domingo, 27 de septiembre de 2009

torero torero torero


He tenido que cumplir 35 años para ir a la plaza. Tenía que ser ahora cuando, dicen, ya soy lo suficientemente maduro. Mi amigo Abel lo entiende así y me regala la entrada. Llegamos una hora antes para tomar el pulso al ambiente. 20 desquiciados, rodeados de policías, nos gritan asesinos asesinos mientras enarbolan pancartas en inglés. Why? I don't know. El bar Breton lleno hasta la bandera. Cubatas a 4 euros y una fauna variopinta: revendedores decadentes trapicheando, señoritos andaluces conquistando a bellas damiselas, guiris mareados de sangría y señores con traje-corbata-pañuelo preparándose para el ritual. Y es que hoy torea José Tomás. Y nosotros estamos aquí para verlo. Un par de gin-tonics, dos pacharanes y arreando. Un antitaurino se ha pintado todo de rojo: la cara, la camiseta, los pantalones. Un espontáneo le grita: ¡dúchate! Estoy por dejarle unas monedas, como si fuera una estatua de las Ramblas, pero me contengo. Libertad de expresión, faltaría más. Aunque sospecho que a estos los paga el también el Ayuntamiento, para justificar los intentos de prohibir uno de los pocos espacios liberados que nos quedan en Carcelona. Quizás deberían leer el manifiesto por la libertad que ha escrito el poeta Pere Gimferrer. Los accesos a la Monumental son pocos y se forma tremendo atasco en la puerta. Llegamos a nuestra localidad minutos antes de que empiece el espectáculo. Nuestros vecinos, expertos aficionados, se quejan de los que llegan tarde. En el teatro no se permite la entrada una vez comenzada la función. ¿Por qué aquí sí, se preguntan indignados? El primer torero es Julio Aparicio y pronto compruebo que no goza de la estima del respetable. Abucheos, murmullos y mutis al final. Discreto. Posteriormente me entero que la Monumental es una de las plazas más duras para un torero. El público es muy crítico, tanto que obliga al presidente a cambiar el segundo toro. Me uno a la pañolada general. No recordaba una así desde los peores tiempos de Van Gaal en el Barça. Entra un nuevo toro y ahí sí empieza el espectáculo. José Tomás, el Messi del toreo, da una lección. Se me pone la piel de gallina con el primer silencio en la plaza. Pego un brinco con cada finta del torero. Escucho los latidos del toro. Mírame! le grita el torero poco antes de clavarle la espada. Ovación de gala. El toro se desploma. 518 kilos en el suelo. Sin considerarme especialmente sensible al dolor de los animales, admito que me impresiona la muerte del toro. La estocada final y el modo como los caballos lo arrastran al matadero dejando un reguero de sangre en la arena. Ufff. Más pañuelos. Toda la plaza saca el pañuelo. Pañolada total. Resultado: dos orejas para José Tomás. ¿Qué hacen los toreros con las orejas? ¿Las disecan? ¿las ponen en formol? ¿Se las comen? Nadie me aclara esta inquietud. Vuelta al ruedo del torero. El público en pie. Le lanzan flores, ¡le lanzan un libro! Me encantaría saber de qué autor. Una joven entusiasta le lanza un pañuelo. José Tomás lo recoge y se lo devuelve. Recibe a cambio un par de besos. ¡Te queremos José Tomás! Alguien se desmaya. Dos señoras abandonan la plaza. A continuación turno de Morante. No es tan bueno como José Tomás pero ofrece una buena faena. Se gana una oreja pero se fractura la falange y no puede torear el segundo. Aprendo que quien reparte las orejas es el presidente. Es un señor con un bigote nada irónico. Parece un comisario de policía franquista. Está sentado apoyado en una bandera española cuyos colores casi no se distinguen. La han llevado demasiado a la lavandería. Curiosamente, son los Mossos d'Esquadra, la policía catalana, los que se encargan de custodiarlo. Mientras tanto, en la plaza, entra el cuarto toro (quinto si contamos al indultado). Aparicio lo hace fatal. Yo no tengo ni idea de toros pero me doy cuenta que no sirve este Aparicio. El público lo abuchea inclemente. El aficionado experto sentencia: nunca hubo en la historia un hijo de torero bueno. El toro muerto es aplaudido mientras lo retiran. Quinto toro. Vuelve José Tomás. Despierta el respetable. Olé, olé y olé. Aplausos. En pie. Falla con el primer intento con la espada. Se precipitó. Nadie es perfecto. Ni siquiera José Tomás. Para compensarlo nos regala una serie de manoletinas que nos ponen nuevamente en pie. Tiempo de sacar el pañuelo. Dos orejas más. Sale por la puerta grande con la bandera catalana. Bravo. Bravísimo. Una experiencia única. ¡Viva la fiesta coño!

MANIFIESTO POR LA LIBERTAD, Pere Gimferrer

«Queremos, con ocasión de esta Fira de la Mercé que reunirá a decenas de miles de personas en el histórico coso de Barcelona, hacer un llamamiento a todos los ciudadanos de Catalunya. No sólo a los aficionados, sino a todos sin excepción: taurinos, antitaurinos e indiferentes ante la fiesta de los toros. Queremos recordar a todos los catalanes que con la prohibición de la fiesta de los toros lo que podría ser prohibido es una parte de libertad, es un espacio de libertad lo que todos perderíamos. Cada vez que la libertad de alguien se ve negada o limitada, la libertad de todos pierde peso, se debilita, se empequeñece. Queremos recordarlo ante todo a nuestros representantes parlamentarios que han de tomar la decisión: no sólo es la realidad cultural, festiva, tradicional, económica y social de los toros lo que está en juego: es la propia libertad».

martes, 22 de septiembre de 2009

El mito Bolaño

Llego a la oficina. Enciendo el ordenador. Reviso los nuevos correos electrónicos. Borro el spam. Regreso a la bandeja de entrada. Otro mensaje de Facebook. Roberto Bolaño te ha agregado como amigo(a) en Facebook. Me friego los ojos. Aún no he tomado el café. Sigo leyendo.

Hola, Marc:
Roberto Bolaño te ha agregado a sus amigos en Facebook. Tienes que confirmar que conoces a Roberto para que podáis ser amigos en Facebook.
Gracias,
El equipo de Facebook

¿Qué hago? ¿Confirmo que lo conozco? ¿Dejo que revise mi lista de amigos? ¿Estará enfadado por lo de los críticos? ¿Por qué quiere ser mi amigo? Bolaño, la KSB lo afirma en una de sus crónicas barbitúricas, es el monarca del reino de los muertos. Debe ser por eso que mantiene una cuenta en Facebook desde el más allá. Creo que voy a decirle que sí, que no hace falta que me lo pida, que soy su amigo, que no necesitamos el facebook para ser amigos, que me puede llamar también, o mandar un mail. Lo que tú quieras Roberto. Confirmado. Podemos ser amigos.

You are now friends of Roberto Bolaño

¡Tengo 21 amigos en común con Bolaño! Margarita Posada es su amigo. No me había dicho nada, la muy perra. Ahora entiendo su transformación en Norton. Bolaño la ayudó. Sólo tiene una foto de perfil. Le voy a mandar una que le tomó Lisbeth Salas para que cambie su perfil. Renovarse o morir. Tiene 403 amigos Bolaño. No está mal para alguien que se la pasa escribiendo. En su muro veo que contesta todos los comentarios. Barbara Pavlova le dice hola. Roberto Bolaño responde hola. Alba Elena Tirado escribe te quiero. Roberto Bolaño escribe lo sé. Es un cachondo Bolaño. Incluso en el más allá. Siempre lo fue. Se ríe de todos. Seguro que también se ríe del “mito Bolaño”. Para mitos, me interesa mucho más el mito de la mujer caribeña. A Bolaño seguro que también. Es un hombre frágil Bolaño. Como yo. Como la mayoría. Como los que le gustan a la escritora peruana Patricia da Souza.

"Siempre me han conmovido los hombres frágiles. Quiero decir, aquellos que nunca se sienten bien en su rol masculino, y se hunden en la melancolía, aquellos que tienen un aire de indefensión que desarma, y que suelen ser leales. Los pessoanianos, diría yo, los que se quedan atrapados en el dilema de acción-inacción. Creo poseer cualidades para saber dónde se encuentran, porque su vulnerabilidad me estimula sexualmente, como si a través de ellos yo encontrase intacta una parte que también poseo y que he tratado de disfrazar de fortaleza."

martes, 15 de septiembre de 2009

A los catalanes les matará la estética

Parece ser que una de las nuevas tareas de Telma -la hermana de la princesa, no la compañera de Louise-, en su flamante nuevo cargo en el Ayuntamiento de Carcelona será el de valorar si es conveniente cambiar el nombre de la calle Alegre de Dalt por el de Little Caracas, Caracas menuda en catalán. Gracias a Tienda Derecha y a su poder de convocatoria, una calle famosa, hasta ahora, por ser la sede del KGB (Kiosco General de Barcelona) y la sala Beckett, se está convirtiendo en el lugar de encuentro de los cada vez más numerosos caraqueños residentes en Carcelona. El trabajo público de Telma Ortiz podría empezar así con una medida populista muy propia de este Ayuntamiento desorientado que padecemos.Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Pilar Rahola. Como escribe en La Vanguardia, hemos celebrado otra Diada inútil.

Otra Diada inútil. Otro debate estéril. Otro juego de artificios, con las banderas danzando por encima del sentido común. Nuestro gusto por pelearnos a golpe de soufflé rima con nuestra tendencia irrefrenable al vacío estético. Mientras vivimos una crisis social profunda, anclada en un agujero negro económico, un naufragio de valores cívicos y una falta preocupante de autoridad, nosotros a lo nuestro, que lo nuestro es montar el circo de la cuestión nacional. Y uso la expresión en su término justo: montar el circo. Sobre la cuestión Catalunya-España, no estamos ante un debate político de calado, ni ante una serena reflexión colectiva, aquello del adónde vamos, qué queremos ser de mayores, etcétera, sino ante la recurrente pelea de payasos con pastel incluido. El último sainete tiene todo los elementos del rifirrafe grandilocuente y vacuo, cuya utilidad para el bien común es perfectamente descriptible. Por un lado, está el Ayuntamiento de Arenys de Munt, cuya falta de problemas sociales en el municipio lo ha animado a dedicar su tiempo a hacer referendos de autodeterminación. Por supuesto, no servirá para nada, no cambiará nada y, gracias a la justicia tuerta que tenemos, ni tan sólo será. Y así, felizmente, habremos dedicado una ingente energía a gastar palabras, retóricas, micrófonos, y dinero público, para conseguir no hacer algo que tampoco servía para nada. ¡Este país es fantástico! Ysi este lado del espectro hace buena la idea de Ortega de los catalanes y su gusto irrefrenable por la estética, el otro lado no se queda corto en lanzar rebuznos, cuando le ponen el trapo cuatribarrado. Véanlo. Un ayuntamiento dice que quiere preguntar algo que no servirá de nada, pero tiene su puntito simbólico, y España tiembla cual si hubiera perdido la guerra de Cuba. Ministros con verbos airados, falangistas surgidos de sus agujeros amenazando a las gentes de Arenys, políticos de distinto pelaje aprovechando el Pisuerga para hacer la meadita, y hasta un fiscal del Estado que tiene su pasado facha. Y todos peleándose por un soufflé que, cuando se deshinche, no quedará ni en los anales de la hoja parroquial del municipio. Pero todos felices, porque unos y otros, a ambos extremos de la tontería, se atraen cual imanes. ¿Será más soberana Catalunya, con todo este ruido?; ¿estará más cerca de gobernarse mejor?; ¿tendrá un proyecto colectivo más definido? Para nada, pero dará igual. Durante un ratito, unos habrán jugado a ser Roger de Flor, y los otros a ser Rodrigo Díaz de Vivar, ambos enfrascados en una ardua, feroz y estúpida pelea de moños. Más contentos, pues, y algo más tontos. Mientras tanto, celebraremos un año más la Diada, sin saber ni hacia dónde vamos, ni qué sociedad tenemos. Lo cual importa poco. Al fin y al cabo, el circo se monta para distraer al personal, no para resolver problemas.

Como estoy cansado de la actitud de mártir y no me gusta celebrar derrotas, que es lo que se celebra el 11 de septiembre en Catalunya realmente, y como además no tenía ganas de pasar el domingo en Arenys de Munt (un pueblo donde de pequeño solía ir con mis padres a comprar alguna torta dominguera en una pastelería muy buena que imagino debe seguir ahí) he preferido ir a Madrid y celebrar una victoria, la del Barça, que sigue ganando y haciendo más por la imagen de Catalunya que todos esos políticos de puño en alto o de traje nuevo del emperador. He comprobado que por Madrid circulan menos guiris, el personal está de mejor humor -con la excepción de los camareros- y e incluso en épocas de crisis te ponen una tapa con cada caña.

Regreso a Carcelona y veo que, por fin, el Ayuntamiento ha tenido una buena idea. No sé si lo habrá sugerido Telma o si la reciente expo sobre Cobi que se ha llevado a cabo en Duduá, http://duduadudua.blogspot.com/2009/07/expo-homenaje-cobi.html lo ha provocado pero el caso es que Barcelona sustituirá las prostitutas por muñecos del Cobi

Tras el escándalo provocado por el reportaje de investigación del tabloide El País, en el que se documentaba la práctica de la prostitución en las calles del Raval de Barcelona, el Ayuntamiento de la ciudad condal ha decidido reaccionar. Aunque la prostitución es, según el alcalde Jordi Hereu, “una lacra cuya existencia desconocíamos todos antes de leer el artículo y que no se puede erradicar”, el objetivo de las autoridades es “acabar con el aspecto sórdido del sexo en las calles, darle una vuelta a la situación y convertir lo que ahora es una vergüenza en un escaparate hacia Europa y hacia el mundo entero”.
Se ha decidido elegir la mascota de los Juegos Olímpicos de 1992, diseñada por Javier Mariscal, para que sea la imagen del sexo callejero catalán. “Como en la ceremonia de los Juegos, que todos recordamos con cariño, la idea es que el cliente vaya bajando por las Ramblas y escuche ‘Hola! Hola!’ y, como en un desfile de color y simpatía, aparezcan muñecos del Cobi con los que podrá intercambiar afecto”, explica Hereu.
La mayor parte de los barceloneses desconocía la existencia de mujeres que venden su cuerpo en las calles. “A mí esto me suena a algo como de los egipcios, no sé. Pensar que en una ciudad moderna hay gente que no hace el amor con su mujer sino con personas con las que ni siquiera ha cenado nunca, es raro” explica Antoni Jordà, habitante del Raval que “a veces oía gemidos pero pensaba que era la tele”. Jordà, como muchos otros ciudadanos, aplaude la sustitución de las prostitutas por la figura de Cobi “porque es una manera de recordar el dinamismo que llegó a tener la ciudad y de convertir el sexo sucio en un deporte de competición”.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Del Guaire al Cagalell


UN PICNIC EN EL GUAIRE

Hace unos meses se inauguró un nuevo espacio expositivo, el Hub de Barcelona, con la exposición “Turismo: territorios de ficción”, un acercamiento poliédrico al fenómeno turístico del que Barcelona es uno de sus mayores exponentes. Por aquella época fue portada en La Vanguardia la insólita decisión del Patronato de Turismo de Girona de utilizar una foto de las Seychelles para su campaña de promoción de la Costa Brava y otra de las montañas de Canadá para el Pirineo gerundense. No sería de extrañar que Barcelona fuera pionera en crear el primer folleto turístico con el aviso -en letra pequeña y escondido en una esquina- cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. La realidad es que Barcelona es una para sus turistas y otra para sus residentes, quienes a menudo la sienten Carcelona.
Turísticamente, Caracas es la antítesis de Barcelona. Cuando Barcelona vivía de espaldas al mar, Caracas aún era conocida como la sucursal del cielo. Ahora que Barcelona colapsa por exceso de guiris, Caracas ni siquiera sueña con un bus turistic. Caracas asume su barranco de ciudad poco amigable con el visitante ocasional, desconcertado ante una urbe que sólo se salva por arriba, con el majestuoso Ávila, o por abajo, con ese Caribe embriagador. Por la calle del medio tiene al Guaire, un río que se resiste a ser cloaca como los aristócratas se resisten a perder sus privilegios feudales. Mientras Barcelona apenas recuerda que vive entre el Besós y el Llobregat, Caracas tiene en el Guaire una cicatriz que no se olvida ni con el rojo-rojito ni con el whisky dieciocho años. El Guaire sigue ahí, aunque no lo hayan invitado, reclamando su porción de cariño en esa autoproclamada revolución bonita, que se atraganta de ética y descuida la estética. La antítesis de Barcelona, nuevamente.
Amada Granado sabe que la espiritualidad, en Venezuela, está en la naturaleza. Sabe que un pueblo que ensucia su espíritu es un pueblo enfermo. Sabe también que en su país se ha perdido el valor del compromiso. Vamos a limpiar el Guaire, reza la propaganda gubernamental y Amada va y se destaca ahí y lo limpia. Lo limpia con poesía, lo limpia con un toque de humor y con cierta liviandad en la mirada, como pedía el fotógrafo argentino Marcos López, uno de los referentes de la joven creadora, en su célebre Manifiesto de Caracas. Amada pone en imágenes los sueños para su ciudad, su ideal de felicidad para una tarde después del trabajo: un picnic en el Guaire. Un lugar a donde llevar a sus amigos, ya sean de Rumania, de Dinamarca o del barrio de Gràcia. Un espacio para disfrutar de los cielos caraqueños a esa hora en la que el sol se esconde entre las cumbres. Amada ha encontrado en la fotografia la mejor manera de compartir buenos momentos. Sus territorios de ficción quizás no sean turísticos pero son verdaderos porque, como decía Machado, la verdad también se inventa. Los afectos, las afinidades electivas, las utopías compartidas son las que estimulan este proyecto fotográfico que apenas inicia su recorrido. No harán falta fotografías de agencia para ilustrarlo.