barcelona rebelde, de obligatoria lectura para todos los presos de Carcelona.

La vibrante escena cultural de la ciudad en los años setenta terminó con la «modélica» Transi­ción. Como bien ha ido contándonos Guillem Martínez en sus libros y en su imprescindible blog, la cultura de la transición fue la manera que encontró la izquierda para secuestrar a la cultura. La cultura en Carcelona se convirtió en un depar­tamento del Ayuntamiento cuya principal misión era detectar cualquier atisbo de rebeldía para, una vez localizado, seducirlo y comprarlo, asumién­dolo como propio, convirtiendo a los agitadores, a los innovadores, a los provocadores en pseudo­funcionarios anestesiados con un buen sueldo a fin de mes.

miércoles, 11 de enero de 2012

carcelona delicatessen


No amigos, no se trata de un nuevo restaurante para guiris de tapas de diseño con alfombra roja y un señor con sombrero en la puerta (eso se lo dejamos a la familia de Ferran Adrià). Tampoco hace falta perder ni un segundo con estos locales de montaditos supuestamente de origen vasco, con la tortilla reseca y el jamón grasiento (con lo fácil que es acercarse a la calle valencia para degustar la buena cocina). No, me refiero a Airam, la maria club, o lo que es lo mismo, la versión carcelonesa de un coffee-shop holandés, o cómo sentirte por un rato en un capítulo de Weeds. No sé cuánto durará la libertad en este módulo pero de momento vale la pena acercarse, hacerse socio, y disfrutar del menú. Ahora que se habla tanto de la mala calidad de la cocaína, quizás sea el tiempo de relajarse un poco con la buena marihuana.

Hablando de drogas, acá podemos leer lo que opina Fallarás sobre los escándalos de corrupción y la farlopa, y a continuación copio una escena de Una novela francesa, de Beigbedder, una conversación entre el protagonista y un policía...

- Si a los cuarenta y dos años desobedezco las leyes es porque no desobedecí lo bastante a mi madre cuando era joven. Tengo veinte años de desobediencia por recuperar. A mi hija le explico los peligros que la amenazan, pero nunca me enfado con un niño porque desobedezca, dado que ahí es como se afirma. Naturalmente, riño a mi hija cuando tiene una rabieta, pero me inquietaría mucho más si no tuviera nunca ninguna. Voy a escribir un libro sobre mis orígenes. Puesto que me trata usted como a un niño, intentaré serlo para explicar a mi hija que el placer es algo muy serio, necesario pero peligroso. ¿No comprende usted que este asunto nos sobrepasa a los dos? Lo que está en cuestión es nuestra forma de vivir. En lugar de castigar a las víctimas, pregúnteles por qué hay tantos jóvenes desesperados, por qué se mueren de aburrimiento, por qué buscan cualquier sensación extrema antes que el siniestro destino del consumidor frustrado, del individuo normalizado, del zombi formateado, del parado programado.
- Yo soy policía, usted escritor. Cada cual a lo suyo. Cuando un joven prende fuego a un coche, nosotros lo interrogamos y lo enviamos ante un juez. Usted intenta analizar las razones de su rebelión nihilista... Es muy libre de hacerlo.
- Lo que usted no quiere ver es que esta sustancia no es más que un pretexto para acercarse a los otros, un intermediario entre desconocidos, un rodeo para engañar a la soledad, un vínculo estúpido pero real entre almas perdidas... Si conoce usted otra cosa que permita fraternizar con otros extraviados, dígamelo.

miércoles, 4 de enero de 2012

Cuando Carcelona era Barcelona (II)


Pasé el otro día por el Arts Santa Mónica. Me quedé un buen rato viendo la exposición sobre el poeta Cirlot, del que no tenía apenas referencias. Es de las pocas exposiciones sobre escritores que me han gustado. Tendré que leerlo.

Rescato la parte final del texto que Javier Calvo escribió en el Culturas sobre Cirlot (en su blog se puede leer el texto completo). Coincido plenamente con su visión sobre Carcelona.

"A mediados de la década de 2000 regresé a Barcelona de Estados Unidos para encontrarme una ciudad profanada por el turismo, la especulación y la domesticación institucional de la vida cultural. Enseguida vi que necesitaba reformular mi relación como escritor con la ciudad y construirme una colección de ídolos y emblemas que constituyeran las bases de una escritura de batalla. Sacralizar mi pertenencia a Barcelona. En esa misión, Cirlot se convirtió en el centro absoluto de mi panteón. Puede que la obra de Cirlot no explicite a menudo su relación con Barcelona, pero por debajo de su superficie se encuentra la que probablemente sea la psicogeografía más impresionante de mi ciudad. Su atlas telúrico, permanentemente escindido entre un mundo mediterráneo arcaico, de cultos solares y oro sobre el agua, y un mundo de tinieblas, runas y doncellas nórdicas. Dos mundos que Cirlot nunca dejó de sintetizar alquímicamente.

Por primera vez, se dibujó en mi mente una alternativa a la Barcelona literaria diurna: esa ciudad fascinante de Vida privada, de Marsé, Mendoza y Montalbán, de Gil de Biedma y Gimferrer. La Barcelona “oculta” de Cirlot me resultaba más poderosa que la de Palau i Fabre, que la de Miquel de Palol o incluso que la de Perucho, mi otro gran daimon literario barcelonés. Una literatura con potencial de convertirse en liturgia. Algo que ya se ha iniciado con éxito en el homenaje a Cirlot del festival Barcelona Poesía de 2005 o en las Nits de Perucho i Cirlot del Heliogàbal. Y también una obra que vive místicamente entrelazada con el lugar, que decreta el axis mundi, la confluencia sagrada de cielo y tierra, y que convierte en su centro la disolución del sujeto en el misterio y en lo absoluto. Qué mejor antídoto para una ciudad hechizada por el materialismo, por la cultura de tendencias y por la sumisión a la corrección política y a la “buena conducta” orgánica. Cirlot con sus espadas. Con sus conjuros. Con su irreductibilidad infinita."

domingo, 1 de enero de 2012

pídele Carcelona a los Reyes Magos



Si existen te traerán este bonito objeto.

“En cuanto sienta que se aproxima mi fin, me refugiaré como una bestia en la maleza más tupida, donde nadie pueda seguirme. Ahí esperaré la sabiduría infinita con gran devoción y reverencia y volveré, en paz y con tranquilidad, a la unidad de la que surgí al nacer. Daré las gracias a los dioses si tienen a bien saciar con mi cadáver el hambre de zopilotes famélicos y perros abandonados, para que no quede de mi ni siquiera un huesito blanco”
Bernard Traven

Gracias rulramirez por la imagen