martes, 7 de febrero de 2012

follarse catalanas en Carcelona


Dice Juan Mal-herido que los madrileños siempre mojan en Carcelona. No sé qué tienen qué decir mis amigas catalanas al respecto...

CARCELONA, de Marc Caellas

Como anti-guía turística o callejero de jeremiadas se presenta este librito de Marc Caellas, donde la ciudad a debate es, claro, Barcelona.

A los que no somos de Barcelona y, por tanto, somos de sitios mejores, nos da algo de pereza constatar la evidencia de que esa ciudad es una puta mierda, toda vez que lo sabemos desde hace tiempo y sin necesidad siquiera de pasar una tarde en el Raval.

Los barcelonses, sin embargo, mientras se lo permita Melusina, sí encuentran tiempo y ganas de detallarnos los rigores invernales, vernales, estivales y otoñales de la ciudad de Vicky y Cristina, en una enumeración topográfica y leguleya de sus disparates sucesivos y de sus remodelaciones a peor, todo ello por culpa de esa fea burguesía de telar e imprenta, y de sus muchos hijos pijos, que tanto (se) aburren.

Marc odia Barcelona porque se prohíbe hacer muchas cosas, salvo ser del Barça y montar una editorial. Esto debería de haber dado en una urbe atlética y muy leída, pero ha dado en un par de tiendas de ropa Nike y en que publiquen a Paul Auster. Putadón.

Luego es que no follan, allí. No follarse catalanas es sin duda un problema, una confusión, de exclusiva responsabilidad masculina. Casi nadie de Madrid que va a Barcelona vuelve sin follarse a una catalana. Yo creo que es más fácil follarse a una catalana que follarse cualquier otra cosa. Dicen que el Primavera Sound de este año tiene un cartel insuperable, y que vayamos a ver a Wilco. Siempre vamos al Primavera Sound, y nunca nos importa si toca Wilco: enteraos.

En fin. Barcelona ya saben que es una de mis simuladas repugnancias en este blog. Odiar Barcelona desde cualquier otra ciudad del mundo es entretenido. Odiarla in situ, viviendo en ella, es -ya lo dije un día- pelín snob.

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