martes, 28 de enero de 2014

“Carcelona” o el por qué del amor-odio a la ciudad condal

En La Huella Digital. Marc Caellas y Melusina sitúan con este libro a la “Marca Barcelona” en el punto de mira: de indispensable lectura para recordar de dónde salió tanta rabia pre-15M carcelonés. Carcelona de Marc Caellas presenta en su contraportada (realizada acertadamente por Pere Ribas) una afirmación que permanecerá latente en todas las secciones del libro: “Nadie tiene la culpa de que la fiesta de la patrona de Carcelona coincida con la de las instituciones penitenciarias”. Melusina apuesta por las breves crónicas, concisas y contundentes, del activista cultural Marc Caellas (Barcelona, 1974) en las que se reflexiona sobre las cutres y normativas pretensiones de una ciudad que aspira – gracias a sus obsesionados dirigentes – a ser una especie de Meca del turismo ”cool” y “only for tourists”. No se olviden, según montañas de spam publicitario: “Barcelona, la millor botiga del món” (Barcelona, la mejor tienda del mundo) En este libro dividido en diez secciones (Rules, Animals, Power, Trademark, Rebels, Love, Cinema, Theater, Tv y Words) Caellas no vacila a la hora de meter el dedo en la llaga, mencionando los acertadísimos puntos clave que han llevado a la debacle de la ciudad condal con temas tan dispares como la dictadura del civismo, la prohibición por decreto de las happy hour, Copito de Nieve y las desventuras en las colonias españolas de África, el Camp Nou y el guiño constante del Fútbol Club Barcelona al espectador burgués, las visitas papales y la nostalgia general por la Semana Trágica, el Parc Güell y el marketing que es capaz de vender humo, la criminalización de esas extrañas personas llamadas despectivamente “antisistema”…y todo ese cóctel molotov que es la Barcelona hipócrita. ¡Pero oigan! ¡No se me desanimen todavía! En Carcelona también podemos encontrar el desparpajo de la crítica que no permite reflexión sin invitar a la esperanza, poniéndoles un especial énfasis a personas tan necesarias para el cuestionamiento general como Enric Duran, Leo Bassi e incluso el provocador Jimmy Jump. En cualquier caso, permítanme la recolecta para invitar al señor Caellas a una paella con sangría, de precio abusivo y peor sabor, en medio de las Ramblas de Barcelona. Sin duda, por la torpeza de la falta de perspectiva de género en sus crónicas y por haber olvidado – ¿concienzudamente? – el lobby gay y la comunidad LGTBI, aunque sea como una de las pequeñas “evidencias” de la hipocresía barata que se gasta el Ayuntamiento de Carcelona, dispuesto a montar “fiestas del orgullo” pero no a frenar la homofobia que impera en sus cuerpos de seguridad, por ejemplo.

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