miércoles, 11 de enero de 2012
carcelona delicatessen
No amigos, no se trata de un nuevo restaurante para guiris de tapas de diseño con alfombra roja y un señor con sombrero en la puerta (eso se lo dejamos a la familia de Ferran Adrià). Tampoco hace falta perder ni un segundo con estos locales de montaditos supuestamente de origen vasco, con la tortilla reseca y el jamón grasiento (con lo fácil que es acercarse a la calle valencia para degustar la buena cocina). No, me refiero a Airam, la maria club, o lo que es lo mismo, la versión carcelonesa de un coffee-shop holandés, o cómo sentirte por un rato en un capítulo de Weeds. No sé cuánto durará la libertad en este módulo pero de momento vale la pena acercarse, hacerse socio, y disfrutar del menú. Ahora que se habla tanto de la mala calidad de la cocaína, quizás sea el tiempo de relajarse un poco con la buena marihuana.
Hablando de drogas, acá podemos leer lo que opina Fallarás sobre los escándalos de corrupción y la farlopa, y a continuación copio una escena de Una novela francesa, de Beigbedder, una conversación entre el protagonista y un policía...
- Si a los cuarenta y dos años desobedezco las leyes es porque no desobedecí lo bastante a mi madre cuando era joven. Tengo veinte años de desobediencia por recuperar. A mi hija le explico los peligros que la amenazan, pero nunca me enfado con un niño porque desobedezca, dado que ahí es como se afirma. Naturalmente, riño a mi hija cuando tiene una rabieta, pero me inquietaría mucho más si no tuviera nunca ninguna. Voy a escribir un libro sobre mis orígenes. Puesto que me trata usted como a un niño, intentaré serlo para explicar a mi hija que el placer es algo muy serio, necesario pero peligroso. ¿No comprende usted que este asunto nos sobrepasa a los dos? Lo que está en cuestión es nuestra forma de vivir. En lugar de castigar a las víctimas, pregúnteles por qué hay tantos jóvenes desesperados, por qué se mueren de aburrimiento, por qué buscan cualquier sensación extrema antes que el siniestro destino del consumidor frustrado, del individuo normalizado, del zombi formateado, del parado programado.
- Yo soy policía, usted escritor. Cada cual a lo suyo. Cuando un joven prende fuego a un coche, nosotros lo interrogamos y lo enviamos ante un juez. Usted intenta analizar las razones de su rebelión nihilista... Es muy libre de hacerlo.
- Lo que usted no quiere ver es que esta sustancia no es más que un pretexto para acercarse a los otros, un intermediario entre desconocidos, un rodeo para engañar a la soledad, un vínculo estúpido pero real entre almas perdidas... Si conoce usted otra cosa que permita fraternizar con otros extraviados, dígamelo.
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"Si conoce usted otra cosa que permita fraternizar con otros extraviados, dígamelo"
ResponderEliminarYo sí. Follar. A la brava. Follar como uno se drogaba.
Pero q horror Fallarás, con lo lindo que es escribir sobre una misma, ir hablando por allí de los otros. Saludos cordiales, y una gran alegría que este dejando la merluza, no le hacía bien.
ResponderEliminarcosas que no hice estas navidades en carcelona, ni follar ni drogarme, será que ando lost in translation? no sé...
ResponderEliminarY no está mal dejar la napia y el peperucho tranquilos.
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