sábado, 27 de agosto de 2011

luchar por dar mala imagen


Dice Antonio Baños en Público: Que sepan todos los que resisten en la playa de Sant Sebastià que no únicamente luchan por ir desnudos en la playa de siempre. Luchan porque Carcelona tenga derecho a dar una mala imagen. La imagen de la vida, con feos, gordos, viejos, pobres y locos de atar a la vista de todos. Que cada vez que un capitalista mire desde la ventana de su suite, vea Carcelona como siempre ha sido: rebelde, exhibicionista, desobediente y libre. No estáis solos!

domingo, 7 de agosto de 2011

Haz turismo invadiendo un país


Sucederá en pocos días. Está anunciado. El que avisa no es traidor. Tienen tiempo de escapar. Por tierra o por aire. Por mar va a ser complicado. Yo ya lo hice. Estoy lejos, al otro lado del charco. Pero me indigno igual con un titular como éste: Carcelona batirá su récord de pasajeros de cruceros el 20 de agosto de 2011. La marea turística aparecerá tras la sombra de Colón y subirá por las Ramblas con paso firme y viento de poniente. Propongo colocar barricadas a la altura del Liceo. Francotiradores en el Ars Santa Mónica. Recibirlos al grito de No Pasarán. Todo de mentira claro, no vayan a acusarme de incitar a la violencia. Todo fake, de cartón-piedra, como les gusta a los guiris. Sangría y paella. Con faldas y a lo loco. Más vale ser punki que maricón de playa.

Para los que anden por la cárcel de oro les recomiendo escuchar este tema de los Celtas Cortos con el que titulé este post y releer Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, la desopilante crónica que David Foster Wallace escribió sobre su experiencia como pasajero en un crucero por el Caribe. Se leen cosas como:

"Hay algo insoportablemente triste en los Cruceros de Lujo masivos. Como la mayoría de las cosas insoportablemente tristes, resulta increíblemente elusivo y complejo en sus causas y simple en sus efectos: a bordo del Nadir -sobre todo de noche, con toda la diversión organizada, la amabilidad y el ruido del jolgorio- me sentí desesperar. La palabra se ha banalizado ahora por el exceso de uso, desesperar, pero es una palabra seria, y la estoy usando en serio. Para mí denota una adicción simple: un extraño deseo de muerte combinado con una sensación apabullante de mi propia pequeñez y futilidad que se presenta como miedo a la muerte. Tal vez se parezca a lo que la gente llama terror o angustia. Pero no acaba de ser como esas cosas. Se parece más a querer morirse a fin de evitar la sensación insoportable de darse cuenta de que uno es pequeño, débil, egoísta y de que, sin ninguna duda posible, se va a morir. Es querer tirarse por la borda."