jueves, 1 de diciembre de 2011

Carcelona kids


Uno de los efectos colaterales generados a partir de la publicación de Carcelona es la cantidad de nuevas ideas y temas que algunos atentos lectores están compartiendo conmigo. Y yo que quería dar por terminada mi etapa Carcelona... Algunos están empeñados en que siga completando el mosaico. Tal vez tenga que preparar una nueva versión, corregida y aumentada. Comparto aquí una ilustración y un breve texto de mi admirado Pedro Strukelj, compañero de despacho durante los dos años que formé parte del equipo de Casa América Catalunya. Con Pedro sostuvimos siempre divertidas tertulias a media mañana. “L'hora de la poma” le llamábamos a nuestros minutos de descanso en los cuáles degustábamos una manzana en la cocina del entresuelo más inquieto del Eixample. Pedro es un arquitecto que a ratos dice que es mexicano y a ratos argentino, según le convenga. Casado con una catalana, padre de dos hijas, su mirada sobre Carcelona es siempre lúcida y certera. Pedro gestiona un blog en el que regularmente muestra sus dibujos, retratos cotidianos de su familia, de sus amigos o de su ciudad adoptiva, esta Carcelona que sigue empeñada en complicarse la vida.

Breve aportación a la narración colectiva que en definitiva puede ser la Carcelona de Marc Caellas.

Mi hija acaba de cumplir 4 años y está rebelde. Quiere hacerlo todo ella y todo de manera completamente opuesta a como hasta hoy lo venía haciendo acompañada de sus hermosos y buenos padres. El sábado pasado festejamos en un parque sin solicitar el permiso municipal para hacerlo. Además de pastel y patatas, quesos y vino para padres y madres. El lunes siguiente nos esperaba en el buzón de casa una carta del sistema de transportes en que le daba la bienvenida a la pequeña ciudadana-contribuyente al sistema de transporte metropolitano. Días después del parto recibimos la tarjeta sanitaria, y formamos parte del programa "Ja tenim un fill", en el que durante el primer año del bebé, madres e hijos se reunían a compartir experiencias conducidas por especialistas en toda clase de temas. Del mismo modo ahora recibíamos la noticia de que la niña comenzaba a pagar el metro. Subíamos por el ascensor con una sensación de estar vigilados.
La tarjeta T-12 es casi gratuita, dura hasta los 13 años y tiene un dibujo de 5 niños sonrientes. Si no es para pagar el transporte, ¿para qué es? ¿Para que el niño no se cuele como un delincuente desde pequeño? ¿Para enseñarle a pasar el cartoncito de la fábrica desde los 4 años? Desde luego para ambas.
Cuando esto pasó yo leía el libro amarillo de Marc y pensaba en la pedagogía de la ciudad-parque infantil y en la necesidad de rebeldía que forma parte del crecimiento de las personas. Es como si esta pedagogía ciudadana exigiera a los niños-jóvenes-ciudadanos que crezcan sin ese momento de diferenciación respecto de lo padres-normas. Sería como la continuidad del método Estivill (tan exitoso como represivo) pero prolongado durante el resto del desarrollo: no necesites, no te vincules afectivamente, y luego, no te separes, no te rebeles, no te construyas como individuo.
La frase que han usado los fantásticos publicistas es tan burda como ilustrativa: "Ja ets grandet per fer aquestas coses" (ya eres grande para hacer estas cosas) pero la verdad es que no, mi hija no es grande todavía, se hará grande si le permitimos no serlo de manera rebelde. El equipo de pedagogos de TMB lo ha debatido largamente y seguro que este es el motivo por el que, de momento, la tarjeta es gratuita.

Aquí hay un blog de Elsa Verges en que trata los diferentes planos de la campaña para no "colarse" en el metro con Foucault:

1. Et creus molt llest?... hi ha un càstig
2. Et creus molt llest?... no tens protecció
3. Et creus molt llest?... estàs vigilat

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