Domingo soleado. Ni una nube a la vista. Un cielo azul sonriente. Como los carceloneses, hoy todos culés, hoy todos creyentes, como Serrat que cuando gana el Barça cree que hay Dios y es azulgrana -al menos eso canta Sabina- yo también creo hoy en algo que tal vez sea justicia divina, buen gusto cósmico o simplemente sentido común sideral. Demasiadas imágenes en la retina. Pujol besando el brazalete de capitán con las cuatro barras catalanas, como si fuese un almogàver de ese ejército desarmado de Catalunya del que hablaba Manuel Vázquez Montalbán. O Henry caminando hacia atrás con Eto'o agarrándole el cuello en una especie de ritual africano de extraradio francés. O Gerard Piqué amarrado a la camiseta como si fuera el santo sudario. Salió la "rauxa". No aguantaba más, agazapada, escondida, esperando el momento adecuado par rugir. Demasiado corazón. Demasiado seny. Demasiado debate ficticio pienso mientras desayuno contemplando el Mediterráneo. Al rato, bajo a la calle y camino entre chinos, paquistaníes y suecas. No me importa. Vivan los guiris, mientras celebren las victorias borrachos como cubas en las Ramblas. Viva Carcelona, mientras los guardianes del parque nos dejen subirnos a la fuente de Canaletas a celebrar las victorias. Viva la sagrada familia, mientras sea la que firmó el contrato de Messi en una servilleta. Llego al quiosco eufórico. Me regodeo en los titulares de prensa.
Primero los de la prensa local.
Sport: Goleada, humillación y ¡campeones!
El Mundo Deportivo: 2-6 Histórico.
La Vanguardia: Alirón en Madrid.
Avui: El Barça fa història.
El Periódico: 2-6 Histórico.
Los de Madrid no pueden evitarlo, les duele e intentan ser creativos.
Marca: colorín, colorado, esta liga...
As: Sombrerazo al campéón.
El País: Un Barça de leyenda machaca al Madrid.
ABC: El Barça grita la verdad sobre la liga.
El Mundo: El Bara toma el Bernabeu.
En Italia también lo vieron.
La Gazzeta de lo Sport: Barça, sono marziani il Real fatto a pezzi.
Suena bien, ¿no? En francés también lo queremos leer.
L'Equipe: Jeu, set et match pour Barcelonne.
Vivan los gabachos. Ce n'est pas facile! Me los llevaría todos pero recuerdo aquella frase de Manfridi sobre que en la vida decidir lo es todo. Así que me decido por La Vanguardia, en gran parte porque quiero leer el artículo de Sergi Pàmies titulado Inapelable obra maestra. Termina así: En las semanas previas (extenuantes, con esa lucha mediática que tanto abusa de la guerra psicológica), se ha hablado con lapidaria alegría de un combate entre épica (Madrid) y estética (Barça). Anoche, con un partido que perdurará en nuestra memoria más allá de nuestras cenizas, el Barça fue épicamente estético y estéticamente épico. Señores jugadores, señor entrenador (y colaboradores), gracias.
Gracias a ti Sergi por tus certeros artículos. En la tarde, después de un pollo a l'ast y unos carquinyolis, me siento culpable por tanto culto pagano y decido visitar el CCCB. Una exposición de fotografía africana para digerir el empacho futbolero. La exposición se llama Bamako y, cómo no, me viene a la cabeza que de allí es justamente Diarra, un futbolista de este Madrid chapucero y ramplón. Un jugador, como todos los Diarra del mundo, que corre mucho, la mayoría de veces sin mucho criterio, olvidando la sentencia de Cruyff de que lo importante es que corra la pelota. Demasiada sutileza para un equipo, el madridista, resignado en estos tiempos de crisis a ser un equipo del montón, que puede ganar, por cojones o de churro, que más da, a los equipos segundones pero que cuando se enfrenta a los grandes, o sea al Liverpool, a la Juventus, al Barça, sale goleado. Pero no quiero pensar más en ellos, maldita fotografía africana. Salgo al Raval y en esas me acuerdo de otro culé ilustre, e ilustrado, que hace unos meses escribió un artículo elogiando al gran Pep Guardiola, principal responsable de que todo un país durmiera ayer noche feliz.
EL FÚTBOL HABLADO
Por Enrique VILA-MATAS
Seguramente no se comentó nunca tanto un Barça-Madrid. La explosión mediática, los comentarios en torno al partido, fueron de una intensidad feroz desde el lunes mismo de la semana pasada. Para quien no le haya interesado nunca ese deporte, o simplemente no le atrajera el partido del siglo de este año -que prometía, como así fue, un Madrid cosiendo a patadas los tobillos de Messi- tiene que haber sido una tortura todo el fútbol hablado que se ha vivido en la calle y en los medios.
La primera vez que supe de la existencia del fútbol hablado fue allá por los tiempos de Helenio Herrera, días de 1958, cuando se dio por televisión un Madrid-Barça y por primera vez se habló del partido del siglo, sobre todo por ser la primera vez que se televisaba en el país un encuentro futbolístico. Por aquellos días, la gente en Barcelona iba a Canaletas -el famoso entorno que existió muchísimo antes de que Cruyff lo descubriera- para participar en las animadas y para mí algo extrañas tertulias que tenían lugar junto a la fuente. Ignoro si perduran todavía esas reuniones -intuyo que sí-, pero recuerdo que entonces eran reuniones excepcionales y que aquella semana de hace medio siglo, antes precisamente del primer partido del siglo, fue el delirio. Pero no el delirio descomunal y desorbitado de estos últimos días, sino una locura contenida, rara, de una serenidad violenta que nunca he podido olvidar. En Canaletas eran todo un espectáculo los extraordinarios egocéntricos, sabios parlantes siempre en busca de discrepar del último que hubiera hablado. De ahí creo que nació la peor pero también, al mismo tiempo, y en una dirección bien distinta, la mejor literatura de fútbol de todos los tiempos y de la que el periodista Martín Girard, entre otros, fue un pionero.
Del bombardeo mediático de la última semana, con tanto culé enloquecido ante la expectativa de la goleada estratosférica -en un bar llegué a oír hablar de un once a cero-, aprecié especialmente algunas opiniones breves y sensatas. La de Valdano, por ejemplo: "Espero que el Real Madrid acepte su debilidad y que salga con una actitud más conservadora. La dificultad del Barça radica en cumplir con todas las expectativas creadas". Certeras palabras, porque eso fue lo que sucedió el sábado bajo la lluvia, aunque en el tiqui taca de la retransmisión de la Sexta en la que participó Valdano parecían creer que a Messi se le podía lapidar y que la gran jugada del partido la había hecho el velocista Drenthe.
De todo el despliegue abrumador de la semana pasada me quedo con las palabras siempre medidas y comedidas de Guardiola, que si hace quince días se descolgó con una escueta frase que seguramente quedará -"El balón es quien ordena a los equipos"-, días antes del partido con el eterno rival se quejó precisamente de las expectativas creadas: "Muy bien, ya hemos ganado cinco a cero, ahora vamos a jugar el partido".
Suenan siempre nobles las palabras de Guardiola en medio de un entorno de tergiversaciones chulescas (Michel Salgado diciendo que en el Barça celebran ya la Liga), lenguaje cañí, culto al insulto, amenizado por las chorradas sempiternas de los presidentes. Aunque no fuera bueno en su oficio, nadie podría ya quitarle a Guardiola haber conseguido en poco tiempo haber mejorado el fútbol hablado. Pero es que, además, resulta que está dando señales de querer mejorar también al fútbol y de ser un entrenador extraordinario.
Por Enrique VILA-MATAS
Seguramente no se comentó nunca tanto un Barça-Madrid. La explosión mediática, los comentarios en torno al partido, fueron de una intensidad feroz desde el lunes mismo de la semana pasada. Para quien no le haya interesado nunca ese deporte, o simplemente no le atrajera el partido del siglo de este año -que prometía, como así fue, un Madrid cosiendo a patadas los tobillos de Messi- tiene que haber sido una tortura todo el fútbol hablado que se ha vivido en la calle y en los medios.
La primera vez que supe de la existencia del fútbol hablado fue allá por los tiempos de Helenio Herrera, días de 1958, cuando se dio por televisión un Madrid-Barça y por primera vez se habló del partido del siglo, sobre todo por ser la primera vez que se televisaba en el país un encuentro futbolístico. Por aquellos días, la gente en Barcelona iba a Canaletas -el famoso entorno que existió muchísimo antes de que Cruyff lo descubriera- para participar en las animadas y para mí algo extrañas tertulias que tenían lugar junto a la fuente. Ignoro si perduran todavía esas reuniones -intuyo que sí-, pero recuerdo que entonces eran reuniones excepcionales y que aquella semana de hace medio siglo, antes precisamente del primer partido del siglo, fue el delirio. Pero no el delirio descomunal y desorbitado de estos últimos días, sino una locura contenida, rara, de una serenidad violenta que nunca he podido olvidar. En Canaletas eran todo un espectáculo los extraordinarios egocéntricos, sabios parlantes siempre en busca de discrepar del último que hubiera hablado. De ahí creo que nació la peor pero también, al mismo tiempo, y en una dirección bien distinta, la mejor literatura de fútbol de todos los tiempos y de la que el periodista Martín Girard, entre otros, fue un pionero.
Del bombardeo mediático de la última semana, con tanto culé enloquecido ante la expectativa de la goleada estratosférica -en un bar llegué a oír hablar de un once a cero-, aprecié especialmente algunas opiniones breves y sensatas. La de Valdano, por ejemplo: "Espero que el Real Madrid acepte su debilidad y que salga con una actitud más conservadora. La dificultad del Barça radica en cumplir con todas las expectativas creadas". Certeras palabras, porque eso fue lo que sucedió el sábado bajo la lluvia, aunque en el tiqui taca de la retransmisión de la Sexta en la que participó Valdano parecían creer que a Messi se le podía lapidar y que la gran jugada del partido la había hecho el velocista Drenthe.
De todo el despliegue abrumador de la semana pasada me quedo con las palabras siempre medidas y comedidas de Guardiola, que si hace quince días se descolgó con una escueta frase que seguramente quedará -"El balón es quien ordena a los equipos"-, días antes del partido con el eterno rival se quejó precisamente de las expectativas creadas: "Muy bien, ya hemos ganado cinco a cero, ahora vamos a jugar el partido".
Suenan siempre nobles las palabras de Guardiola en medio de un entorno de tergiversaciones chulescas (Michel Salgado diciendo que en el Barça celebran ya la Liga), lenguaje cañí, culto al insulto, amenizado por las chorradas sempiternas de los presidentes. Aunque no fuera bueno en su oficio, nadie podría ya quitarle a Guardiola haber conseguido en poco tiempo haber mejorado el fútbol hablado. Pero es que, además, resulta que está dando señales de querer mejorar también al fútbol y de ser un entrenador extraordinario.
VAYA PARTIDAZO!
ResponderEliminaryo me quedo con el sombrerito de Henry, ese dia el frances iba de rollito sobrio, sin esfuerzo, solo moviendo los musculos necesarios, desapasionado, pasota pero letal dejando correr el balon unos segundos hasta el gol.....
Alberto
Coño Marc.. lo de ayer fue algo histórico (vaya lugar común pero aplica como nada)
ResponderEliminarQue partido.. que baile! Y lo mejor es que no pudieron saborear el espejismo que producia cada uno de sus dos goles.... El Barca bordó el futbol.. nunca jamás habia visto un partido RM-B en el que la diferencia fuera tan notable...
Juan Carlos
Hola Marc: ante las palabras de tanto ilustre que citas y que a su vez ellos mismos citan, lo mejor es callar, más no quiero dejar pasar la oportunidad de brindar contigo a la salud del fútbol, perdón, a la salud del Barça. El 6 a 2 es por encima de todo un acto de justicia, un acto de justicia por Guardiola, por cada uno de los jugadores y sobretodo un acto de justicia por el fútbol lírico, que debería ser todo el fútbol. En una era signada por el "resultadismo", que iba uno a imaginar que nuestras retinas se plagaran con el buen gusto y que nuestros ojos se aguaran ante la poesía convertida en acción. Obviamente cada transitar de este Barça me remite a nuestras conversaciones y a la expresión de nuestro anhelo por deleitarnos como espectadores. Brindo porque estamos vivos y por ser testigos privilegiados del placer de vibrar ante la sinfonía de los sibaritas del balón pie...
ResponderEliminarIgnacio
Marc !!!Enhorabuena!!
ResponderEliminarSinceras felicitaciones de una "merengue"
Marili
Amigable el puerco que acompañó la semana en tu texto.
ResponderEliminarCasualmente hoy he leído esto:
"90 people get the swine flu and everybody wants to wear a mask. A million people have AIDS and no one wants to wear a condom"
cha cha.
Amada.
Enhorabuena!
ResponderEliminarel merengue se agrió
Hilda
Alberto, Henry personifica la elegancia de este Barça que hace que parezca fácil lo que en realidad es fruto de un fuerte trabajo táctico y mental.
ResponderEliminarJuan Carlos, un baile de noventa minutos, como un vals vienés.
Igancio, brindo contigo porque tengamos más momentos para brindar.
Abrazos mil
Un huésped oculto añade...
ResponderEliminar"Sé que el fin del azufaifo, el cedro y la palmera no es el fin del mundo, pero con pequeños malestares graves se va forjando un gran malestar grave y gestando ese rumor que muchos ya hemos escuchado y que habla de que, con la ciudad vendida a la especulación inmobiliaria y a un turismo indiscriminado y regalada la industria cultural a Madrid, estamos ante el fin de Barcelona. Ya no es sólo la barbarie que en una sola mañana a mí me ha alcanzado por tres ángulos distintos (una prueba de que el promedio de salvajadas tiene que ser grande), sino también esa incomodidad creciente de notar que la ciudad ya no es nuestra, que es un gran parque temático para extranjeros y que en realidad con tanta estupidez ya se ha producido -en los próximos años simplemente se confirmará- el fin de Barcelona. En cierta ocasión, le pregunté a Pep Guardiola si un futbolista, en el momento mismo de realizar la última gran jugada de su vida, podía llegar a intuir que con aquella gran jugada había llegado el fin de su carrera. ¿Sabe ya Barcelona que su gran carrera hacia la nada ha llegado a su final?"
Enrique Vila-Matas