lunes, 8 de noviembre de 2010

Bolaño en la Balada Literaria de Sao Paulo


Cierta inquietud previa a un nuevo viaje. El viernes vuelo a Sao Paulo. Brasil me llama de nuevo. Segunda invitación en este inolvidable 2010. Esta vez para presentar "Os críticos também choram", el particular homenaje que Margarita, Leo, José Tomás, Jordi y yo le dedicamos a nuestro admirado Roberto Bolaño. Como bien afirma Ignacio Echevarría, queda mucho por decir de Bolaño, es inagotable. Los amigos que organizan la Balada Literaria piensan lo mismo y nos invitan a la quinta edición de su encuentro literario. Me hace especial ilusión presentar nuestra mesa redonda de ficción en Sao Paulo, ciudad en la que viví casi un año, desde abril de 1999 a marzo del 2000. Muchos buenos recuerdos de una urbe que fue mi puerta de entrada a América del Sur. Aún recuerdo el impacto del trayecto en taxi desde Gurulhos a Moema, un día laborable a primera hora de la mañana. Viajar a Brasil es siempre un placer y si además uno va a hablar de Bolaño, la alegría y el honor es doble. El 2666 se publicó en mayo en Brasil y, por tanto, es ahora que los lectores brasileños están conociendo esta obra maestra. La revista Bravo, una de las de referencia en el ámbito cultural, publicó un artículo sobre la novela que tituló "difícil de robar, óptimo para leer", relacionando el pasado como ladrón de libros del propio Bolaño, del que habla en Los Detectives Salvajes, con su pasión por la literatura. Según parece, Roberto Bolaño nunca pisó territorio brasileño. Lo más cerca que estuvo de Brasil fue cuando le paró un penalty a Vavá, cuando éste estaba concentrado en Quilpé junto con Garrincha, Pelé y los demás integrantes de la selección brasileña que ganó el mundial de futbol de 1962. Roberto Bolaño llegó a declarar que ésa fue su mayor hazaña en la vida, detenerle un penalty al gran futbolista Vavá.

Este pasado fin de semana terminé con la lectura de El Tercer Reich, una novela que muy posiblemente Roberto no hubiera publicado si siguiera vivo pero que, leída ahora, y a pesar de ser demasiado larga y a ratos reiterativa, da algunas claves de su obra posterior y permite disfrutar de otro de esos personajes femeninos fascinantes que siempre esconden más de lo que muestran, la inolvidable Frau Else. En un blog que me han recomendado estos días, encuentro estas citas de la novela.

"¿Qué hice? Poca cosa. Miré mi juego, incapaz de concentrarme, luego dormí una siesta poblada de pesadillas hasta las seis de la tarde. Cuando desde el balcón observé que la gran masa de los bañistas emprendían la retirada hacia los hoteles y los campings, bajé a la playa. Es triste esa hora y son tristes los bañistas: cansados, ahítos de sol, vuelven la vista hacia la línea de los edificios como soldados de antemano convencidos de sucumbir; sus pasos cansinos que atraviesan la playa y el Paseo Marítimo, prudentes pero con un deje de desprecio, de fanfarronería ante un peligro remoto, su peculiar manera de meterse por calles laterales en donde de inmediato buscan la sombra, los conducen directamente -son un homenaje- al vacío."

"Seguí con la naturaleza del juego, no recuerdo exactamente cuántas estupideces dije, entre ellas que la necesidad de jugar no es otra cosa que una suerte de canto y que los jugadores son cantantes interpretando una gama infinita de composiciones, composiciones-sueños, composiciones-pozos, composiciones-deseos, sobre una geografía en permanente cambio: como comida que se descompone, así eran los mapas y las unidades que vivían dentro de ellos, las reglas, las tiradas de dados, la victoria o la derrota final. Platos podridos."

"No soy un poeta, sonreí. Me intereso por las cosas cotidianas, incluso por las desagradables..."

"¿Y cuántos, incontables, Grupos de Combate se inmolaron por retrasar al enemigo en todos los frentes? Nadie se pone de acuerdo. Sólo la memoria que juega lo sabe. Vagando por la playa o acurrucado en mi habitación yo invoco los nombres y éstos llegan a raudales y me tranquilizan."

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