tag:blogger.com,1999:blog-2324175286937905620.post9036611447434866204..comments2024-02-25T15:56:21.751-08:00Comments on carcelona: ¡Libertad para Enric Duran!Unknownnoreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-2324175286937905620.post-40973865445037994412009-04-14T02:26:00.000-07:002009-04-14T02:26:00.000-07:00EPÍLOGO (Del libro LA ECONOMÍA NO EXISTE, de Bonco...EPÍLOGO (Del libro LA ECONOMÍA NO EXISTE, de Boncompain<br /><br />ENRIC DURAN, EL CENTINELA INSOMNE<br /><br />El día en que me fui a apuntar a la antiglobalización éramos media docena, y Enric Duran ya se encontraba allí. Corría el año 2001 y se comenzaba a tejer en Barcelona una acción que trataba de bloquear una reunión del Banco Mundial que se iba a celebrar en junio de ese año.<br /><br />El ciclo de protestas iniciado el 1999 en Seattle se encontraba en una fase victoriosa y alegre. Como supe más tarde, Enric Duran también había estado en Praga durante las acciones contra la reunión del Fondo Monetario Internacional en septiembre del año 2000. Aquellas jornadas también fueron mi bautismo de fuego frente al entonces confiado capitalismo. Recuerdo que estaba muy nublado en Bohemia mientras que europeos de todo pelaje, veteranos y novatos, radicales y tranquilos se iban instalando en el viejo estadio Strahov. Supongo que para Enric, al igual que para mí, el éxito de la autoorganización, las asambleas, la disciplina autoimpuesta y la valentía supusieron una excitante iniciación a la praxis política.<br /><br />Frente a los inmensos policías de uniforme negro que protegían a los malos, nos mezclamos con los festivos Pink silver, que iban armados con tutús de bailarina y maquillaje. Nos despertamos con los Tutti Bianchi italianos, con sus corazas de espuma, sus cornetas al amanecer y sus cargas de hoplitas contra el muro policial. Con los blackblokers alemanes, magros, rubios y rápidos, que sacaban en un instante de sus mochilas ganzúas para levantar los adoquines, tal como se hizo en 1848, o en 1968 siguiendo una vieja tradición europea, en suma.<br /><br />Quiero creer que Enric, una vez rodeado, asediado y asaltado el Centro de Convenciones, vio como yo a los delegados del FMI, poderosos, trajeados y asustados, escabulléndose hacia los túneles del metro que la policía había bloqueado para que los capitalistas desaguasen el lugar como si fuesen pis de gato. Enric debía de estar también rondando por allí cuando se nos comunicó que la gente del Fondo se retiraba de Praga, que se suspendía su cumbre.Aquella nublada mañana de septiembre, en el corazón de Europa, sentimos que teníamos razón. Y, además, que habíamos ganado.<br /><br />Por todos esos motivos, aquella media docena de personas, y los miles de personas más que se estaban reuniendo y agrupando por aquellos días, todos nosotros, no dudábamos de que en Barcelona, en el verano de 2001, los delegados del Banco Mundial también tendrían que salir corriendo, tal como llevaban haciendo desde Seattle.<br /><br />Pero, perdonadme, soy un narrador pésimo. Quizá alguno de vosotros no conozca aún a Enric Durán o no asocie su nombre con el personaje que los medios de comunicación, con su tradicional pereza mental, han creado a partir de él. Enric Duran es el tipo que se reapropió de medio millón de euros en una notable acción personal que hizo pública el 17 de septiembre del 2008. Al ingenio inagotable de los periodistas le dio por bautizarlo como el Robin Bank, entre suspicacias y risas más o menos histéricas de un país que hace demasiados años que olvidó lo que era la acción política para entregarse a la reacción mediática. Enric Duran, en un acción que llevó a cabo durante dos años de trabajo, consiguió obtener medio millón de euros en préstamos con la ayuda tan solo de fotocopiadoras, tijeras y celo, que utilizaba para falsificar algún documento cuando era necesario. Pero no siempre lo fue. El crédito es imprescindible para mantener el sistema, y los préstamos concedidos a Enric Duran aparecían en los bancos como una buena noticia, no como un riesgo. Descontado el dinero en comisiones y gastos, a Duran le quedaron 360.000 euros (sí, es un tipo frugal), que ha ido utilizando para reforzar algunos movimientos sociales y crear uno propio alrededor de su acción. En el momento de escribirse estas líneas, Duran está detenido por los Mossos d’Esquadra.<br />No recuerdo gran cosa de aquellas primeras reunions preparatorias de la protesta de 2001, pero sí sé que bien pronto la acción de Enric se hizo notar. En aquel entonces, teníamos la sede en un excelente local de la calle Joaquín Costa, ese prohombre aragonés que tuvo el acierto de escribir en su epitafio: “No legisló”.<br />A medida que se acercaba la cumbre, Enric Durán empezó a destacar. Moreno, de pelo denso y prieto, la gente se iba fijando en su actitud concentrada, su conocimiento de todo y de todos los detalles. Enric parecía un bolchevique georgiano, un lugarteniente de Trotsky, un tipo dotado para la logística y la organización, y vestido con una fe de hierro.<br /><br />Y ya que estamos, Lenin dejó dicho que el socialismo equivalía a la suma de soviets más electrificación. La insurgencia de principios del siglo xxi, remedando a Lenin, equivale a la suma de asamblea más wireless. Es por esta razón que, más que a Enric, recuerdo su portátil, desde donde se despachaban correos, se recibían instrucciones, se transmitían avisos, se ponía en conocimiento de quien fuera hasta el más mínimo detalle, se recibían o enviaban comunicaciones lejanas o del vecino. Era la suya una burocracia ligera, aérea, que centraba a la dispersa horda. Enric Durán era el telegrafista de la antiglobalización. Cuando llegó junio, salimos a la calle. Pero el adversario no se presentó. Las autoridades del Banco Mundial decidieron anular su reunión y celebrar una videoconferencia, creo recordar. La protesta se convirtió en un bonito desfile de la victoria bajo el sol. El gobierno de Aznar, recién estrenada su mayoría absoluta, estaba dispuesto a demostrar por qué ésa iba a ser una de las más tensas y esperpénticas, duras y ridículas legislaturas del parlamentarismo español. Cuando la gente, los niños, los tipos con el diario dominical y los carritos de bebé, llegó a la Plaza Catalunya fue rodeada por la policía, que cargó en un vasto e inútil simulacro de Little Big Horn. La cosa empezaba a ponerse seria.<br /><br />Una de las preocupaciones que yo compartía con Enric era la relación entre los movimientos sociales y los medios de comunicación. La semiótica de la acción y su posterior lectura e interpretación constituían, en cierta manera, la razón de ser de las protestas. Visualización, contaminación del discurso y aprovechamiento de las “rendijas” del sistema comunicativo mainstream, eran las pocas herramientas que manejábamos para forzar el estólido hormigón en que están impresos los mass media. Constituimos un grupo y lo llamamos “Comunicacció”. Se trataba de reflexionar, asesorar y crear mejores manerasde comunicación entre movimientos, y también entre el discurso de la protesta y el “mundo exterior”. Los 90 con el movimiento zapatista, y el principio de siglo con el ciclo antiglobalizador, sembraron las semillas de un nuevo lenguaje político en el que gesto y discurso actúan de forma sincrónica. Un lenguaje en desarrollo, alejado de la fanática literalidad del siglo xx y abierto de nuevo a la metáfora, la ametralladora del siglo XXI.<br /><br />Enric Duran nació en Vilanova i la Geltrú, como Josep Piqué, mal está decirlo. Había venido a Barcelona creo que con la intención de estudiar sociología, que cursó un solo año. Pronto convirtió su vida en la vida de los movimientos sociales. Que yo recuerde, fue el primer “insurrecto profesional” de nuestra quinta. Nos pareció normal. Vivíamos tiempos excitantes, casi todos éramos más guapos, los bares eran cálidos y baratos. Eran los últimos días felices antes de que llegase el euro, y todos queríamos aprovecharlo y aprender de nosotros mismos.<br /><br />De vez en cuando dejábamos en paz al capitalismo. Enric ocupaba entonces un lugar destacado en los cotilleos que recorrían la tropa. Su carácter reservado y su entrega hacían de él un personaje misterioso. El hombre que vela mientras otros se divierten. El centinela insomne.<br /><br />Se decía también de él que había sido un campeón de ping pong que había dejado la pala para pelear contra el capitalismo. Algunos apuntaron, no sé si con veracidad, que Enric había entrenado a su hermano en esta actividad antes de abandonar las frivolidades de la vida deportiva, con la idea de dejar así a alguien de la familia que se hiciera cargo de las mesas y las redes. Supimos también que,<br />además de jugar al tenis de mesa, Enric era un competente jugador de ajedrez.<br /><br />Su aspecto desmelenado, el brillo constante en sus negrísimos ojos y su aire como de autoexilio permanente, hacían que me gustase imaginarlo como uno de esos refugiados rusos en Zurich durante la Gran Guerra. Metidos en debate sobre las fuerzas de la Historia mientras jugaban al ajedrez con Lenin o con Tristan Tzara, y dibujaban esquemas que planificaban el desmantelamiento de las tiranías políticas y mentales.<br />El ping pong nunca lo explica todo; pero da pistas. Para practicarlo se requiere una especial paciencia y una gran atención a los detalles. La fuerza o la resistencia física son secundarios. Es preciso disfrutar, sin embargo, de una<br />gran resistencia mental. En la disputa de sus largos puntos, el repiqueteo de la bola de celuloide acabaría volviendo loco a cualquiera que no haya nacido para la dialéctica. Los buenos jugadores se alejan de la mesa para poder trazar mejor las parábolas. La mesa, la red, son contingencias que les distraen de la verdadera belleza del juego: la trayectoria.<br /><br />Tras las manifestaciones contra la invasión de Irak, en 2003, fui perdiendo el contacto con Enric. Aún lo vi en algunas protestas hasta que, literalmente, desapareció. Pero antes de hacerlo, Enric Durán nos comunicó en qué consistía la acción que llevó a cabo durante dos años y medio. Lo hizo a través de la publicación Crisi, un libelo del que se repartieron 200.000 ejemplares, y también mediante sus apariciones a través del video, el teléfono y la red.<br /><br />El tratamiento mayoritariamente banal de esa acción nos convenció de que Comunicacció, el viejo intento de “educar” a los medios en la nueva praxis política del siglo, había sido un fracaso. La prensa burguesa (qué placer volver a utilizar ese nombre; es como abrir de nuevo la caja de Magia Borrás de la infancia), la prensa, como digo, se centró en la cantidad y en el uso al que Enric Durán la había dedicado. Sin embargo, el espíritu de la acción estaba en la “documentación” de la performance, como dirían en el argot del arte contemporáneo.<br /><br />Las facilidades de crédito, como muy bien sabe Enric, no son más que mecanismos para crear más dinero. Cada persona endeudada significa un banquero más rico. La deuda permite comprar, vender o especular con dinero inexistente, que a su vez se presta. La facilidad con la que Enric consiguió crédito no reflejaba una misfunction, un error en el funcionamiento del sistema. No significaba que los mecanismos de control necesitaban un fino ajuste. La importancia de la acción de Enric Duran radicaba, pues, en su vocación apocalíptica, entiéndase esto en su sentido etimológico: el de retirar el velo, desvelar algo que, como el sistema financiero, no es secreto, sino simplemente ininteligible.<br />Decíamos que al jugador de ping pong no le interesan la mesa o la red. En este caso, la acción de Enric se aleja del juego corto e incide en la parábola. La fábula del estafado estafador es la culminación de un juego paciente, solitario, un juego que requirió en él una gran Fortaleza mental. Enric Duran ya forma parte de la historia de esta crisis. Por lo que ha hecho y por lo que hacía cuando, en plena euforia, reclamábamos que, como mínimo, hubiera un estricto control de los financiópatas. En aquel entonces mandaban contra nosotros a los antidisturbios, nos gaseaban o incluso disparaban contra la disidencia, como ocurrió en Goteborg o en Génova. Extrañamente, hoy en día los antidisturbios no están aporreando a los militantes del neoliberalismo, más bien se preparan para disolver las manifestaciones de obreros y parados. Decir que teníamos razón produce una amarga satisfacción. Estar orgulloso de Enric cuando este ha tenido que huir del país y vivir en plan clandestino me reproduce esa misma sensación. A unos encorbatados banqueros, ahora presas del pánico, se les enfrenta todo un perseverante y convencido jugador de ping pong. Tienen la partida perdida.Anonymousnoreply@blogger.com