viernes, 21 de octubre de 2011

Marc Caellas, dramaturg, Entrevista El Triangle


El Triangle es un periódico semanal que sale todos los viernes en Catalunya. Me entrevistaron por correo electrónico y quedó esto. Mi primera impresión fue de sorpresa, al constatar que de repente me había convertido en dramaturgo. Pero luego consulté en la Rae y aprendí que dramatugo es aquél que escribe obras dramáticas. Tal vez tengan razón y Carcelona sea un drama, un nuevo drama incluso, ahora que está tan de moda la expresión...

A tono con el espíritu libertario de Carcelona, comparto aquí un fragmento de Una novela francesa, de Frédéric Beigbeder, leída y gozada estas últimas semanas en el exilio porteño. El fragmento corresponde a una conversación que mantiene el escritor con un policía, en una cárcel de París a la que es enviado después de esnifar coca en el capó de un coche, en plena calle, y acompañado de un poeta. Grande Frédéric!

- Si a los cuarenta y dos años desobedezco las leyes es porque no desobedecí lo bastante a mi madre cuando era joven. Tengo veinte años de desobediencia por recuperar. A mi hija le explico los peligros que la amenazan, pero nunca me enfado con un niño porque desobedezca, dado que ahí es como se afirma. Naturalmente, riño a mi hija cuando tiene una rabieta, pero me inquietaría mucho más si no tuviera nunca ninguna. Voy a escribir un libro sobre mis orígenes. Puesto que me trata usted como a un niño, intentaré serlo para explicar a mi hija que el placer es algo muy serio, necesario pero peligroso. ¿No comprende usted que este asunto nos sobrepasa a los dos? Lo que está en cuestión es nuestra forma de vivir. En lugar de castigar a las víctimas, pregúnteles por qué hay tantos jóvenes desesperados, por qué se mueren de aburrimiento, por qué buscan cualquier sensación extrema antes que el siniestro destino del consumidor frustrado, del individuo normalizado, del zombi formateado, del parado programado.
- Yo soy policía, usted escritor. Cada cual a lo suyo. Cuando un joven prende fuego a un coche, nosotros lo interrogamos y lo enviamos ante un juez. Usted intenta analizar las razones de su rebelión nihilista... Es muy libre de hacerlo.
- Lo que usted no quiere ver es que esta sustancia no es más que un pretexto para acercarse a los otros, un intermediario entre desconocidos, un rodeo para engañar a la soledad, un vínculo estúpido pero real entre almas perdidas... Si conoce usted otra cosa que permita fraternizar con otros extraviados, dígamelo.

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