domingo, 11 de enero de 2009

semana 1


Primera semana en Carcelona después de muchos años. Vuelta a rutinas ya olvidadas. Los viernes: Sa Papilla. O sea, juego de futbol sala, futbolito en Venezuela, en las ligas Scorpio, http://www.scorpio-fs.com/, dirigidas por un curioso personaje al que apodamos "El Brasas". Vayamos por partes. Un poco de historia. Verano del 90. Vacaciones escolares en Palma de Mallorca. Llegan en la Transmediterrania Xavi "Semi-sec", Abel "el soltero más codiciado de Carcelona" (Mónica dixit) y Alberto "tejido-red". Mi padre nos deja su apartamento cerca de la Plaza Gomila. Salida adolescente con pretensiones de ligoteo. Botellón en el paseo marítimo de Palma. Muchas risas. El siempre impetuoso Alberto nos pide que le golpeemos en el flexo. Le damos un par de puñetazos bien dados y ahí sigue, con su chulería juvenil característica. Subimos a un taxi. "Llevenos a la discoteca de las guiris cachondas, por favor", le espeta al conductor. Un par de curvas y listo: Alberto vomita estrepitosamente desde la parte de atrás del coche. El taxista detiene el vehículo violentamente. Sale del coche y, manos a la cabeza, grita: "¡sa papilla! ¡sa papilla! ¡sa papilla a s'estora!". Abel y yo no podemos parar de reír. Xavi, sensato, se saca un billete de 2000 pesetas (ay, las pesetas...) que calla al indignado taxista. Nos quedamos tirados en algún punto de la ciudad. De ahí viene el after-alcoholic nombre. A Bukowsky le hubiera gustado. Sa Papilla. Así se llama nuestro equipo de futbol sala. Sa Papilla. Casi veinte años de goles, risas y futbol. ¿Títulos? Apenas uno. Un Campeonato de ex-alumnos de la cárcel Marista, en el noventa y algo. ¿Jugadores? Unos cuantos, aunque la "cúpula" somos cinco, los cuatro de Mallorca y Carlos, el que se casó en la portería. Vuelta al presente. Es viernes nueve de enero. Nuevamente me enfundo la camiseta. Han pasado más de cinco años desde la última vez. Me dan el número 13. Es lo que tiene el exilio. Pierdes el número de toda la vida, en mi caso el 8. Son casi las nueve de la noche. Pocos grados de temperatura. Un frío de cojones. Perdemos, claro. 2 a 0 contra Racing de Sarriá. Buen juego pero falta de definición. Abel-Nureyev demasiado resbaladizo. No tenemos a Messi. Fallamos demasiadas ocasiones. Debuto con dos chuts al palo y unas cuantas cagadas. Falto de ritmo, el reciente fichaje Artur Wallace me acusa de individualismo. Pásala, coño, me suelta en el vestuario. Ya se sabe, las broncas post-partido en la ducha forman parte del plan. Buen rollo. Es mi primer partido. Luego, cena por todo lo alto en Can Cargol. Caracoles, huevos estrellados con chorizo, alcachofas (¡es temporada! informa Roger) y lechón asado. Vino de Rioja a discreción y carajillo para coronar. Aún no está prohibido cenar bien en Carcelona. Veremos lo que dura.

4 comentarios:

  1. Qué gran crónica amigo !!! Me gustan estas cosas.. esos amigos... que tras casi 30 años siguen juntos jugando a fútbol los viernes... Viva Sa Papilla !!!

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  2. bienvenido a Carcelona, aunque la vuelta no ha estado tan mal, no?

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  3. Creo que tienes más honores como futbolista que Leo Campos, ¡alégrate por eso!

    ¡Bienvenido de vuelta, buen comienzo-regreso!

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  4. Carlos, espero verte en el campo de juego bien pronto. NO valen excusas...

    David, gran semana, sí señor. A ratos, incluso olvidé que hacía frío...

    Martín, no infravalores el talento futbolístico del Campos. Deberías ver sus taconazos en el centro del campo...

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