martes, 15 de septiembre de 2009

A los catalanes les matará la estética

Parece ser que una de las nuevas tareas de Telma -la hermana de la princesa, no la compañera de Louise-, en su flamante nuevo cargo en el Ayuntamiento de Carcelona será el de valorar si es conveniente cambiar el nombre de la calle Alegre de Dalt por el de Little Caracas, Caracas menuda en catalán. Gracias a Tienda Derecha y a su poder de convocatoria, una calle famosa, hasta ahora, por ser la sede del KGB (Kiosco General de Barcelona) y la sala Beckett, se está convirtiendo en el lugar de encuentro de los cada vez más numerosos caraqueños residentes en Carcelona. El trabajo público de Telma Ortiz podría empezar así con una medida populista muy propia de este Ayuntamiento desorientado que padecemos.Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Pilar Rahola. Como escribe en La Vanguardia, hemos celebrado otra Diada inútil.

Otra Diada inútil. Otro debate estéril. Otro juego de artificios, con las banderas danzando por encima del sentido común. Nuestro gusto por pelearnos a golpe de soufflé rima con nuestra tendencia irrefrenable al vacío estético. Mientras vivimos una crisis social profunda, anclada en un agujero negro económico, un naufragio de valores cívicos y una falta preocupante de autoridad, nosotros a lo nuestro, que lo nuestro es montar el circo de la cuestión nacional. Y uso la expresión en su término justo: montar el circo. Sobre la cuestión Catalunya-España, no estamos ante un debate político de calado, ni ante una serena reflexión colectiva, aquello del adónde vamos, qué queremos ser de mayores, etcétera, sino ante la recurrente pelea de payasos con pastel incluido. El último sainete tiene todo los elementos del rifirrafe grandilocuente y vacuo, cuya utilidad para el bien común es perfectamente descriptible. Por un lado, está el Ayuntamiento de Arenys de Munt, cuya falta de problemas sociales en el municipio lo ha animado a dedicar su tiempo a hacer referendos de autodeterminación. Por supuesto, no servirá para nada, no cambiará nada y, gracias a la justicia tuerta que tenemos, ni tan sólo será. Y así, felizmente, habremos dedicado una ingente energía a gastar palabras, retóricas, micrófonos, y dinero público, para conseguir no hacer algo que tampoco servía para nada. ¡Este país es fantástico! Ysi este lado del espectro hace buena la idea de Ortega de los catalanes y su gusto irrefrenable por la estética, el otro lado no se queda corto en lanzar rebuznos, cuando le ponen el trapo cuatribarrado. Véanlo. Un ayuntamiento dice que quiere preguntar algo que no servirá de nada, pero tiene su puntito simbólico, y España tiembla cual si hubiera perdido la guerra de Cuba. Ministros con verbos airados, falangistas surgidos de sus agujeros amenazando a las gentes de Arenys, políticos de distinto pelaje aprovechando el Pisuerga para hacer la meadita, y hasta un fiscal del Estado que tiene su pasado facha. Y todos peleándose por un soufflé que, cuando se deshinche, no quedará ni en los anales de la hoja parroquial del municipio. Pero todos felices, porque unos y otros, a ambos extremos de la tontería, se atraen cual imanes. ¿Será más soberana Catalunya, con todo este ruido?; ¿estará más cerca de gobernarse mejor?; ¿tendrá un proyecto colectivo más definido? Para nada, pero dará igual. Durante un ratito, unos habrán jugado a ser Roger de Flor, y los otros a ser Rodrigo Díaz de Vivar, ambos enfrascados en una ardua, feroz y estúpida pelea de moños. Más contentos, pues, y algo más tontos. Mientras tanto, celebraremos un año más la Diada, sin saber ni hacia dónde vamos, ni qué sociedad tenemos. Lo cual importa poco. Al fin y al cabo, el circo se monta para distraer al personal, no para resolver problemas.

Como estoy cansado de la actitud de mártir y no me gusta celebrar derrotas, que es lo que se celebra el 11 de septiembre en Catalunya realmente, y como además no tenía ganas de pasar el domingo en Arenys de Munt (un pueblo donde de pequeño solía ir con mis padres a comprar alguna torta dominguera en una pastelería muy buena que imagino debe seguir ahí) he preferido ir a Madrid y celebrar una victoria, la del Barça, que sigue ganando y haciendo más por la imagen de Catalunya que todos esos políticos de puño en alto o de traje nuevo del emperador. He comprobado que por Madrid circulan menos guiris, el personal está de mejor humor -con la excepción de los camareros- y e incluso en épocas de crisis te ponen una tapa con cada caña.

Regreso a Carcelona y veo que, por fin, el Ayuntamiento ha tenido una buena idea. No sé si lo habrá sugerido Telma o si la reciente expo sobre Cobi que se ha llevado a cabo en Duduá, http://duduadudua.blogspot.com/2009/07/expo-homenaje-cobi.html lo ha provocado pero el caso es que Barcelona sustituirá las prostitutas por muñecos del Cobi

Tras el escándalo provocado por el reportaje de investigación del tabloide El País, en el que se documentaba la práctica de la prostitución en las calles del Raval de Barcelona, el Ayuntamiento de la ciudad condal ha decidido reaccionar. Aunque la prostitución es, según el alcalde Jordi Hereu, “una lacra cuya existencia desconocíamos todos antes de leer el artículo y que no se puede erradicar”, el objetivo de las autoridades es “acabar con el aspecto sórdido del sexo en las calles, darle una vuelta a la situación y convertir lo que ahora es una vergüenza en un escaparate hacia Europa y hacia el mundo entero”.
Se ha decidido elegir la mascota de los Juegos Olímpicos de 1992, diseñada por Javier Mariscal, para que sea la imagen del sexo callejero catalán. “Como en la ceremonia de los Juegos, que todos recordamos con cariño, la idea es que el cliente vaya bajando por las Ramblas y escuche ‘Hola! Hola!’ y, como en un desfile de color y simpatía, aparezcan muñecos del Cobi con los que podrá intercambiar afecto”, explica Hereu.
La mayor parte de los barceloneses desconocía la existencia de mujeres que venden su cuerpo en las calles. “A mí esto me suena a algo como de los egipcios, no sé. Pensar que en una ciudad moderna hay gente que no hace el amor con su mujer sino con personas con las que ni siquiera ha cenado nunca, es raro” explica Antoni Jordà, habitante del Raval que “a veces oía gemidos pero pensaba que era la tele”. Jordà, como muchos otros ciudadanos, aplaude la sustitución de las prostitutas por la figura de Cobi “porque es una manera de recordar el dinamismo que llegó a tener la ciudad y de convertir el sexo sucio en un deporte de competición”.

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