lunes, 28 de junio de 2010

Pongamos que hablo de Madrid


La señora Bubis madrileña afirma que la diferencia entre Madrid y Carcelona está en el metro. Mientras en Madrid la ruta está apagada y afónica, en Carcelona una luz parpadea todo el tiempo para que no olvides donde vas. Mientras en Carcelona se combate la improvisación, en Madrid se cambia de planes todo el tiempo. Mientras en Carcelona el metro siempre pasa por el Paseo de Gracia, ese pasillo del Centro Comercial al aire libre más grande del mundo, en Madrid siempre parece que nazcan estaciones nuevas, incluso algunas con destino a ninguna parte. En Madrid aún se pueden comer menús a 10 a euros de comida casera de verdad. Como el Asturianos, en Chamberí, un barrio de lo más castizo. Por allí vive Horacio Fernández y por allí, concretamente en la calle Vallehermoso, almorzamos hablando de Bolaño, de Nicanor Parra, de Raúl Zurita y de no sé cuántos chilenos más. Lo hacemos pocas horas antes del partido y por un rato sospecho que Chile eliminará a España del mundial. Por suerte o por desgracia España gana y yo me acuerdo de los chilenos de Estocolmo -más de cincuenta mil- y de como esos chilenos han aprendido a hacerse el sueco. Hacerse el sueco, nos lo cuenta la señora Bubis sueca, significa responder a una pregunta comprometida mirando hacia otro lado y exclamando "umm, parece que va a llover". Parece que va a llover en Madrid y efectivamente llueve, cae una tormenta tropical en plena plaza de Santa Ana. Como somos un grupo de caribeños de Cataluña, Colombia y Cuba nos mojamos con alegría en la terraza del bar donde trabaja la camarera más servicial de toda la capital (y perdón por el pareado). En Madrid, y esto sí es importante, el mezcal sienta casi tan bien como en Oaxaca. En Madrid, como pide siempre el profesor Alberto Soria, se hace mesa y sobremesa, y todo se detiene de dos a cinco. Voy cada vez más a menudo a Madrid y quizás un día ya no regrese. Quizás un día me pase como al fotógrafo Beto Gutiérrez, que si pasa dos días sin comer pincho de tortilla empieza a temblar. Quizás me pase los domingos comiendo paellas cerca del rastro o me pierda por el bosque del recuerdo, en el Retiro, cerca del palacio de Velázquez, recién re-inaugurado para albergar una extraordinaria exposición de Antoni Miralda, uno de esos artistas, unas de esas personas a los que uno quiere y admira con devoción. Tal vez me haga socio del Atleti y llegue caminando al Vicente Calderón desde ese Paseo de Yeserías donde siempre te reciben, sea la hora que sea, con una sonrisa y un whisky. Tal vez. En Madrid, como dice la canción, la vida es un metro a punto de partir.

Como no encuentro el poema que me leyó Horacio en el Asturianos, pongo este otro...

Cocaína

Mientras
ordenaba la
pieza encontré
tu calzón.

Es
increíble
que todavía
huela tanto.

Me
lo llevé
a las narices
como cocaína.

domingo, 20 de junio de 2010

Síndrome de Estocolmo


En Estocolmo a uno le da el síndrome. Es inevitable. Así que sin ofrecer resistencia nos dejamos secuestrar por el espíritu de Bolaño. Eso hace que terminemos cenando en casa del Embajador chileno. Un tipo que odia el frío y que no la pasa del todo bien aquí, a menos de 600 km del círculo polar ártico. Buen anfitrión, nos permite improvisar el rincón del fumador en una ventana con vistas. Son más de las diez y no anochece. Para que nos entendamos, es la luz ésa del momento mágico, del instante preciso que diría Cartier-Bresson, un instante que se prolonga indefinidamente, como si no quisiera terminarse, una especie de orgasmo lumínico tántrico, si es que eso significa algo. Caminamos por las calles estrechas de la ciudad vieja y nos da el síndrome. Síndrome, o quizás sería más preciso decir fantasía, de ser secuestrado por una de estas rubias suecas. El mito de las suecas. Hace años, en el 96, cuando viajé por primera vez a Escandinavia, Oslo en ese caso, me quedé anonadado en una ciudad donde me parecía que el 90% de las mujeres eran bellísimas. Años más tarde, con algunos viajes a cuestas, algo más de bagaje, uno piensa que la belleza está en la mezcla, en el mestizaje, en el intercambio racial masivo, la única solución real a los problemas de este mundo. Las suecas son demasiado arias. Sin embargo, no podemos evitar mirar embobados a estas rubias que llenan los bares en una noche con luz. A Carrion le recuerdan a actrices de películas porno suecas de los sesenta, a Angola lo transforman en un rapero viejo, a Campos le sacan esa bestia que lleva dentro y a mí me devuelven a esa adolescencia en la que no podía sostener una conversación de más de diez palabras con ninguna mujer que me atrajera un poquito. La Posada se ríe y a la que puede se desmarca y se sienta en la mesa de los vikingos. Nosotros bebemos las cervezas más caras del mundo y buscamos un bar con un poco de alma. Ni modo. Las amables chicas del Cervantes definen como bar cutre un local que sería pijo en la mayoría de ciudades del mundo. Un bar donde una réplica de Amy Winehouse baila con nosotros hasta que su novio se la lleva avergonzado. Un bar donde el portero se permite aconsejarnos que nos retiremos al hotel, que ya llevamos demasiadas cervezas encima, que es peligroso seguir en ese estado. Como estamos en Suecia no le mandamos a la mierda. Simplemente nos reímos y terminamos la noche en el barco Patricia, desde donde vemos el amanecer a las 3 de la mañana, una experiencia insólita se mire por donde se mire, incluso mirado desde el punto de vista de la enésima rubia que nos justifica la boda real con argumentos peregrinos del tipo "tienen derechos históricos". De la proa a la popa, de versiones ochenteras a house nórdico, poco a poco se calienta el verano más frío que uno recuerde. Cuando ya nos sentimos a gusto, de repente, sin previo aviso, deja de sonar la música y todo el mundo desembarca con orden y concierto, a la sueca. Afuera brilla un solo como de mediodía pero son apenas las cinco de la mañana. Regresa el síndrome, el síndrome "Lost in translation", o sea perdidos en Estocolmo, por favor, que alguien nos secuestre. O que nos explique la frialdad sueca. Gracias

martes, 15 de junio de 2010

Erotizados


Madrid es una ciudad poco erótica estos días. Este frío otoñal tan extraño en esta época del año no ayuda. Tampoco ayuda que los taxistas escuchen estas emisoras madrileñas donde siempre hay tipos enfadados hablando. Ni siquiera que la Residencia de Estudiantes parezca un manicomio a las afueras de Montreaux. Todo el mundo está de mala leche en Madrid. Por suerte hemos llegado nosotros, los críticos, a calentar el ambiente. Terminaron las jornadas Eroticamerica pero continúa la gira de Los Críticos también lloran. En el blog de Fernanda García Lao encuentro una cita que me sirve para ir ya pensando en Eroticamerica 2011.

"La dificultad de reproducir la propia historia sexual estriba en que está indisolublemente mezclada con otras cosas y hechos de la vida; si se intenta separarla resulta extraña y a menudo patética. El libro verdaderamente "erótico", pienso, es el que llega al erotismo por caminos imprevistos, incluso para el autor mismo, y sale de él con la misma naturalidad con la que entró. Siempre produce un poco de timidez, como si uno, sin quererlo, estuviese espiando una escena privada por el ojo de la cerradura."

Somos todos un poco, o un mucho, voyeuristas. Nos gusta mirar, y que nos miren. También nos gusta enamorarnos y más aún que se enamoren de nosotros. Marcelo Carneiro da Cunha escribe sobre esto en su blog. Marcelo es un paulistano que se ha quedado muy impresionado con Carcelona. Demasiado sexo oral dice. Se habla y se habla y se habla, sobre todo en los bares, pubs o discotecas. Sexo oral. Poco contacto. Hablando de sexo oral y de enamorarse, me gustó mucho esto que cuenta María Llopis en su El Postporno era eso. Lo he podido comprobar.

"Águeda decía que cuando estás enamorada haces muy buenas mamadas. La verdad es que decía muchas verdades. Tienes que estar enamorada para hacerlo bien de verdad, hablo de esas mamadas apoteósicas, en las que quieres tragártelo a él entero."

jueves, 10 de junio de 2010

Los Críticos También Lloran (homenaje a Bolaño)


Lo cuenta Jorge Carrión en su blog y yo lo suscribo casi todo. Yo, como no sé hacer de Marc Caellas, hago de Edwin Johns, el artista maldito.

Este jueves, a las 20 horas, en CASA AMÈRICA CATALUNYA, la escritora colombiana Margarita Posada, los escritores venezolanos José Tomás Angola y Leo Campos, y yo, bajo la supervisión de Marc Caellas, protagonizaremos la mesa redonda “Los críticos también lloran (homenaje a Roberto Bolaño)”. Digo “protagonizaremos” porque la propuesta se aleja de la dinámica propia de una mesa redonda. Es otra cosa. Sintoniza con el trabajo que estoy haciendo últimamente de pensar al escritor fuera de su ámbito tradicional (el estudio, el escritorio, la biblioteca), de desplazarlo fuera de ese contexto para experimentar (para observar qué ocurre). En artes plásticas tenemos el caso de Miquel Barceló y sus performances teatrales; el dibujante Liniers también ha subido a un escenario para crear en directo; el chef Santi de Santamaría asaltó recientemente la escena del teatro Romea de Barcelona; Agustín Fernández Mallo y Eloy Fernández Porta exploran sus facetas de recitadores y de video-Djs. Esos ejemplos, que participan de ciertos signos de nuestros tiempos, guardan relación con los “espectáculos de realidad” que ha analizado Reinaldo Laddaga: al espectacularizarla, la realidad es más ficción que nunca. De retruécano, ese proceso nos permite también reflexionar sobre cuánta ficción hay en la propia imagen del escritor recluido en su cueva. La tensión entre ambos espacios (el privado y el público) genera nuevas energías en la escritura literaria de nuestros días.

El espectáculo podrá verse en Casa América, en Madrid, el próximo martes 15 de junio a las 19.30. Y el jueves en el Instituto Cervantes de Estocolmo.

El año pasado, en la Bienal Picón Salas de Mérida, Venezuela, y en la librería del FCE de Bogotá, Colombia, funcionó muy bien.

lunes, 7 de junio de 2010

Eroticamerica 6.0.


No se equivoquen. Juan Abreu no da talleres de sexo. Ni siquiera sobre poligamia, un tema que por falta de tiempo no abordaremos en estas jornadas, pero en el que el amigo Zuma, el presidente de Sudáfrica, sería un invitado imprescindible. Juan Abreu tuvo un blog en Factual llamado Educación Sexual. En él intentaba explicarnos a nosotros, reprimidos españolitos post-franquistas, algunos datos fundamentales. Aportaba soluciones al balneario europeo. No le hicieron caso. Así nos va. Juan Abreu estará en la mesa de erotismo y periodismo este miércoles a las 19.30 horas. No se olviden la libreta. A modo de abrebocas, les dejo uno de los posts que alguna mente puritana borró de la red.

Negros

Para mí un negro siempre ha sido un negro. Es decir una persona igual que otra cualquiera pero negra. Ubaldo, nuestro gran amigo de la infancia que terminó comunista y controlador de tráfico aéreo y fue a estudiar (es un decir) a la USSR, era negro. Un negro enorme. Nos sacaba media polla de ventaja cada vez que nos las medíamos. Coño, nos quejábamos, esto no es justo.

Para mí, dado que procedo de un país de negros, siempre un negro ha sido una persona como otra cualquiera pero negra. Pronto aprendí que no era así para el resto de mis congéneres. Esto no quiere decir que yo no sea racista, como todo el mundo. Quiere decir que uno es lo que supera. Pero todos partimos de la basura, básicamente: un ser humano es la suma de las batallas ganadas contra sí mismo. Diarias batallas. A menos batallas ganadas, más pobre y miserable uno es.

Recuerdo que Olguita no dejaba a Ubaldo asomarse y hacerse la paja junto al resto de la pandilla porque Ubaldo era negro. Olguita, en su cuarto (del que teníamos una vista estupenda desde la habitación de Rodi) se encueraba se ponía a cuatro patas y se metía una tiza en el culito primero y después el borrador de su pequeña pizarra para los ejercicios de gramática en el chochito pelón de catorce años.

Cierto que Olguita era la pija del barrio ¡siempre llevaba zapatos! y las pijas son como son. Pero ya entonces comprendí que ser negro no era lo mismo para todo el mundo.

Después me hice novio de Clarissa, una negra preciosa de boca pero qué puedo decir yo de esa boca sin rebajarla.

Nada, nada.

Clarissa. Labios menores y mayores. ¿Han estado ustedes en el Baptisterio, en las Puertas del Paraíso, en Santa María del Fiore? Pues algo así. Pero mejor, porque te la chupaba.

Hace poco conocí a un negro africano, que son diferentes de los negros cubanos, con un cuerpo de por dónde empiezo. Lo dibujaré mezclado con una modelo y trataré de atrapar la tensión, según vaya creciendo la tensión y estaré ahí para documentar lo que pase.

Y para lo que pase.

Lo que me lleva a la mezcla. Después de vivir doce años en España y de recorrer Europa de aquí para allá me parece que la solución a las estupideces nacionalistas y a la estupidez en general y a casi todos los problemas de Europa es la importación masiva de negros africanos.

Y a follar. Y a procrear.

Nada de blancos por aquí y negros por allá. Nada de guetos, a mezclarse.

A la vuelta de un par de generaciones tendríamos españoles y europeos más altos, sanos y fuertes, más ricos genética y culturalmente. Más hermosos. ¡Imaginen lo que saldría de una sevillana y un negro gigante de Gambia!

Yo creo que para la vieja Europa los negros son la salvación.

viernes, 4 de junio de 2010

Eroticamerica 5.0.


El miércoles tenemos programa triple. Empezamos a las 6 con Animalada, una película de Sergio Bizzio en la que Carlos Roffé interpreta a un estanciero millonario que se enamora perdidamente de una oveja, a tal punto que abandona todo -su dinero, su familia y su cordura- por el animal. Se trata de una película sorprendente que combina un guión delirante con una puesta en escena convencional. Es como si John Waters hiciera un remake sórdido de EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESÍA de Buñuel. Casi inédita por estos lares.
A continuación, a las 7.30, una morbosa mesa redonda sobre las no siempre bien ponderadas relaciones entre el erotismo y el periodismo. Una de las múltiples virtudes que tuvo, durante el poco tiempo que duró, el periódico virtual FACTUAL fue justamente incorporar la seducción como herramienta periodística tanto en el trabajo de campo como en la propia redacción. Dos de los responsables de esta actitud, la peruana Gabriela Wiener y el cubano Juan Abreu, nos acompañarán en esta sesión. Junto a ellos, la escritora cachaca Margarita Posada, la mejor jefa de prensa que cualquier festival en Bogotá pueda soñar, columnista de sexo durante un tiempo en la revista Soho, profesora, gestora cultural, viajera, DJ ocasional en fiestas caraqueñas. No. No es ninfómana, aclara. Es sinfómana. El cuarto integrante es Marcelo Carneiro da Cunha. Marcelo hizo una investigación en su Sao Paulo natal de la que salió un libro de relatos: SIMPLES (O amor nos anos 00), que refleja las nuevas maneras en que se relacionan los sexos a comienzos del siglo XXI. Modera la mesa, no podía ser de otra manera, el periodista David Barba, "el que está en todo". Finalmente, ya en la noche, pasadas las 10, nos encontraremos en el Electric Bar con Efraim Medina Reyes y su banda.

Hablando de hombres y animales, en el magnífico Zoológico Colombia, de José Alejandro Castaño, se da cuenta de pueblos famosos porque muchos de sus hombres serán o fueron o siguen siendo burreros, que es el nombre con el que llaman a los que copulan con burras. El pueblo más célebre se llama Santo Tomás, pero hay otros: Palmar de Varela, Sabanagrande, Campo de la Cruz y Ponedera, todos en el margen izquierda del río Magdalena.

"-De jóvenes no usábamos condones. Uno iba, se metía por ahí en algún potrero, arrimaba el animal a una piedra y ¡zas!, todo el mundo feliz. Era algo muy sano y uno practicaba lo que después iba a hacerle a las mujeres... La virginidad se perdía con burritas, después con putas. Ahora, con tanta enfermedad, sí toca usar condón, pero a las burras no les gusta (el veterinario dice que el látex de los preservativos irrita la vagina de las burras, después se ríe): es que uno piensa que esos animales están preparados para resistir las pruebas más grandes y gruesas, pero no: ¡resulta que son delicados! (los otros dos sujetos que están con él también son músicos, y se ríen al tiempo)."

miércoles, 2 de junio de 2010

Eroticamerica 4.0.


Leo Felipe Campos afirma que después de la cuarta salsa hay sexo. Leo Felipe Campos se mueve por la pista de baile de El Maní es Así con la misma elegancia y savoir-faire que Xavi por el Nou Camp. Leo Felipe Campos mantiene un blog llamado Mi Jaragual. Se llama así por una canción de Ismael Rivera que explica que con un caballo, un buen ron y la mujer amada se acerca uno a la felicidad. El tal Ismael, conocido como El “brujo de Borinquen” o “Sonero mayor”, es originario de una isla del Caribe desde la que canta sus canciones al viento. Desde otra isla de ese convulso mar, Leo me cuenta que ya está listo para el viaje, que extraña a los críticos que también lloran, que a ratos en Venezuela se siente como Bolívar en aquella fragata en la que empezó a desvariar. Leo Felipe Campos publicó el año pasado un libro titulado “Sexo en mi pueblo”. Yo escribí un enredado prólogo que espero no hiciera desistir a potenciales lectores y, sobre todo, lectoras, como esa joven fotógrafa de la portada que busca algo en el frigorífico. Leo Felipe Campos es un personaje de Bolaño, un detective salvaje, un poeta irreductible, un tipo del que tengo la suerte de ser amigo. Leo Felipe Campos estará con nosotros en Eroticamerica. Dejen a las niñas en casa.

Alguien más preparado que yo escribirá un día un exitoso ensayo sobre el sexo en la obra de Bolaño. Mientras tanto, me conformo con los primeros escarceos carnales entre María Font y García Madero.

- No te vengas dentro -dijo María.
- Lo intentaré -dije yo.
- ¿Cómo que lo intentarás, cabrón? ¡No te vengas dentro!
Miré a ambos lados de la cama mientras las piernas de María se anudaban y desanudaban sobre mi espalda (hubiera querido seguir así hasta morirme). A lo lejos discerní la sombra de la cama de Angélica y la curva de las caderas de Angélica, como una isla contemplada desde otra isla. De improviso sentí que los labios de María succionaban mi tetilla izquierda, casi como si me mordiera el corazón. Di un salto y se lo metí todo de un envión, con ganas de clavarla en la cama (los muelles de ésta comenzaron a crujir espantosamente y me detuve), al tiempo que le besaba el pelo y la frente con la máxima delicadeza y aún me sobraba tiempo para cavilar cómo era posible que Angélica no se despertara con el ruido que estábamos haciendo. No noté cuando me vine. Por supuesto, alcancé a sacarla, siempre he tenido buenos reflejos.
- ¿No te habrás venido dentro? -dijo Marñia.
Le juré al oído que no. Durante unos segundos estuvimos ocupados respirando. Le pregunté si ella había tenido un orgasmo y su respuesta me dejó perplejo:
- Me he venido dos veces García Madero, ¿no te has dado cuenta? -preguntó con toda la seriedad del mundo.


Ilustración de Jorge Alderete.